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Fórmula 1

Fórmula 1, talento, más allá y suerte

Jorge Majdalani | La suerte es muy cochambrosa, dicen. Y en la Fórmula 1, aunque parezca que no, a veces hay que contar con un porcentaje bastante alto de qué llevarse a ella y de cuánto de ella hay en tu ‘bolsa’ de trabajo. El caso de Alonso sirve de buen ejemplo. Este 2015 fue otra vez para Hamilton y ganó bien. Cómodo, (¿sencillamente? se oye) porque es mejor piloto que Rosberg. No hay más. Y pare usted de contar.

Hasta aquí podríamos catalogarle. Esa es la razón principal por la que se hizo con el título este año y el anterior y, quizás, el próximo. Y es que a pesar de que en este mundo de los coches que ‘giran y giran alrededor de un circuito’, todo es relativo y así se ha visto desde las épocas de Fangio, pasando por la de Senna, dando una vuelta por la de Schumacher, viviendo la de Alonso hasta la de hoy día.

Ser o no ser mejor que los 19 pilotos restantes es donde juega, por alguna parte, esa suerte del principio, ya que, aunque pueda o no ser no ser el factor determinante, es el que está unido a tantos otros en los que te arrebate un título de campeón del mundo o te deje en la estocada, vagabundeando por las pistas. Retomando las cartas, vengo a decir que sí; que Hamilton es justo campeón. Porque es muy bueno, porque además, tiene talento. Talento innato. Y Hamilton, de ese preciado bien, anda sobrado, muy sobrado. Rosberg, en cambio, no. Me explico.

La diferencia entre ambas personalidades de los coches de la estrella es que el inglés es un despiadado de las carreras. Como ese lobo solitario hambriento que cuando huele el miedo de su presa le hinca el colmillo con tal voracidad que no da tiempo a segundas oportunidades. Se vio varias veces. Varios años.

Rosberg, en cambio, pasará como el chico secundario del todopoderoso campeón. Como lo fue Fisichella. Como lo fue Barrichello. O Webber… Es rápido. Muy rápido. Y con características que sólo él tiene, como saber diferenciar cuándo atacar de cuándo no o cuándo leer a tu rival y cuándo no. Por ejemplo. ¿En cuentas pequeñas? Lewis seguirá a un ritmo imparable en 2016 y si nadie le frena, irá directo desde el primer test a su cuarto título. Donde tiene el poder del palmarés de la parrilla actual un joven alemán.

Vettel se volvió a encontrar con el que es él; un tipo victorioso, avispado y hasta feroz cuando se lo propone, donde el 2015 demostró que el de Ferrari sabe atenerse a los retos. Con suerte. Otra vez. Con un coche que le llegó de donde nadie sabía que iba a llegar, ya que es completamente diferente al anterior bólido rojo de Alonso en 2014. Tanto que algunos ‘cuñados’ llegaron a dudar de lo que el español les dio en sus últimos años a lo que el rubio cuádruple les hizo devolver esta temporada. Por lo que, con un coche fuerte, unido a lo que dé de hablar, puede hacer cosquillas a los Mercedes en su lucha por el mundial. Difícil. Muy difícil. Si, son los que más cerca están, pero esa es la parte más complicada de la Fórmula 1: llegar a acomodarse y sentarse en la victoria.

Por su parte, Alonso llegaba a McLaren con Honda. Sueños. Poder. Ilusión. Y de más que no cabe en una temporada como ésta. Pero sí. Era eso; un espejismo. Porque se encuentra en un lugar de esos de espiral, donde parece imposible salir sin rendirse. Un año en los que prometía, otra vez, pero con distinto universo saliendo de un planeta que se hacía cada vez más pequeño. Él quería un nuevo reto, una motivación necesaria que había divagado por los cinco coches rojos que tuvo hasta que se diluyó. Ahora la encontró… pero la fuerza es ahora la que se esconde.

Y es que, es cierto que Fernando ha dicho una y mil veces que está disfrutando del proyecto de McLaren-Honda, de la cultura japonesa, que pretende devolver la gloria a este equipo partiendo de cero, que los tiempos mejores volverán, que la palabra paciencia es su amiga, que… Pero Fernando, feliz en su vida personal, ilusionado con su nueva aventura en McLaren y la F1 no podía ocultar en determinados momentos de la temporada su comprensible decepción. Sobre todo en sitios como Canadá y Austria, por ejemplo, después de España y Mónaco donde parecía que el coche iba a ir mejor.

Porque lo que ha encontrado no es lo que esperaba. Realmente el doble campeón español no podía pretender ganar en las primeras carreras, ni estar en el podio o quizá ni entre los cinco primeros, pero de una escudería como McLaren y un fabricante como Honda no era entendible una situación en la que los coches se rompían carrera tras carrera, los motores apenas tenían potencia y llegar a los puntos parecía una quimera. Por mucha voluntad y fe que tuviera el asturiano la situación era muy difícil.

A todo esto se unía la situación de un deporte como la Fórmula 1 del que Fernando a veces se siente hastiado, aburrido, harto. La falta de test, de evolución, los coches lentos…El pasado año, tras acabar su relación con Ferrari, antes de decidir aceptar la oferta de McLaren, estuvo a punto de tomarse un año sabático. En el equipo inglés le hubieran esperado, pero Fernando decidió subirse a bordo desde el principio.

Ahora, la intención del asturiano es concluir su contrato de tres años con McLaren-Honda, pero todo dependerá de los resultados y de la valoración que vaya haciendo del proyecto, así como de lo atractiva que pueda resultarle la nueva F1 que se plantea para 2017.

Igualmente, el asturiano sabe por qué eligió este proyecto, el por qué arriesgarse al continuar. No se sabe de qué forma habrá brillo en 2016 para los de Woking, pero sí que se va a intentar desde el primer alfombrado en el que se presente el nuevo monoplaza.Porque el futuro es la esperanza. Habrá un mañana mejor. La esperanza. El día después. Eso por lo que uno está y por lo que se quiere terminar. Pero sin empezar. Pero también el presente. Hoy. No es fácil asumir que el viaje también es un destino. Y en esas está este doble campeón que tan felices nos hizo, caminando poco a poco, antes de correr, antes de volver a volar. A ganar. A esa victoria que necesita para vivir. Pero que llegará.

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