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La víctima se llama FC Barcelona

Saltaba la noticia esta mañana cuando los Mossos d’Esquadra, cuerpo policial catalán, entraban en las oficinas del FC Barcelona para seguir con la investigación del ya legendario “BarçaGate”. Lo que no sabíamos era que esto era solo el aperitivo. Antes de las 12 estallaba la bomba: Josep Maria Bartomeu, detenido.

Sí. El expresidente del FC Barcelona, detenido. Y no era el único. Óscar Grau, CEO de la entidad; Jaume Masferrer, antiguo asesor de Bartomeu y director del Área de Presidencia del club; y Román Gómez Ponti, jefe de los servicios jurídicos azulgranas, también. Parte de la cúpula de la última directiva, señalada a la espera de que avance la investigación de un caso que explotó hace poco más de un año. Miremos hacia atrás.

17 de febrero de 2020. Con un Bartomeu ya muy señalado por todos los sectores culés, el programa “Què T’hi Jugues!” de la Cadena Ser destapó el caso “BarçaGate”, explicando que desde finales del 2017 el Barça había contratado la sociedad I3 Ventures con el objetivo de monitorizar las redes sociales. Hablando en plata, el medio citado desvelaba que el club estaba gastando su dinero en la creación de perfiles en redes para desprestigiar y difamar a figuras como Leo Messi, Gerard Piqué, Xavi Hernández o Pep Guardiola, además de muchos otros nombres cercanos al club. Los pagos se efectuaron de manera fracturada, con facturas troceadas y siempre inferiores a los 200.000 euros, pues las cantidades menores de esa cifra no necesitan ser aprobadas por la junta directiva. La suma total se elevaba casi al millón de euros. 

Horas después, el FC Barcelona emitió un comunicado negando cualquier tipo de relación con los hechos. El club admitió únicamente que contaban con servicios de monitorización de redes sociales “con el objetivo de tener conocimiento, tanto de los mensajes positivos como los negativos, de los que la entidad es el objeto”.

Un día más tarde, mientras club y empresa jugaban al escondite, montañas de nuevas informaciones acusatorias seguían apareciendo. ‘El Larguero’, de la propia Cadena Ser, hizo público un dossier de 36 páginas firmado por la compañía ‘Nicestream’ en el que se desglosaron las seis cuentas creadas y que provocó que Barça e I3 Ventures rompieran su relación contractual. Además, una voz autorizada puso en duda la normalidad del contrato firmado. Sonia Duro, que había trabajado en I3 Ventures, declaró en RAC1 que “un millón de euros por un trabajo de monitorización es una barbaridad y está fuera de mercado”.

Por si fuera poco el terremoto que sacudía al Camp Nou, Lionel Messi y Gerard Piqué tomaron la palabra en las jornadas que sucedieron al “BarçaGate”. Mientras el argentino declaraba en Mundo Deportivo que “es todo muy raro”, Piqué se pronunció en Twitter respondiendo a Marçal Llorente, periodista afín a Bartomeu, tildándole de “titella” (marioneta). Más leña al fuego.

El episodio definitivo se hizo esperar hasta el 10 de abril, cuando Bartomeu se levantó con la carta de dimisión de hasta seis miembros de su junta, incluido el de su delfín Emili Rousaud. Además de Rousaud, el vicepresidente Enrique Tombas y los directivos Josep Pont, Silvio Elías, Maria Teixidor y Jordi Calsamiglia también dieron un paso al costado, dejando una junta directiva con solamente 13 miembros. La puntilla llegó con las declaraciones de Rousaud en RAC1, en las que aseguró creer que “alguien ha metido la mano en la caja”.

Las turbulencias deportivas e institucionales, pese al empeño de Bartomeu en dejarlo todo en una “crisis deportiva”, no cesaron durante el resto de mandato del expresidente del FC Barcelona. Los malos resultados y el burofax de Messi terminaron por apuntillar la etapa de Bartomeu en la silla privilegiada del Camp Nou, y la junta directiva en bloque presentó su dimisión el 27 de octubre del pasado año.

Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu, abrazados. Foto de David Ramos/Getty Images.

Durante todo este tiempo, un denominador común: el daño a la imagen de la entidad. El FC Barcelona es la gran víctima de todo este proceso cargado de esperpentos y groserías y basado en mentiras o verdades parciales. El surrealista “BarçaGate” es un asunto que carece de sensatez y que se escapa de la lógica. Sea como sea y acabe como acabe, el club barcelonista ha visto y sigue siendo testigo de una pérdida de prestigio incalculable.

Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu llegaron en 2010 a una entidad que dominaba el panorama futbolístico global y que era un ejemplo en todo el mundo. Hoy, el Barça se ha convertido en algo parecido a una comedia televisiva con episodios rocambolescos. En los últimos meses se ha escuchado mucho en los aledaños del Camp Nou la frase de “el club está por encima de todo y de todos”. Y el FC Barcelona y su masa social son los grandes damnificados de todo este circo.


Imagen de cabecera: Gonzalo Arroyo Moreno/Getty Images

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