España sí tendrá finalmente representación en las Finales ATP de Londres. Esta vendrá de la mano de la pareja formada por Marc y Feliciano López, que llegan a la capital inglesa en el puesto número cuatro del ranking mundial de dobles. Los amantes del tenis nacional pueden estar tranquilos ya que las ausencias de asiduos como Rafael Nadal y David Ferrer, presentes en siete ediciones del campeonato, serán cubiertas por esta gran dupla, que busca cerrar una buena temporada con el broche de la maestría.
Y es que 2016 ha sido un gran año para Los López, que han cosechado sus primeros títulos juntos. Ya formaron pareja en cursos anteriores, pero nunca con trofeos que llevarse a casa. Su mejor logro hasta la fecha tuvo lugar hace más de una década cuando, en 2004, fueron finalistas del torneo de Valencia. Así pues, esta temporada (2016) lo cambia todo en las carreras de ambos tenistas añadiendo dos títulos más a sus vitrinas: Doha y Roland Garros.
Un Roland Garros para la historia
Marc ya había sido campeón en Catar en 2009 y 2011 junto a Rafael Nadal, con el que también conquistó el Masters 1000 de Indian Wells. Incluso fue maestro en 2012 con su compatriota Marcel Granollers, pero los Grand Slam se le resistían. El catalán tenía, además, la espinita clavada del major francés puesto que fue finalista con Granollers en 2014. De esta forma, ha tenido que llegar Feliciano López para que todo cambiara y para que este grande cayera de su lado. Un Roland Garros para la historia, no sólo por la categoría del torneo sino por los rivales a los que vencieron.
La pareja española, ni corta ni perezosa, ganó a dos duplas del top 3 del ranking de dobles. Derrotaron en octavos a los actuales números uno, los franceses Pierre-Hugues Herbert y Nicolas Mahut, con un resultado más desahogado (7-6 y 6-1), pero sufrieron de lo lindo en la final ante los míticos hermanos Bryan, asiduos de grandes finales y vencedores de un total de 112 títulos ATP. Todo un reto para Marc y Feliciano, que ahora comparten algo más que el apellido.
Hermanos sobre la pista
Un apellido, López, que ha podido llevar a confusión a más de uno cuando les ha visto jugar juntos. La complicidad y el entendimiento entre ambos salta a la vista y es más que evidente en cada partido que disputan, por lo que no es de extrañar que algún que otro aficionado piense que realmente son parientes. Pero no, a diferencia de los Bryan, Marc y ‘Feli’ no son hermanos de sangre sino de profesión.
Una profesión que les está reportando muchas alegrías en este 2016. A los dos títulos que han ganado juntos hay que sumar el torneo de Gstaad que, en su décima participación, se llevó Feliciano en individuales y el oro olímpico en los Juegos de Río que consiguió Marc junto a Rafael Nadal. Dos triunfos a los que ambos tenistas desean añadir un último trofeo conjunto: la Copa de Maestros.
Grupo Fleming/McEnroe
Un torneo, el más prestigioso del año, al que Feliciano llega por primera vez en toda su trayectoria tenística, a los 35 años y tras casi dos décadas como profesional. Por su parte, Marc vuelve a participar por cuarta vez en su carrera y lo hace, además, con la experiencia y la tranquilidad de haber sido maestro en 2012.
Así pues, tras el sorteo, alumno y maestro debutarán como pareja en estas Finales en el grupo Fleming/McEnroe, nombrado así como homenaje a leyendas de este deporte que triunfaron en dobles. Junto a ellos, el grupo estará compuesto por los actuales números uno, Herbert y Mahut, y, al igual que los españoles, por dos parejas debutantes en este torneo: Henri Kontinen y John Peers, dupla número cinco de la clasificación, y Raven Klaasen y Rajeev Ram, en el puesto siete del ranking. Por su parte, en el grupo Edberg/Jarryd buscarán dos plazas en semifinales los hermanos Mike y Bob Bryan, Jamie Murray y Bruno Soares, Ivan Dodig y Marcelo Melo y, por último, Treat Huey y Max Mirnyi.
Compuestos ya los grupos, al igual que en la categoría individual, sólo queda esperar a que el torneo de comienzo el próximo domingo 13 de noviembre y ver si los españoles cierran este gran año demostrando su buen juego y, como no podía ser de otro manera, su maestría sobre la pista.