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El Rey Carlos V de Anoeta

En algún lugar de San Sebastián existe un rey de raíces mexicanas, por irónico que parezca, que con su talento y astucia se apoderó de los corazones de los nobles habitantes de esa tierra.

Nacido en el paradisiaco caribe americano, desde pequeño, Carlos V deslumbraba por su capacidad para penetrar trincheras rivales,siendo llamado por su nación para comandar un ejército de niños héroes en una expedición a Perú en donde conquistaría, ante todo pronóstico, la cima más alta de la Cordillera de los Andes siendo campeón de aquel Mundial sub 17 disputado en 2005.

Cuando era cadete en la academia de infantería más popular de México, en Guadalajara, su ambición fue valorada por una histórica tropa inglesa, la cual muestra un cañón como escudo,que lo reclutó para continuar su formación como “bombardero” aprendiendo a perforar defensas con sólo ubicar fijamente su mirilla.

Después de un corto tiempo con la artillería del norte de Londres, fue enviado a España para mejorar sus técnicas de combate. Salamanca, Vigo y Pamplona sirvieron de preparación para que Carlos V mostrará un progreso en sus habilidades, y así,fue regresado por su antiguo batallón para cumplir sus últimas misiones en suelo británico.

Su arsenal no fue suficiente y terminó siendo cedido a West Bromwich antes de arribar a San Sebastián donde se convertiría en rey unos años después.

Parece que el estar cerca del mar hace que Carlos enseñe sus destacadas condiciones. Apenas asentándose en la costa del golfo de Vizcaya vimos en él sus mejores tardes en prados del Viejo Continente, colocando a su equipo en el mapa de Europa.

El destino le sonreía y Carlos V conquistaba multitudes flanqueado por un ejército de donostiarras que hicieron de Anoeta una fortaleza. Se autonombró “rey” en las redes sociales y creyó que su nombre quedaría marcado por siempre a la orilla del océano.

Sus habilidades como monarca pronto se desvanecieron y el pueblo perdió la confianza en él. La sonrisa característica de Carlos V se transformó en un serio semblante de preocupación, buscando el exilio en naciones donde le aseguraran tranquilidad y riqueza.

La primera parte de la actual “Guerra de La Liga” terminó entre los rumores de que la figura de Carlos caería pero no contaban con que su majestad tomara nuevos bríos en la recta final de la lucha.

Hoy, en la nación de los txuri-urdin, las esperanzas de que la Real abandone el abismo, ocasionado por las sensibles bajas en sus recientes combates, recaen sobre la táctica que el Rey Carlos V de Anoeta pueda establecer ante sus próximos rivales.

Monterrey, 1989. Si dirigiera, formaría un 4-2-3-1. En el norte de México, siempre Tigres; en el norte de Londres, Arsenal.

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