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Lakers contra Celtics: Capítulo II

No
se rindieron los angelinos, que volvieron a la cita por la gloria en 1966. Al
otro lado, aguardaban los Celtics. Tras ponerse 3-1 arriba, los verdes no supieron cerrar la final, y el
trío formado por Baylor-West-Goodrich igualó la serie a tres, forzando el
séptimo partido. El Garden no dejó escapar la oportunidad, y Boston se anotó el
octavo título consecutivo, el noveno de su historia.

Además,
aquella victoria supuso el adiós de Red Auerbach del banquillo verde, nombrando
como sucesor a Bill Russell, que ejerció el cargo de entrenador y jugador
durante un tiempo, siendo además el primer técnico afroamericano en la historia
de la NBA. Doble victoria.

Tras
no llegar ni Lakers ni Celtics a las Finales en 1967, el destino les reunió de
nuevo en la gran cita de 1968. Los angelinos estrenaban entrenador, ni más ni
menos que Butch van Breda Kolff, una leyenda de los banquillos universitarios.
Con él, los Lakers volverían a la senda correcta. Kolff creía, se demostró que
erróneamente, que si llegaban los Celtics en lugar de los 76ers a la final
sería más fácil acabar con ellos, ya que pensaba que Wilt Chamberlain era mejor
jugador que Bill Russell.

Dicho
y hecho, los Celtics acabaron con los 76ers en el Este, pero eso tampoco
impidió una nueva victoria de los verdes
sobre los amarillos. Tras una
igualdad bastante tremenda en los cuatro primeros partidos, el quinto fue para
Boston en la prórroga, finiquitando la final en el sexto y definitivo
encuentro. Décimo anillo para el Garden.

Todas
las derrotas duelen, pero ninguna lo hará más intensamente para los Lakers que
la de 1969. No sólo supuso la séptima derrota ante los Celtics en unas Finales,
sino que además Boston hurgó como nunca en la herida. El equipo verde estaba
mayor, Bill Russell y Sam Jones afrontaban su última temporada como
profesionales, y lo hacían llenos de magulladuras y visiblemente cansados.
Además, los Lakers se habían hecho con Wilt Chamberlain, la figura ofensiva más
importante del país. Un refuerzo de lujo para complementar a Jerry West y Elgin
Baylor.

Los
dos primeros partidos fueron para los Lakers en el Forum, demostrando que
aquella vez tendrían un final feliz. Pero Boston se hizo fuerte en el Garden,
ganando el tercer y cuarto choque, este último con una canasta milagrosa del
mencionado Sam Jones. Lakers y Celtics ganaron, respectivamente, el quinto y
sexto encuentro, llevando la final al séptimo choque en Los Ángeles.

El
optimismo reinante en California se transformó en la motivación que los Celtics
necesitaban para lograr una última hazaña. El dueño de los Lakers, Jack Kent
Cooke, había colocado globos escondidos entre las vigas más altas del pabellón,
los cuales caerían durante la celebración del supuesto anillo laker.

Como
no podía ser de otra forma, tanta prepotencia tuvo su coste. Boston entró muy
bien en el partido, llegando a gozar de una ventaja de dobles dígitos que
parecía ser definitiva. Sin embargo, Jerry West asumió el mando en el momento
más delicado, recortando la diferencia en contra. El milagro debía ser total,
pues los Lakers vieron también como Chamberlain salía del partido por problemas
en la rodilla.

Con
103-102 a favor de los Celtics, los Lakers tuvieron la oportunidad de ponerse
por delante, pero no consiguieron anotar. Entonces, una inverosímil canasta de
Don Nelson decantó el partido a favor de los Celtics, que acabaron ganando
108-106. Los globos nunca se lanzaron, los Celtics sumaron su anillo número
once y, para colmo, Jerry West recibió el MVP de las Finales, siendo aquella
vez la primera en la que se entregaba tal distinción. Drama en Los Ángeles.

1984.
En tres lustros pueden pasar muchas cosas, como por ejemplo, que una franquicia
reinicie su autoestima y trate de expulsar sus miedos. Eso hizo los Lakers,
gracias en parte a Magic Johnson. Con
él habían sido campeones de la NBA en dos oportunidades en tres años (1980 y
1982). Bueno, y gracias a la ayuda del mejor pívot de la historia, Kareem
Abdul-Jabbar. Lejos quedaban las heridas del pasado, esas que aún escocían
cuando los californianos recordaban sus derrotas ante Boston hace unos años.

¿Y
los Celtics, qué? Tras ver cómo su mejor época se terminaba, pasaron la década
de los setenta como buenamente pudieron, con dos anillos entre medias y la
necesidad de reconstruir su equipo. Larry Bird fue el encargado de recoger las
ilusiones de toda una ciudad, un chico poco amigo de las palabras que
demostraba sus ganas cada noche en el parqué. Bien rodeado gracias a los
movimientos en los despachos de Red Auerbach, los Celtics volvieron a ser
campeones en 1981.

Hablar
de los años ochenta es hablar de los años más dorados que ha tenido la NBA
nunca. Fue una época de expandir la liga, de mostrar a los demás países las
maravillas que escondía, madrugada tras madrugada, el campeonato estadounidense.
Se conoció formalmente como el showtime,
gracias al juego que los Lakers pusieron en práctica, en parte por el talento
de Johnson para hacer cosas que nadie más había hecho antes. Boston, por su
parte, seguía fiel a su espíritu luchador, tirando de coraje y talento.

Llegamos
al 27 de mayo de 1984. Primer partido de las Finales entre los dos colosos. Los
Lakers dejaron en el vestuario sus miedos y se impusieron en el Garden gracias
a un partidazo de Kareem Abdul-Jabbar. El segundo encuentro también fue
dominado por los angelinos, que mandaban por dos puntos a falta de 18 segundos
y además tenían la posesión en su poder. Sin embargo, el jugador de los Celtics
Gerald Henderson interceptó un pase de James Worthy, empatando el partido con
una bandeja. Con aún una posesión, eso sí algo corta, para poder ganar el
partido, los Lakers no pudieron tirar y el partido se marchó a la prórroga. En
el tiempo extra, los Celtics pusieron el 1-1 en la final.

Los
dos siguientes partidos se disputaron en Los Ángeles. El tercero fue para los
Lakers, que no dieron opción a la sorpresa. En el cuarto, cuando todo parecía
encaminado, una reacción de campeón de los Celtics, sumada a fallos
incompresibles por parte de los angelinos, dio lugar a una nueva prórroga, una
que volvió a ganar Boston. El quinto y sexto partido tuvo menos emoción, ya que
Celtics y Lakers consiguieron ganar en su campo, respectivamente.

Ya
en el séptimo partido disputado en el Boston Garden, los Celtics se llevaron el
título de campeón. Larry Bird fue escogido MVP de las Finales. Una vez más, y
ya iban ocho victorias en ocho finales, los verdes
volvían a imponer su ley ante los Lakers.

Periodismo. Hablo de baloncesto casi todo el tiempo. He visto jugar a Stockton, Navarro y LeBron, poco más le puedo pedir a la vida. Balonmano, fútbol, boxeo y ajedrez completan mi existencia.

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