Cuando comunicamos cada persona da a conocer una forma de ser, de pensar, de estar. Transmitimos una serie de valores, creencias y pensamientos que marcan nuestro código.
Hay entrenadores que comunican muy poco durante la semana y por ello el día del partido quieren hablar por todos los días que no lo han hecho, pretendiendo que sus jugadores asimilen todos los conceptos tácticos y estratégicos de golpe. Muchas veces esto sucede por la necesidad de vencer la angustia del propio entrenador, cuando empiezan a ejercer, les crea inseguridad el no saber que decir en los momentos del partido.
Por todo ello, uno de los temas que suele atraer a los entrenadores y en el que menos tiempo de planificación se invierte, es en pensar y diseñar el mensaje que van a transmitir en el vestuario. Muchas veces nos centramos en el ¿Qué digo? Y nos olvidamos del ¿Cuándo?, ¿Cómo? Y ¿A Quién?
El objetivo es llegar al jugador, activar esa tecla a la que no todos entrenadores acceden, es entonces cuando nos ponemos manos a la obra cuando realmente detona el propio carácter del entrenador, saliendo a la luz sus rasgos de personalidad, su saber estar, el conocimiento de la situación y de sus jugadores, su capacidad de comunicar y transmitir, su expresión corporal, su persuasión, la capacidad de mostrar plena confianza o por lo contrario, de ser el rey de los miedos e inseguridades.
Lo ideal sería que se realizase entre una y dos horas antes de salir al campo, cuando los jugadores todavía se encuentran receptivos y no envueltos por la tensión propia del momento.
Debido a la proximidad del comienzo del partido, el jugador no está predispuesto para tener una conversación larga y compleja, siendo lo más apropiado una conversación sencilla y clara, con una duración breve y no repetitiva, para poder mantener la atención a un nivel óptimo sería conveniente utilizar entre 10 y 20 minutos máximo.
Dependiendo del partido, una duración mayor puede sobrecargar de información a los jugadores, dispersar demasiado sus ideas y provocar la activación del “piloto automático” con el que se produce una desconexión total, en cambio una duración menor es fácil que no logre la mentalización adecuada.
Su finalidad es motivar a los jugadores reduciendo su tensión y activándolos para el inicio del partido, cuyo principio fundamental es transmitir positivismo, cargado de seguridad, fuerza, confianza y por supuesto, evitar cualquier mínima duda antes de saltar al campo, aunque en ocasiones se tenga.
Se llevará a cabo de forma individual y colectiva, sería conveniente no ensalzar el juego del rival ni hablar de nuestros puntos débiles. Si actuamos de esta manera aportando excesiva información de las virtudes del equipo contrario, los propios jugadores acabaran sobrevalorando excesivamente al rival y saliendo asustados al campo. Con esos argumentos generaremos dudas en nuestro equipo, alejándonos del objetivo previsto que no es otro que crear un clima de confianza y seguridad para saltar al campo.
Las claves las tenemos en aprovechar este momento para reforzar las virtudes de nuestro equipo y en utilizar recordatorios de lo trabajado en la semana de entrenamiento con refuerzos positivos.
Como cada jugador es diferente, el entrenador tendrá que ser lo suficientemente hábil para ver que necesita cada futbolista en este momento tan puntual, por lo que a la hora de hablarle habrá que tener en cuenta las palabras que se emplean, destacando las fortalezas del jugador y evitando las palabras negativas.
Por último puntualizar varios factores a tener en cuenta a la hora de diseñar el mensaje:
1º- La categoría a la que estamos entrenando.
2º- Las características psicológicas del grupo que dirigimos tanto de forma individual como a nivel de equipo.
3º- La fase de la temporada en la que nos encontramos.
4º- El contexto en el que se encuadra cada partido:
– Importancia del partido al que nos enfrentamos.
– La racha de resultados que llevamos en los últimos partidos.
– Nuestra posición en la tabla.
– El clima del vestuario.
– Nivel de entrenamientos durante la semana.
– El conocimiento que tenemos del rival.
– La repercusión de los medios de comunicación.
Comunicar no es hablar bien o con un lenguaje muy técnico y elaborado, sino lograr que el mensaje llegue a donde nosotros queremos, para ello debemos de adaptarnos a nuestros deportistas facilitando el camino.