Síguenos de cerca

Sevilla

Dicen que nunca la pierden

Lo del Sevilla podría ser una práctica de brujería, superstición, la fe en su máximo exponente. Siete de siete. Nadie se lo explica; menos en una temporada de malos presagios. Quizá en ello resida lo más mágico de esta Europa League. Pegarse un tropezón, atascarse en un laberinto hasta encontrar una puerta encantada. El premio a salir de la oscuridad.

Los andaluces necesitaban un arrebato para romper la línea defensiva. El conjunto de Mourinho, aplicado, custodiaba su área de los centros laterales y los intentos por dentro de aquellos intrusos que no eran bienvenidos. Allí no cabía ni un alfiler. Luperca estaba muy implicada en proteger a sus gemelos.

Ocampos volvió a mostrar que es un fiel creyente de la doctrina y Rakitic, enfundado en su buzo de trabajo, sostuvo a los suyos con esfuerzo y corazón. El rival volvió a envenenarse con ese centro de Navas que tantas veces hemos visto, en bucle. Lamela y Suso reactivaron la convicción. El siete del Sevilla fue el factor diferencial. Salió al campo con el Ki que le llegaba desde Nervión. El príncipe Saiyan no soltó nunca el radar para seguir buscando la séptima. Bono para rozar el metal, y Montiel para acariciarlo confeccionando una historia propia de guion inmejorable.

Mendilibar es una victoria colectiva, compensatoria. El artífice de la metamorfosis de un equipo que ha catapultado hacia la gloria. La humildad y la sencillez; sin apariencias, sin fanfarronadas, sin rigidez, sin fingir ni un solo suspiro. Las finales no imponen dress code en su invitación. No tiene miedo a pisar los charcos y pringarse de barro, no le preocupa despeinarse, no le importa usar colonia del supermercado. Cuando la loba le enseñaba los colmillos, no se arrugó; el zorro de Zaldibar sosegó a la fiera. El fútbol, a veces, nos regala una palabra que por sí sola crea tantas dudas: justicia. Tras 26 años dibujando flechas en una pizarra, el técnico vasco ha fabricado un relato precioso. No sabe si va a renovar, mientras algunos tenemos claro que con él nos iríamos al fin del mundo.

2006, 2007, 2014, 2015, 2016, 2020, 2023. Siete fechas. El sevillismo las tiene tatuadas en una piel que se eriza de emoción. Licencia poética, arte, sístole que empuja la sangre. Alma, duende, dogma. Dicen que en el Sánchez-Pizjúan hay una marea que se eleva y engulle la arena, dicen que nunca se rinden, dicen que nunca la pierden. No es una leyenda urbana, no es una falacia. La Giralda, presume.

Imagen de cabecera: Getty Images

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

Comparte la notícia

No te lo pierdas

Más sobre Sevilla