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Hoy se juega en Sarajevo, Chorzów y Bruselas

Italia en Sarajevo ante Bosnia y Polonia en Chorzów ante Países Bajos, se juegan una plaza entre las tres, Bosnia ya está descendida, para estar en las semifinales de la Liga de Naciones. Con España y Francia ya clasificadas, la última plaza se dirime entre Bélgica y Dinamarca en Bruselas.

La Azurra de Mancini asegura el pase ganando a una Bosnia que la espera sin Edin Dzeko. Mancini está cambiando la forma de jugar de Italia durante años, ya lo intentó Prandelli en su día y ahora Roberto busca un estilo de juego más asociativo. El propio Mancini es un entrenador distinto al que demostró como técnico de club. Su perfil en la Nazionale se acerca más a lo que fue como jugador que como técnico. No estará presente porque dio positivo en coronavirus y en el banquillo se sentará Alberigo Evani. Su zurda cautivó primero San Siro y después el Luigi Ferraris, en la década de los 90.

Si Italia pierde, el que gane en Polonia estará en semifinales. Aunque a Países Bajos le bastaría un empate italiano si gana, para estar en la final a cuatro y vengar aquella semifinal de la Euro 2000, en la que Toldo reservó mesa junto a Zoff, Zenga y Buffon, para cenar junto a los mejores porteros italianos de la historia.

Polonia aún mantiene a Szczesny, Grosicki y Lewandowski de la generación que devolvió al mapa a una histórica del fútbol europeo, en aquella Euro 2012 de la que fueron organizadores junto a Ucrania.

Países Bajos emite señales contradictorias. Koeman consiguió de nuevo ilusionar al fútbol neerlandés tras quedar fuera de la Euro 2016 y el Mundial 2018. Su marcha al Barcelona cayó como un jarro de agua fría. Llegó al banco Frank de Boer, que falló un penalti en aquella semifinal de Amsterdam, con dos asignaturas pendientes, una en cada área. En la propia por las bajas de Van Dijk y De Ligt y en la contraria por la ausencia de un gran nueve. El país que alumbró a los Van Basten, Kluivert, Van Hooydonck, Hasselbaink o Van Persie, ahora no encuentra un gran relevo a tanto mito de cara a gol.

La Bélgica de Lukaku y De Bruyne sigue opositando para instalarse definitivamente en la élite del fútbol europeo. Durante casi tres décadas, los belgas seguían echando de menos a los Pfaff, Gerets, Vercauteren, Scifo, Ceulemans y compañía. Su feroz manera de competir en los 80, les llevó a jugar una final europea y unas semifinales del mundo en su década mágica. La generación actual tiene más calidad que aquella y Roberto Martínez le está dando las herramientas tácticas necesarias para poder competir hoy día.

En Dinamarca asoma una generación destinada a dar una alegría gorda al fútbol danés. Lejos del nivel de la Dinamita Roja ochentera de los Morten Olsen, Michael Laudrup y Elkjaer-Larsen. Su camiseta roja y blanca de rayas y cuadros aún se recuerda. Tampoco serán ya la sorpresa del 92, con Schmeichel, Brian Laudrup y Flemming Povlsen a la cabeza. Estaban en la playa y Möller Nielsen los reclutó para suplir en la Eurocopa de Suecia a una Yugoslavia ya inmersa en una cruenta guerra, que cambiaría para siempre el mapa de Europa.

Pero esta generación que lidera Schmeichel hijo en la portería, el frío y talentoso Eriksen en el mediocampo y Yussuf Puolsen arriba, está jugando bien y hoy tiene la oportunidad en Bruselas de asestar un golpe de efecto extraordinario, si consigue derrotar a Bélgica y colarse en la final a cuatro.

El fútbol de selecciones es el más puro que nos queda. Cuando buceas un poquito en él, es un caladero de historias apasionantes, en pasado y presente. Cuidémoslo.

Imagen de cabecera: JOHN THYS/AFP via Getty Images

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