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El Werder Bremen no encuentra su sitio

Juanma PERERA – Érase una vez el 4º equipo de la Bundesliga. Ahora, como se dice, cualquier tiempo pasado fue mejor y en el Werder Bremen lo están notando. Si bien en esta temporada se quitaron de un plumazo la maldición de tres años consecutivos cayendo en 1a ronda de DFB Pokal, donde no están saliendo las cosas es en la competición doméstica. Hace dos temporadas, se fue de allí Allofs con la campaña en pleno apogeo porque veía que el objetivo principal del club, el de entrar en Europa, no se conseguía y, por el contrario, los de Bremen cada demporada se acercaban más a la zona de peligro que a la de privilegio. Y ahí están. Este año no han sumado aún una victoria en los partidos disputados. Comenzar el torneo empatando en el Olímpico, en el BayArena y en casa frente al complicado Hoffenheim es lo único que hasta ahora les ha valido para sumar. Además, justo en estos tres partidos empezaron siempre perdiendo los discípulos de Dutt. Luego, tres derrotas seguidas en el SGL Arena de Augsburgo, en el Volkswagen frente a Los Lobos y saliendo goleados de su propio campo por el Schalke 04, lo que supuso una tremenda subida de moral para los mineros, que puntuaron contra el Bayern y vencieron el Revierderby frente al BVB.

¿Qué tiene el Werder Bremen de Dutt?¿Qué le pasa? El equipo no puede, como antaño, fichar a grandes cracks y busca sacarlos de su cantera o hacerse con jugadores baratos y de nivel aceptable. Además, en este verano se fue el capitán, Aaron Hunt, un hombre que lo dio todo por los colores y, aún en los malos momentos, rindió bien, siendo el hombre más importante del equipo. Sin Hunt, los Petersen, Di Santo, Junuzovic y compañía no funcionan. Robin Dutt no ha encontrado la tecla y el equipo se rompe siempre en los partidos. Los jóvenes han tomado la iniciativa. Davie Selke, estrella de la Mannschaft Sub19 y Marnon Busch han aportado algún gol esta temporada y cuentan con minutos. Ellos responden. Pero el equipo en su conjunto no da una. Ni siquiera, en la portería. Sebastian Mielitz acabó cediendo el puesto a Raphael Wolf la temporada pasada y el equipo fue uno de los clubes más goleados. Este año, Dutt cuenta en su plantilla con Wolf y con dos promesas, una de ellas, recién llegada. Quizás, para empezar a hacer un buen equipo, lo importante es iniciar por los cimientos y, de momento, la alta cifra de goles encajados tira este plan a la basura.

De momento, ocupan plaza de descenso y son los más goleados, con 15 goles encajados en seis jornadas. No han ganado (tampoco lo han hecho el Hamburgo SV y el Friburgo, su próximo rival). Pero es que tras el parón de selecciones llega la visita al todopoderoso Bayern Múnich. El Bremen no encuentra su juego. La afición se lamenta cada fin de semana y ésto no arranca. Haber sacado sólo 3 puntos de 18 posibles es un bagaje muy pobre para un club de los importantes. Cuando el mercado de fichajes no ayuda y más que venir refuerzos, se te van hombres importantes, el club lo sufre. ¿Cuestión de táctica? Más bien, de forma de jugar. La herencia del Schaafismo es alargada y, aunque Dutt no llega a ese nivel de juego, la suya es una manera de ver el fútbol algo parecida a la de su predecesor, con toque propio. Y eso está claro que sirvió en su día, pero que anda algo obsoleto en la 1.Bundesliga actual.

El Werder Bremen no es el de hace una década. Aquel Werder del doblete contaba con: Friedrich, Micoud, Rolfes, Aílton, Klasnic, Haedo­Valdez… Aquello era caviar, lo que hay ahora es un plato combinado de bar de carretera con mucho condimento. Hace falta mucho, solidez táctica, concentración, puntería… Lejos quedan aquellos tiempos y ahora el pasado no les hará ganar puntos. Robin Dutt tiene margen para concienciar al club de que "Se puede" y no hacer ver que "Es imposible". Quizás, es eso, que cualquier tiempo pasado fue mejor y que, ahora, el Werder Bremen debe estar en un segundo plano y pasar por la liga asimilando que su objetivo es, simplemente, salvarse.

Puerto de la Cruz (Tenerife), 1983. Bloguero en fase de evolución. Amante del fútbol global, blanquiazul de corazón y rossonero por aficción a este señor deporte. Conocido en el mundillo como "Humilde Aficionado". El balón, nuestro mejor amigo.

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