Escribía en Twitter hace unos días que era normal que lo de CR7 al Napoli no se hubiese cerrado porque el astro portugués tendría que haber trabajado tácticamente para la verdadera estrella de la Serie A: KK77. Bromas aparte, el aterrizaje (o mejor dicho, el fulgurante despegue) del georgiano Kvicha Kvaratskhelia (algún día seré capaz de escribirlo bien sin tener que copiar y pegar) está siendo la gran sensación de este inicio de temporada en el Calcio.
Decía en una entrevista reciente Cristian Zaccardo, que actuó de intermediario en su fichaje por el conjunto partenopeo, que Kvaratskhelia podía convertirse perfectamente en “el Rafael Leão del Napoli”. Y es una comparación bastante bien tirada. Es cierto que el de Tiflis no tiene el control del balón en espacios reducidos del joven luso ni su exquisita protección del esférico, pero sí comparte con él la demarcación, la determinación, el regate, cierto sentido individualista del juego, un disparo desde fuera notable y una conducción veloz y voraz en cuanto encuentra espacios delante que acostumbra a ejercer de arma de destrucción masiva.
Además, ‘Kvara’ tiene un sentido del gol muy natural para no ser un nueve gracias a su lectura para atacar el segundo palo o asomarse a zonas libres de remate en el punto de penalti y a su aptitud para salir, perfilarse y golpear con cualquier de las dos piernas. Dos extras que le van a dar al Napoli de Spalletti un cuchillo para percutir y un martillo para golpear por la banda izquierda de los que ha carecido estos años con un Insigne mucho más interior y asociativo. Una navaja georgiana que combinada con la zancada felina, el repertorio de desmarques, la capacidad rematadora y el incordio constante para cualquier defensa rival que supone un delantero como Osimhen está dotando al equipo de una profundidad renovada y envidiable.
El ex del Rubin, con ese aspecto de tardoadolescente pueblerino, tímido pero vacilón y al que solo le falta saltar al campo con unas gafas Arnette blancas colocadas en la frente y un cigarrillo en la oreja, ya es un ídolo para Nápoles. Una ciudad que se ha quedado huérfana de referentes pero que se sigue entregando con un fervor y un amor seguramente desmedidos pero sinceros a aquellos futbolistas que más le hacen vibrar. Y nadie lo está haciendo como un Kvicha que ya cuenta con el típico mural napolitano con su cara en una de las paredes de la capital campana. Y si mantiene el nivel no sería extraño que más pronto que tarde alguien se animase a cubrir toda una fachada con su imagen de cuerpo entero y su rostro en una ventana para convertirlo en un lugar al que acudir a hacerle ofrendas al más puro estilo Maradona.
De momento, lo que sí es una realidad es que Kvaratskhelia está dominando este inicio de campeonato, está dotando a su equipo de la mayor productividad de la Serie A en buena parte gracias su frescura y al gran atajo hacia el gol y la generación de peligro que supone darle el balón en tres cuartos de cancha, y está permitiendo a este Napoli, que arrastraba infinitas dudas por la cantidad de pilares y kilos de carisma que había perdido en verano, ser el actual líder y soñar, por qué no, con que este sea por fin el año. El año en que el Scudetto vuelva a bordarse en el pecho de la maglia partenopea. El año en que ‘Kvaradona’ & co. tomen el relevo del equipo del Diego y el mito siempre presente dé paso finalmente al propio presente.
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