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Fútbol Internacional

Cara y cruz

El Bernabéu acogía el enfrentamiento entre España y Brasil en un amistoso contra el racismo. Los de La Fuente salieron al terreno de juego con su principal seña de identidad: tener el balón. La Roja brilló en el primer tiempo. La magia de Lamine Yamal y su sorprendente descaro a su temprana edad, se hicieron presentes. Rodri, pilar de este equipo, tiró de galones para marcar el primero de penalti, con una dedicatoria especial a su abuelo, quien falleció recientemente.

España estaba en ventaja, en el césped y en el marcador. Las botas de Dani Olmo buscaron un resultado más holgado y que hiciera más justicia a su puesta en escena. El de Terrassa marcó un golazo, con caño incluido y ejecutó una exhibición como mediapunta. El jugador del Leipzig volvió a demostrar que es una pieza clave del engranaje español.

Antes de llegar al descanso, Rodrygo aprovechó un error de Unai Simón para reducir las distancias. En el segundo acto entró el joven Endrick para poner en tablas en el marcador a escasos minutos de su presencia.

Los últimos dos goles se llevarían a cabo desde los once metros. Primero repetiría lanzamiento Rodri, que se marchó del encuentro con un doblete. Cuando el partido parecía sentenciado, el árbitro señaló de nuevo la pena máxima, que convertiría Paquetá para el empate final (3-3).

El encuentro no se tildó especialmente de amistoso; con duras entradas, gestos innecesarios, pitos a Morata y tangana final. Sin duda, las sombras de un partido en el que España, a pesar de brillar, no fue suficientemente efectiva para llevarse el encuentro.

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