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Mundial de fútbol – Suecia 1958 - 'La corona de O'Rei'

El Mundial abría de nuevo sus puertas cuatro años después de que Alemania lograra su primer hito en la historia de los mundiales. Era el año 1958 y en Suecia el país respiraba fútbol. Entre las dieciséis seleccionadas, dos combinados iban a hacer historia en el fútbol, cada una a su nivel. Gales y Brasil, dos selecciones que en ese año formaban parte del grupo tres y cuatro respectivamente, viajaron al país nórdico sin tener idea de lo que el destino les tenía reservado.

El 8 de junio de 1958, John Charles, jugador estrella de Gales, abría con un gol en el minuto 27, un comienzo de ensueño en el Mundial, empatando a la vigente subcampeona de la competición: Hungría. Era solo el primer paso de una selección que, con tres empates, ante la ya citada Hungría, Mexico y, la anfitriona, Suecia, conseguía sembrar las dudas entre quienes con recelo, desconfiaban de la calidad de los británicos, desconocidos en el panorama fútbol. Esa incapacidad para cerrar el pase a la siguiente fase los llevó de nuevo a batirse con la aún poderosa Hungría de Bozsik o Tichy, herederos del talento de los en ese momento suplentes Sandor o Higdekuti, ídolos y héroes de la Hungría del 54. Los magiares no pudieron entonces con la rotundidad, físico y convicción de Gales, que con goles de Allchirch y Medwin, empezaron a creerse sus hazañas. Gales estaría en los cuartos de final de un Mundial. 

En el grupo cuatro, Brasil conseguía el pase con dos victorias, ante la URSS (con dos goles de Vavá al mito Lev Yashin) y ante Austria, y un empate ante la siempre dura Inglaterra. En esos primeros días, en los que Zagallo, Altafini y Vavá demostraban que atrás quedaban los tristes días amargos en Maracaná, llorando los goles charrúas, crecía en la selección carioca una pasión por dos figuras que nacieron en el último partido de la fase de grupos. Garrincha y Pelé, dos jóvenes atacantes, jugadores de Botafogo y Santos respectivamente, comenzaron ante la selección soviética a crear su dorada historia con la verde-amarela. Tras su clasificación, el cruce les deparaba pugnar con otra revelación, con la que no lo tendrían nada fácil.

Era jueves. Un 19 de junio de 1958. Suecia. En un campo de fútbol repleto de voces cantando un gol que a simple vista parecía normal, todas las almas cabidas en ese estadio de fútbol fueron testigo, en el minuto 66, de la coronación de un mito. Pelé, ídolo hoy de generaciones enteras de futbolistas y futboleros, marcaba su primer gol con Brasil en un Mundial de fútbol. Gales, primera víctima mundialista del mito brasilero, hincaba la rodilla ante un nuevo Rey. Una Gales que siempre recordaría que su gran ídolo, Charles, no pudo jugar ese duelo por lesión y que la suerte sufrida podría haber cambiado con el delantero galés sobre el césped. Ya nunca se sabrá. En ese momento, nadie sabía que esa sería su única participación hasta el momento en la historia de los mundiales, un hecho fortuito, que a pesar de todo parece querer conservar fresco el recuerdo eterno de lo que la historia les había reservado.

O Rei había nacido. El Rey del fútbol. Un Rey que, acompañado por el talento de otros mitos, encabezados por Garrincha, haría que su reino durara para siempre en las retinas y en la memoria de cada aficionado y aficionada al fútbol. Solo unos días más tarde, marcaría un hattrick ante la favorita, Francia. Pelé, con dos tantos más en la final ante Suecia y sabiéndose en el centro del mundo del fútbol, disfrutaba de que la Copa Mundial era, por fin, de Brasil. 

O Rei recogía su corona con solo 17 años como quien recoge el balón de la red, para no soltarla en años de fútbol y de Mundial. Se cumplió el sueño de Brasil. Comenzó la leyenda de Pelé.

Valladolid, 1988. Social media. Periodismo por vocación y afición. Con el fútbol como vía para contar grandes historias. Apasionado del fútbol internacional y "vintage".

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