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Partituras

Una partitura está al alcance de cualquiera, en la interpretación está la diferencia.

La Unión Deportiva Las Palmas de Quique Setién transita por la Liga con una solvencia y una brillantez impropias de un equipo pensado para alejarse de los infiernos, no para codearse con divinidades. Asimismo conviene recordar que ante un calendario tan grueso –tan sólo cuatro jornadas disputadas- los análisis deben ser siempre moderados. Pero no es sólo el rédito -nueve puntos de 12 posibles- o la clasificación, que a estas alturas es un instrumento inane y reflejo de nada.

Las Palmas ha disputado cuatro encuentros ante varios rivales de peso (cierto es que también en fase de acoplamiento y en algunos casos con problemas de identidad) que han derivado en escenarios completamente diferentes. El Valencia puso a prueba la capacidad de sufrimiento y el rigor defensivo de un equipo que hasta hace unos meses adolecía de regularidad defendiendo su marco. La respuesta amarilla fue contundente, una oda a la eficiencia del contraataque.

Una semana después, el Granada de Paco Jémez planteó un escenario que, sin ser sencillo (no olvidemos que Las Palmas marcó diferencias a partir de la segunda mitad), ofrecía comodidades en forma de metros a la espalda de la defensa andaluza. Un festín para carpantas como Boateng, Viera o Livaja.

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Tras el parón de selecciones, eterno para muchos, apareció el Sevilla de Sampaoli. El cuadro de Setién se topaba de nuevo con un duelo de tensión, dientes apretados y de –como se dice en argot baloncestístico- bajar el culo. El final fue precisamente más propio del deporte de la canasta: remontada sevillista en un suspiro y medio.

Ya en la cuarta jornada, el Málaga de Juande –aún mirándose al espejo para saber qué tipo de equipo quiere ser- tiró de recursos de la etapa de Gracia (presión alta y cierre de pasillos interiores) para incomodar a la Unión. Tampoco fue suficiente para frenar al Señor Momo y compañía.

Y es que Las Palmas crece y se gusta. Crece por la correcta asimilación de la idea de Setién, quien ha ido construyendo el equipo que hoy vemos semana a semana, entreno a entreno. Pero también lo hace por el perfil de plantilla, una de las más ricas en recursos técnicos de la Liga. Lograr esto con uno de los presupuestos más bajos sólo puede deberse a dos factores clave. Uno, el buen ojo de firmar a Livaja, Boateng o Macedo. Curioso lo del ex-futbolista del Milan, al que muchos veíamos difícil encaje en un fútbol pausado y de elaboración; precisamente su verticalidad ha venido al equipo como anillo al dedo.

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El otro factor, la cantera. Los Roque, Viera, Vicente, Tana o Dani Castellano tienen como denominador común el buen trato al balón, más que golpearlo parece que lo acaricien. Como pasa con Silva, como pasaba con Valerón o Guayre.

Las Palmas tiene la intención de demostrar que esto no se trata de una racha, sino de sentir e interpretar. Otros tocaron -y tocan- la misma partitura, pero cada uno hace su melodía. La amarilla, de momento, suena como las mejores.

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