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Lakers contra Celtics: Capítulo III

Un
año después, en 1985, Lakers y Celtics se citaban por novena vez para pelear
por el Larry O’Brien. Y la cosa no empezó muy bien para los Lakers. En el
primer partido, los Celtics ganaron de paliza (148-114), un encuentro que se
conoció como el Memorial Day Massacre
por la dureza del resultado final. Reaccionaron bien los Lakers ganando el
segundo en Boston, igualando así la serie y llevando la final a Los Ángeles.

Aprovechando
el impulso de su público, los pupilos de Pat Riley se llevaron el tercer
partido con facilidad. En el cuarto, los Celtics volvieron a conquistar el
Forum, dejando dudas otra vez en las mentes de sus adversarios. En el quinto,
los Lakers tomaban ventaja de nuevo.

Ya
en el sexto, el Garden estaba repleto de aficionados de los Celtics, todos
ellos convencidos de que remontarían el 3-2 y volverían a ser campeones de la
NBA. Pero Kareem Abdul-Jabbar convirtió sus esperanzas en pesadillas, y con
otro partidazo más conquistó el anillo. Era la primera vez que un equipo
lograba proclamarse campeón en la cancha de los Celtics. Jabbar fue nombrado
MVP de las Finales. Al fin, 26 años más tarde de la primera derrota en unas
Finales ante los Celtics, Los Angeles Lakers ganaban a Boston en una cita por
el anillo nueve intentos y muchas lágrimas después.

Los
ochenta aún nos dejaron una última guerra entre estas franquicias en 1987. Los
dos primeros encuentros de la final fueron para los Lakers, que apenas
sufrieron para imponer su ley ante unos Celtics que venían de una final del
Este muy dura con los Pistons y que, además, empezaban a notar más que los
californianos la lógica decadencia de sus principales jugadores.

Ni
las lesiones o el cansancio impidieron a Boston seguir dando la cara, y se
apuntaron el tercer partido. Ya en el cuarto, los Celtics desaprovecharon dos
ventajas bastante amplías y vieron como los Lakers dejaban casi finiquitada la
final con una nueva victoria (3-1).

Conscientes
de que no podían alargar mucho más la agonía, los Celtics ganaron el quinto,
impidiendo así una nueva celebración de los Lakers en su propia pista. Ya en el
sexto, y bajo el sol de California, la escuadra púrpura y oro remató la faena
gracias a un Magic Johnson que volvía
a ser nombrado MVP de las Finales.

De
aquellas luchas en los años ochenta supieron evolucionar mejor los Lakers que
los Celtics. Los angelinos volvieron a imponer su talento en los primeros años
del siglo XXI, mientras que los verdes estuvieron la friolera de treinta años sin
levantar un título. Lo peor no era ver a una franquicia tan laureada fuera de
las finales, sino la impotencia de saber que ni tan siquiera lograban crecer y
mejorar.

Como se ha explicado en el capítulo anterior, cuando Boston se hizo con los
servicios de Paul Pierce empezó a crecer, pero lo hizo a un ritmo demasiado
lento. Aún así, en el verano de 2007 y con las citadas incorporaciones de Ray
Allen y Kevin Garnett, Boston estaba preparado para asaltar el cielo una vez
más. Los Lakers, por su parte, trataban de quitarse de encima la superioridad
que Mavericks y Spurs habían mostrado en el Oeste en los últimos años. La
llegada de Gasol resultó clave para que el equipo compitiese de verdad.

Boston
firmó un 66-16 en la regular season,
mientras que L.A acabó 57-25, otorgando así el factor pista a los pupilos de Doc Rivers. La final empezó con una
victoria de los Celtics cargada de épica. Paul Pierce firmó un tercer cuarto
magistral, pero era retirado en silla de ruedas tras un problema de rodilla que
se produjo en un accidente con su compañero Perkins. El público enmudeció ante
las posibles consecuencias negativas que aquello podía tener para su estrella.
Pero, como casi siempre, la suerte se alió con Boston, haciendo que el problema
de Pierce fuese poca cosa. Paul volvió al parqué minutos más tarde, siendo
ovacionado por un Garden absolutamente entregado. Fruto del ambiente, Pierce
anotó dos triples que encaminaron la victoria. Boston golpeaba primero.

El
segundo choque de la final estuvo dominado por Boston casi todo el tiempo, pero
se dejaron recortar diferencias en los minutos finales. Pese a que los Lakers
tuvieron la opción de ponerse por delante, la victoria acabó cayendo del lado
verde en los tiros libres. Con la serie 2-0, se disputaron los tres siguientes
partidos en Los Ángeles.

El
tercer partido tuvo poco misterio, los Lakers no dejaron escapar una victoria
fundamental gracias al acierto de Kobe Bryant. El cuarto encuentro resultó
clave. El equipo local amasó una gran diferencia de puntos a lo largo del
encuentro (más de veinte), pero los Celtics remontaron la desventaja,
colocándose 3-1 en las Finales.

La
escuadra púrpura y oro no perdió la fe, llevándose el quinto partido y último
de los tres disputados en Los Ángeles, obligando a Boston a rematar la faena en
el Garden si no querían llevarse una sorpresa muy amarga. El sexto partido,
lejos de ser una batalla muy igualada, resultó ser un festival para los
Celtics. Arropados por su público, los verdes
arrasaron (131-92), logrando así un nuevo anillo tras treinta años de sequía.
El trofeo Larry O’Brien número diecisiete era ya una realidad. Paul Pierce fue
elegido MVP de las Finales.

Ni
dos años tuvimos que esperar los aficionados de todo el mundo para ver el hasta
ahora último enfrentamiento entre estas dos franquicias en una serie final por
el título. La historia era bien distinta a la de 2008, pues los vigentes
campeones de la NBA eran los Lakers, que habían derrotado en 2009 con facilidad
a Orlando Magic. Ambos conjuntos estaban ligeramente más mayores, pero poseían
más experiencia para afrontar estos duelos tan emocionantes. A diferencia de la
última final, el factor cancha lo tendrían los Lakers, que acabaron mejor la
temporada regular (57-25) que los Celtics (50-32).

Habían
aprendido la lección los chicos de Phil Jackson acerca de entrar bien en la
final desde el minuto uno. Y eso hicieron. Sólidos atrás, siempre inteligentes
en las transiciones y acertados en la circulación del balón, los californianos
fueron acumulando ventajas a lo largo de los tres primeros cuartos. Ya en el
último, y sin tiempo para mucho más, los Celtics trataron de sembrar la
incertidumbre, pero no fue suficiente y vieron cómo se les escapa el primer
punto de la serie.

Uno
de los hombres que más errático había estado en Boston durante el primer choque
había sido Ray Allen. El tirador mejoró su versión en el segundo partido,
impulsando a los verdes a conquistar el Staples e igualar la serie (1-1). Allen
se vio acompañado por el buen hacer de Perkins, Rondo y Pierce. En los Lakers, sólo
Pau Gasol, Kobe y Bynum estuvieron a la altura.

En
el tercero, los Celtics trataron de hacer valer el factor Garden para ponerse
por delante en la eliminatoria, pero la solidez angelina resultó clave. Si bien
Kobe anotó 29 puntos, sus porcentajes de tiro y decisiones fueron bastante
reprochables. Gasol no estuvo cómodo ante una gran versión de Kevin Garnett,
pero la pobre actuación de Allen y Perkins contrastó con la gran versión que
ofreció Derek Fisher, el base zurdo de los Lakers. Al final, y no sin sufrir,
los angelinos devolvieron la derrota a Boston y retomaban el factor pista y el
liderato en la eliminatoria.

El
cuarto y quinto partido se resolvió con dos victorias muy trabajadas de los
Celtics, poniendo el 3-2 en la eliminatoria, pero siendo conscientes que los
dos últimos partidos serían en Los Ángeles, de donde sería muy difícil salir
con vida. California se vistió de púrpura y oro, por no hablar de cómo lució el
Staples en ambos partidos. Una oda al aficionado. El sexto fue coser y cantar para
los Lakers. Bien apoyados en Kobe, Pau y Artest, los locales dejaron el
encuentro encarrilado al descanso. En los otros 24 minutos de partido, les
bastó una versión de contención y prevención de riesgos. Todo se resolvería en
el séptimo encuentro. El decisivo.

Nunca
en la historia, los Lakers habían conseguido ganar un séptimo a los Celtics. El
peso del pasado era palpable en el ambiente, y el partido fue algo feo, fruto
de los nervios de ambos equipos. Un gran primer cuarto de Boston hacía
presagiar un nuevo drama en Los Ángeles, sin embargo, los de Phil Jackson no
perdieron la calma en ningún momento del partido, y dieron el golpe final en el
último cuarto (30-22).

Con
el partido en un puño, Kobe y Gasol anotaron varias de las canastas claves. En
el otro lado de la pista, los Celtics se agarraban al partido con los triples
de Allen, Rondo y Rasheed Wallace. En la ruleta rusa de los tiros libres, un
jugador secundario certificó la victoria laker:
Sasha Vujacic Tras doce finales, los Lakers, al fin, ganaban un séptimo partido
a su peor enemigo. Llegaba el anillo número dieciséis al Staples. Los Ángeles
estallaba de felicidad.

Periodismo. Hablo de baloncesto casi todo el tiempo. He visto jugar a Stockton, Navarro y LeBron, poco más le puedo pedir a la vida. Balonmano, fútbol, boxeo y ajedrez completan mi existencia.

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