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Baloncesto

No diga Galatasaray, diga inestabilidad

 

La temporada pasada, el Galatasaray dirigido por Ergin Ataman coronaba, con gran justicia y mérito, el cetro que le convertía en campeón de la Eurocup, segunda máxima competición baloncestística a nivel europeo. Se imponía a doble partido en la final a Estrasburgo, tras vencer en semifinales a Herbalife Gran Canaria. Gracias a este título, la plantilla turca forma parte de los actuales equipos que conforman el nuevo formato de Euroliga. Hasta aquí, todo normal. Si echamos la mirada atrás, nadie hubiese apostado por este equipo.

Desde 2013, el club es azotado por una gran crisis económica, afectando a todas sus secciones deportivas; fútbol, baloncesto y vóley. Durante toda la temporada, los problemas económicos se convirtieron en una tónica habitual. La falta de liquidez para pagar a sus jugadores, el principal problema. Las aguas estaban revueltas y los impagos en el equipo salieron a la luz. Fuentes cercanas al club aseguraron que algunos jugadores estaban viéndose obligados a pagar de su propio bolsillo las viviendas que el club ponía a su disposición. La inestabilidad era evidente. En una de sus declaraciones públicas, el entrenador Ergin Ataman no pudo ser más claro: “No puedo tener una plantilla motivada sin cobrar”. Todo continúo por los mismos derroteros y el proyecto deportivo se deshizo. Para más inri, los salarios del equipo de fútbol tenían prioridad, debido a que eran controlados por una empresa que formaba parte del club (Galatasaray Sportif As) y se preocupaba más por el fair-play financiero que por los salarios de las demás secciones deportivas de la entidad turca.

Ergin Ataman | Getty

Ergin Ataman | Getty

No tardaron en salir del equipo varios jugadores, poco después de comunicar al club a través de sus agentes que en caso de no cobrar los retrasos acumulados, se verían libres de compromisos con Galatasaray y podrían firmar con otros equipos. Así, los primeros en irse fueron Pietro Aradori (destino Movistar Estudiantes) y Nathan Jawai (Morabank Andorra). Más tarde fue el turco Furkan Aldemir, que hizo las maletas para iniciar en Philadelphia su aventura norteamericana y también Nolan Smith (87ers Delaware) e Ian Vougiokas (Rathioparm Ulm). Durante esta desbandada, Murat Ozyer, coordinador de baloncesto del club, prometía el pago a los jugadores y achacaba los retrasos de cobro al presidente que dimitió, Ünal Aysal. Tres jugadores eran intocables: Arroyo, Erceg y Patric Young. Pilares del equipo que se convirtieron en una prioridad para la directiva y el cuerpo técnico. Las promesas y los impagos continuaban de la mano hasta que un día Arroyo dijo basta. La Joya de la Corona de Estambul aguantó hasta que no pudo más. Tras una derrota ante Efes Pilsen por 77 a 75, el puertorriqueño anunciaba su marcha del plantel, harto de la situación y de no percibir su sueldo, tasado en dos millones de dólares. El pique dialéctico estaba servido y Arroyo abrió la caja de los truenos. “Dicen que me falta actitud y disciplina. Todo es mentira. He jugado sin cobrar mi sueldo. Me decían que confiara en su palabra, pero no han cumplido su promesa”. Murat Ozyer, director general, lo explicaba de otra manera: “Organizamos una reunión para mejorarle el contrato como nos pidió y al final no quiso acudir. Hubo tensión y luego anunció que dejaba el equipo. Quizá tenía otros planes”.

Con el nuevo presidente, Duygun Yarsuvat, se normalizó un poco la situación para poder acabar la temporada de la mejor manera posible. Erceg, Micov, Pocius y Ataman aceptaron la propuesta de pago y siguieron, a pesar de seguir debiéndose un par de mensualidades. Con la nueva temporada (2015-2016), se redujo el presupuesto del equipo otomano de los seis millones de euros hasta los tres millones. Poco a poco, todo se fue calmando y los jugadores, a pesar de algún que otro retraso, cobraban sin problemas. Parece que la estabilidad llegó y eso se reflejó en la pista. Galatasaray se alzaba con el título de la Eurocup y se preparaba para volver a la Euroliga. Nuevos fichajes e ilusiones renovadas. Todo era coser y cantar hasta que llegó el intento de Golpe de Estado en Turquía. Mucha gente pensará que tiene que ver este intento de alzamiento militar con un el Galatasaray. El dinero tiene la respuesta. Ese gran protagonista que parece formar parte del quinteto titular del equipo. El golpe de Estado fallido tuve repercusión a todos los niveles, incluso, en la Bolsa turca. La lira se hundió con fuerza y uno de los sectores que más sufrieron fue el deportivo. En concreto, Galatasaray que cotizaba en Bolsa lo hizo a la baja y llegó a desplomarse un 14,9%. Volvían los miedos y todos los aficionados veían peligrar la nueva temporada. Jugadores yéndose en mitad de temporada, falta de dinero líquido para pagar las nóminas, en definitiva, otra guerra en el seno del club. Las alarmas se encendieron, pero la sangre no llegó al rio. Los mercados se recuperaron y no hubo ningún problema. Iniciaron la temporada con total normalidad y parece que a día de hoy solo se respira baloncesto en el Ipekçi Arena.

 

 

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