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Isaiah Thomas: El día en el que David sometió a Goliat

 

Ya no se lleva el 5 de Garnett. Ya no se ven los 20 de Allen o los 34 de Pierce. Ahora, en el TD Garden, está de moda el 4… Isaiah Thomas es el dueño y señor de copar los sueños de los aficionados del equipo más laureado de toda la historia de la NBA. Mide 1,75; y es el ídolo de Boston.

Tacoma, una pequeña población situada al suroeste del estado de Washington, fue la tierra que vio nacer a nuestro protagonista hace casi 28 años. Su padre, James Thomas, era un fiel fan de Los Ángeles Lakers. En una apuesta que aún no sabía que cambiaría su vida, se jugó con sus colegas algo curioso: Estaba tan seguro de que sus Lakers ganarían esa final en el año 1989 a los Detroit Pistons (con aquellos famosos Bad Boys), que si no ocurría llamaría a su hijo como la estrella del equipo rival. Para disminuir la humillación, sus amigos le dejaron añadirle una ‘a’ para que el nombre no fuese idéntico. Isaiah Thomas llegó al mundo con un nombre demasiado común… Y de la misma forma que el odiado Isiah, estaba dispuesto a reinar.

Drafteado en última posición del Draft 2011 por los Kings | Getty

Este descarado enano que triunfa en un mundo de gigantes, se presentó al draft en 2011 siendo seleccionado en la última posición por los Sacramento Kings. Tras tres grandes temporadas en las que sorprendió a propios y extraños, Thomas recaía en Arizona para jugar en los Phoenix Suns.

La pulcra elegancia y el perfume irlandés inundan un TD Garden donde diecisiete banderolas de campeón presiden el lugar con un imponente orgullo. Una de las mecas del baloncesto, que es precisamente uno de los lugares donde más difícil es escribir tu nombre con letras doradas. La sombra de Larry Bird, Bill Russell, Bob Cousy o Robert Parish son alargadas. Las exigentes memorias de la afición verde aún recuerdan con nostalgia leyendas como Paul Pierce, Kevin Garnett o Ray Allen. Dentro de semejante grandeza, un enano ajeno a todo esto, quiere colarse sin piedad en las memorias de los fieles asistentes para no ser olvidado jamás. Entre el 00, el 33 o el 6… Una nueva bandera quiere reinar en lo alto de Massachusetts: Con paciencia, espera que el 4 que acompañaba en la espalda a su nombre mientras asesinaba a sus rivales, ondee en lo alto de uno de los templos del baloncesto.

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Marcus Thorton y una primera ronda del año 2016. Eso fue lo que costó Isaiah Thomas a los Boston Celtics. El 19 de Febrero de 2015, aterrizó en la capital del Estado de la Bahía, metiendo 21 puntos frente a Los Ángeles Lakers en su debut tres días después. Un año después, fue elegido como suplente en la Conferencia Este para el All Star de Toronto. Pobres incrédulos sopesaban la posibilidad de que el cénit del base estuviese cerca. Otro año más, y con un máster en callar bocas, Isaiah volvió a superarse a sí mismo. Ya no solo era Phoenix… Ya no solo era Sacramento… Ya no solo era Boston: Todo América estaba a sus pies.

Brad Stevens e Isaiah Thomas, amor mutuo en el TD Garden | Getty

Con casi 30 puntos por partido, y solo con Westbrook por delante en la carrera por ser el mejor anotador de la temporada, Isaiah está firmando una temporada colosal, solo al alcance de los más grandes. Con Muggsy Bogues, Spud Webb o Nate Robinson en la retina, y con 1,75 de puro talento, el Rey del último cuarto mantiene a los Celtics segundos, siendo en la actualidad el principal candidato a acabar con la dictadura con mano de hierro con la que los Cleveland Cavaliers tienen sometida a la Conferencia Este.

El último exponente de lo romántico, de lo incongruente y de lo rebelde. El heredero de ese inconformismo llevado a una cancha de baloncesto del que Allen Iverson tanto presumía. El principal enemigo de lo cuadriculado, de lo establecido, de lo común, de lo que tiene que ser. El arquitecto de la esperanza en miles de niños que sueñan con reinar en el que por lógica no debería ser su deporte. El baluarte de la arrogancia. Todo esto y mucho más es Isaiah Thomas.

Nos enseñó que los esquemas son la excusa de los cobardes que no tienen el suficiente valor para conquistar sus sueños. Nos enseñó que David podía reinar en un mundo lleno de Goliats. Y por esto, y por todo… Gracias.

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