Su productividad y capacidad para crear peligro constante están haciendo de Perisic uno de los jugadores más determinantes de la EURO 2016, a la altura de Bale o Payet, y en el encargado principal de convertir en resultados el buen fútbol de una Croacia que ya ha puesto en marcha su candidatura al título tras ganar a España.
En el equipo que Modric lidera y en el que Rakitic plaga de viveza, calidad y clase definitoria la frontal adversaria, Perisic se ha situado a la par que las dos estrellas de Croacia y está siendo el imán que atrae casi todos los ataques de la selección balcánica cuando puede transitar. Su estado de forma es excepcional y lo demuestra con sus efusivos esfuerzos defensivos y con su largo recorrido sobre el césped. Por este motivo y aunque quede exento de ejercer la presión en la primerísima línea, Perisic está siendo igual de imprescindible para una Croacia más junta y replegada, por su generosidad y sus aptitudes para ser apoyo por alto y receptor de juego directo, que para una Croacia con mando y capacidad para ser vertical, debido a su amplitud y a su punzante profundidad desde el perfil izquierdo.
La velocidad, el dribbling, la pegada, el sagaz olfato para sumarse al corazón del área cuando la pelota llega por el costado derecho y el genuino talento para salir de la marca hacia fuera y hacia dentro de manera indistinta para chutar o servir envíos de oro al punto de penalti con ambas piernas; hacen de Ivan Perisic el afilado cuchillo de doble filo que Croacia guarda bajo la manga de la chaqueta de su esmoquin para hacer daño al rival. Dotes completas y variadas que sólo un jugador prácticamente ambidiestro como él puede desatar para generar dudas continuas en su marcador a la hora de meter o no el pie e ir así haciendo retroceder a las zagas rivales al completo, que casi siempre optan por recular.
A sus 27 años, Perisic ha dado ya muchas vueltas: surgió en el Hadjuk, pasó por los juveniles del Sochaux, fue rechazado por el Hertha antes de convertirse en el máximo goleador y mejor jugador de la liga belga en el Brujas, se ganó su pase al Borussia Dortmund donde a pesar de una buena primera campaña no terminó de cuajar y salió en dirección Wolfsburgo para asentar en la élite y llegar al Inter de Milán. Y ahora, está dispuesto a seguir corriendo sin que nadie lo pare para convertirse en uno de los mejores jugadores de la EURO 2016 y asentarse inmediatamente después en el nuevo proyecto chino del Inter como un punto de referencia fundamental para el esquema de Mancini.
Su inicio de temporada en el Inter fue tan malo como desconcertante. Su nivel de participación era nulo y su talento ni se apreciaba. En el 4-3-1-2 que Roberto Mancini utilizaba en un principio, Perisic se colocaba como mediapunta. Un sinsentido táctico para el croata que veía como su mejor fútbol se ahogaba jugando por dentro por mucho que Jovetic bajase a la zona de tres cuartos para tratar de asociarse. Su propio entrenador le negaba la banda, le cortaba de raíz su enorme despliegue, le impedía atacar los espacios y, pese a ser un tipo válido para recibir al pie, lejos de la línea de cal no tenía ninguna utilidad. Sin metros por delante no podía ser letal como es ahora y quedaba abocado directamente a convertirse en un jugador superfluo que parecía totalmente condenado a ser el enésimo fichaje fiasco de los nerazzurri en la época reciente.
El cambio de sistema tras haberse acabado la buena racha basada en la racanería y la férrea defensa de principio del curso, elevó las condiciones de Perisic y el croata empezó a funcionar más que bien prácticamente por sí mismo y sin requerir realmente demasiado del nuevo entramado táctico. Desde que Mancini dispuso el 4-4-2 y el 4-2-3-1 de forma improvisada, el extremo interista ganó vigor, encontró su sitio y firmó un rush final de temporada encomiable, demostrando un nivel notable y convirtiéndose en el mejor jugador de la plantilla en ese tramo para terminar la campaña como máximo asistente, con seis pases de gol, y segundo goleador del equipo tras Icardi, con siete tantos, pese a haber jugado únicamente 26 encuentros como titular en la Serie A.
Si consigue despojarse definitivamente de su barniz de frialdad y asienta el carácter necesario para pedir, buscar y exigir el balón aún cuando en condiciones naturales no le llega el cuero a su perfil predilecto, Ivan Perisic está demostrando en Francia que tiene todo para convertirse en todo un baluarte en el Inter 2016/2017, al mismo tiempo que va alcanzando su pleno estado de madurez dentro de un contexto siempre difícil pero que aspira a ser nuevamente grande.
Este es su gran momento -el mejor de su carrera hasta ahora-, está desatado, rebosa confianza, está mostrando sus mejores condiciones y aptitudes y debe verse obligado a prolongarlo de cara a la próxima e inminente temporada para confirmar su vitola renovada de futbolista diferencial. Siempre y cuando Mancini le permita esta vez ser quien verdaderamente es, el Inter tiene un filón que ha dejado de pasar desapercibido para ser ahora tan desequilibrante como irremplazable. Tal y como está haciendo con Croacia para regocijo de sus compatriotas.
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