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Al fútbol le hace falta otro Mundial en México

Y de pronto la pelota cambió de color. La costumbre de ver el balón marrón transitar por prados verdes se perdió y en la Copa del Mundo de México ’70 la redonda se vistió de gala y la vimos, por primera vez en la historia, color blanco con negro.

Además de la revolución cromática de la pelota, en dicho Mundial se permitió utilizar cambios, aparecieron las tarjetas amarillas y rojas y la televisión transmitió a color dejando atrás el fútbol de los ’60 para comenzar esta nueva década de una manera distinta.

El mundo también estaba cambiando. Para 1970 las guerras estaban lo suficientemente distantes y el planeta mostraba vientos de cambio impulsados por la idea de anteponer la felicidad del hombre.

A México le tocó ser sede de una Copa del Mundo inigualable. El Estadio Azteca “retiró” a Pelé de los mundiales besando por tercera vez en su vida el máximo trofeo y construyó la leyenda de Franz Beckenbauer que con un brazo herido y vendado nos dejó una postal anecdótica en el conocido “juego del siglo” entre Italia y Alemania.

La contraportada de uno de los mejores mundiales de la historia fue la imagen de ‘O Rei’ con un sombrero charro en la cabeza mientras el Estadio Azteca se caía a sus pies.

Cuando todos pensaban que la única oportunidad para México de tener una Copa del Mundo en casa había sucedido, apenas tres torneos después, el país se convirtió en la primera nación en albergar otro Mundial que, al igual que el de 1970, marcó un punto y aparte en la historia del fútbol.

Sin tantas novedades en el juego, los ojos del universo se centraron en un chico de melena abultada que, con una camiseta a rayas, enterró a un grupo de ingleses que aún no conciben la forma en la que ‘El Diez’ mantuvo la pelota adherida a su pierna favorita.

La tarjeta roja más rápida de la historia se hizo presente y la mano de un ser divino tomó a una Argentina entera y la puso en lo más alto de su segunda y última Copa del Mundo, la de México ’86.

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“¡Argentina, campeón!” retumbó en cada asiento de un pletórico Estadio Azteca que se derretía ante Diego Maradona mientras su técnico, Carlos Bilardo, ganaba el máximo título futbolístico saliendo molesto por recibir dos goles de cabeza en la final. Increíble.

México coordinó ambos mundiales dejándonos a Pelé y a Maradona sentados en la cumbre más alta del fútbol y el país merece una tercera oportunidad.

Leer más: Los grandes favoritos para el Mundial de 2026

Ante el anuncio de que ni Europa ni Asia albergarán la Copa Mundial de la FIFA de 2026, Norteamérica ha visto el guiño y tiene en Estados Unidos y México a sus principales candidatos.

Alguna vez Edson Arantes y Diego Armando se inmortalizaron en el país azteca y al Olimpo del fútbol le hace falta un nuevo residente que bien puede seguir sus pasos y apartar su silla desde el Estadio Azteca. ¿No cree usted?

Monterrey, 1989. Si dirigiera, formaría un 4-2-3-1. En el norte de México, siempre Tigres; en el norte de Londres, Arsenal.

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