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La final de los contrastes

A un lado, el mejor equipo del mundo (con permiso del Lyon). Al otro, uno de los clubes más humildes de la Primera Iberdrola. El que cuenta con mayor presupuesto (entre 4 y 5 millones) frente al que menos (cada año su presidenta hace malabares para cuadrar las cuentas). El que ha marcado 159 goles en el pleno de victorias (30 de 30) en Liga, frente al que solo ha firmado 28, el que menos tras Valencia y Rayo Vallecano. La final de la Copa de la Reina de este domingo en Alcorcón pone sobre la mesa la diferencia de clases existente en el fútbol femenino español, un contraste, para algunos, romántico y para otros molesto.

“Por mucho que entrenemos, necesitamos el ritmo competitivo del Lyon, porque este ritmo no es el que tenemos en la competición doméstica. Mejorar las infraestructuras, que apretemos todas… se necesita un cambio”. Fueron las sonadas palabras de Alexia Putellas tras caer en la final de Champions. Algunos lo vieron como una excusa, una pataleta en el momento menos idóneo. Pero algo de razón lleva. Si el Barça gana al Sporting de Huelva en la final de Copa, habrá firmado pleno de triunfos frente a cualquier equipo español en este curso. Hasta la fecha ha disputado 37 partidos ante clubes de nuestro país… y los ha ganado todos. Sus únicas derrotas en la temporada son frente a Wolfsburgo (2-0) y Lyon (3-1). No es casualidad.

Los resultados, además, son escandalosos. Incluso con los equipos de la zona noble de la tabla: 5-0 al Real Madrid, 8-1 y 1-9 a la Real Sociedad, 7-0 al Atlético, 0-7 al UDG Tenerife… al propio Madrid, el equipo que mejor le ha competido este año, le endosó un 4-0 en semis de Copa y pudieron ser muchos más. El Sporting de Huelva, su rival en la final, ha sufrido estos resultados ante las azulgrana en los últimos tiempos: 7-0, 0-6, 5-0, 0-5 y 5-0. Una victoria del conjunto de Antonio Toledo se considera poco menos que una quimera.

Y eso que el Sporting fue el último equipo español capaz de ganar al Barça como visitante. No fue hace tanto, en 2019, un 2-3 que en su momento también fue heroico: aquel año las culés fueron finalistas de Champions y ya contaban con la estructura que alcanzaría la gloria en los años siguientes. Fue un pinchazo decisivo en la carrera por un título que se llevó el Atlético por tercera temporada seguida. Mucho han cambiado las cosas desde entonces: salvo aquella Supercopa que perdió en penaltis ante el Atlético, no ha dejado escapar ni un solo trofeo nacional: tres Ligas, dos Copas (la tercera sería este domingo) y una Supercopa.

Por entonces el Barça era terrenal. Solía ganar, pero era capaz de perder casi contra cualquiera. Desde hace dos años, los pronósticos de sus partidos no se hacen sobre si ganará, empatará o perderá, sino sobre cuántos goles anotará antes del descanso. La diferencia entre ellas y los otros 15 equipos se ha hecho abismal, y otra prueba de ello es que a las últimas finales de Copa ha llegado el Barça… y sus rivales han sido el Levante, el EDF Logroño y ahora el Sporting de Huelva. La magia de la Copa solo se aplica con el resto, capaces de todo: el Sporting eliminó a Oviedo, Atlético de Madrid, Madrid CFF y UDG Tenerife. En ninguno de los tres últimos partidos fue favorito. La victoria contra el Atleti fue histórica, al Madrid CFF le ganaron en el último minuto de la prórroga, y también triunfaron frente al Granadilla pese a ser muy inferiores en juego y ocasiones.

Un mérito tremendo teniendo en cuenta la ausencia de una gran estructura o sponsor que apoye al conjunto andaluz, uno de esos equipos ‘milagro’ de la categoría (acumula ya 17 temporadas seguidas en Primera Iberdrola), que logró la salvación pese a no haber ganado un solo partido hasta la jornada 15. Problemas económicos, revolución en la plantilla cada verano, infraestructuras por debajo de los mínimos exigibles… En definitiva, el Sporting de Huelva ha logrado una estabilidad dentro de la inestabilidad y pese al aumento de inversión de sus potenciales rivales, pero no es suficiente. La futura liga profesional y las subvenciones (1,3 millones) que recibirá el club para mejorar sus instalaciones (ha llegado a un acuerdo con el Recreativo de Huelva para utilizar su Ciudad Deportiva) son el primer paso para que el equipo más humilde de Primera pueda paliar la enorme distancia a la que se encuentra (junto con los otros 14 equipos del campeonato) del todopoderoso Barça.

Una situación idílica que contrasta con la vivida en 2015, precisamente el año en el que el Sporting levantó la Copa de la Reina por primera y única vez tras vencer al Valencia. Aquel año, el club onubense estuvo a punto de desaparecer por sus problemas económicos y la falta de ayudas y subvenciones de las instituciones públicas y privadas. Entre las numerosas incomodidades, las jugadoras hacían viajes de madrugada en autobús (hasta 14 horas) para jugar el mismo día de partido y así poder ahorrarse el hospedaje. «No podemos reducir más el presupuesto. ¡Es imposible! Si viajamos con las jugadoras justas para no gastar un euro de más…”, decía por entonces su presidenta, Manuela Romero, en declaraciones a MARCA.

El Sporting logró salir de ese pozo y hoy está en condiciones de ser, a todas luces, un club profesional. Antes vivirá la final más desnivelada de la historia, la que le enfrenta al subcampeón de Europa, campeón hegemónico de toda competición nacional y que cuenta con algunas de las mejores futbolistas del planeta (incluida la actual Balón de Oro). A soñar.

Contenido patrocinado por Iberdrola

Imagen de cabecera: @FCBfemeni

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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