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La Copa del gato Trixie

Son muchos los que creen en las supersticiones. No romper un espejo, no abrir un paraguas bajo techo, no pasar por debajo de una escalera… y por supuesto, no cruzarse en el mismo camino que un gato negro. Jamás.

Sin embargo, otros son capaces de utilizar esas mismas supersticiones en sentido contrario. La convierten en fortuna. Este domingo se cumplen 90 años de una de las hazañas más asombrosas de la historia del fútbol inglés, y la mayoría de los que la vivieron lo consideran un hecho con una fortuna espectacular.

Los protagonistas de este cuento de hadas son los jugadores del Cardiff City, que contra todo pronóstico se colaron en la final de la Copa de Inglaterra, donde se vería las caras con el todopoderoso Arsenal de Herbet Chapman. Era el Cardiff un equipo humilde, que se había clasificado prácticamente de rebote y que parecía no tener ni una sola posibilidad de llevarse el trofeo. En realidad, para estos futbolistas ya era un premio jugar en Wembley ante uno de los mejores clubes del mundo.

Leer más: Se cumplen 90 años del primer partido narrado por radio

El día antes de la gran final, la plantilla se relajaba jugando al golf hata que apareció un pequeño gato negro que no dejó de incordiar a los presentes. Pese a que trataban de apartarlo, una y otra vez regresaba al campo. Entonces a Ferguson, delantero del equipo, le dio un pálpito y se lo compró a sus dueños a cambio de unas entradas para el partido. El gato, llamado Trixie, les acompañó al hotel de concentración (pese al entrenador) y al día siguiente a Wembley.

¿Dan mala suerte los gatos negros? No al Cardiff City ni a Ferguson, autor del único gol del partido. En el 72′, un remate del delantero se le coló inexplicablemente al meta del Arsenal, Lewis, entre las manos. El balón pasó bajo el brazo y en el intento de detener su avance, acabó metiéndolo hasta el fondo de la portería. Una jugada rocambolesca que provocó la desesperación de los gunners, que veían como se les escapa un título que tenían «ganado» en el Día de San Jorge, Patrón de Inglaterra, ante nada menos que un equipo galés. No contaron con el gato Trixie.

 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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