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Isaiah Thomas, DeMarcus Cousins y las segundas oportunidades

Para un fan del género documental como me considero que soy, y después de haberme visto como mínimo todos los Informes Robinson, 30×30 de ESPN y demás programas del estilo, si algo tengo claro es lo complicado que es llegar a ser deportista profesional. Muchos de los que llegan a la cima coinciden en su característica historia de suerte o casualidad, a veces buscada.

La NBA no es una excepción. Si ya es difícil de por sí llegar a ser profesional, imagínense lo que debe de costar llegar a la élite. Cualquier jugador de baloncesto nacido en Estados Unidos, Europa o en un país perdido de Oceanía, sabe que su techo pasa por jugar en esa liga. Sabe lo que significa jugar para una de esas 30 franquicias y que la puerta para acceder a la NBA quizás solo se abra una vez en la vida.

Jugadores como Isaiah Thomas o DeMarcus Cousins saben bien de lo que hablo. Ambos llegaron a la liga por caminos muy distintos. El primero sobre la bocina, cuando los Sacramento Kings le eligieron en el último puesto del draft de 2011. El segundo había sido elegido un año antes por el mismo equipo y, al contrario que Isaiah, era el mejor pívot de su generación. Tenía una plaza asegurada.

Los caminos opuestos no impidieron que los dos coincidieran en el éxito. Llegaron a lo más alto y pusieron su nombre al lado de los más grandes de la NBA. Tres años después de coincidir en el All Star Game de 2017, sus trayectorias y circunstancias se volvieron a unir en la última agencia libre, esta vez en el lado más amargo de la profesionalidad.

Dos lesiones diferentes pero igual de letales dejaron en el dique seco a ambos durante meses. Ahora, tras pasar más tiempo que nunca recuperándose debido al parón por la pandemia, ambos aseguran estar en forma, pero ya nada es igual. Dos jugadores que en 2017 bien valían un contrato máximo, viven obligados a arrastrarse entre agentes y franquicias para conseguir una mínima oportunidad.

Son los olvidados. Como si el jugador que un día fue el pívot más dominante de la liga ya no fuese capaz de completar una rotación interior. O como si el que un día fue el King in the Fourth, el rey del clutch time,  no mereciese una plaza en un equipo por encima de un rookie de segunda ronda. Sus caídas debido a las repetidas lesiones fueron duras, pero más duro es volver a pasar por el camino que un día ya hicieron. Un crédito que supuestamente ya tenías ganado y que ha pasado a cero.

El que más suerte ha tenido hasta el momento de los dos, DeMarcus Cousins, ha conseguido un año de contrato no garantizado con los Houston Rockets por el salario mínimo. Suena a poco para alguien que fue elegido entre los mejores quintetos de la temporada hace no tanto, pero refleja la poca confianza que tiene la liga en que vuelva a ser el jugador que fue. Duro pero real. No se prevé que vuelva a jugar hasta 2021, pero las primeras filtraciones indican que el jugador está entrenando a gran rendimiento.

En la otra cara de la moneda está el pequeño Isaiah. Varios periodistas cercanos a su círculo también han filtrado que el base se encuentra en un estado físico excelente, de hecho ha participado en entrenamientos con Kyrie Irving y Kevin Durant dejando buena impresión. Por el momento ningún equipo ha llamado a su puerta y tiene que esperar su oportunidad. Una realidad triste pero que refleja la dureza del alto nivel. Ojalá que Isaiah tenga suerte y la puerta de la mejor liga del mundo se le abra una segunda vez.

Imagen de cabecera: Imago.

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