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Fútbol Español

El lado oscuro de la jornada 36 de la Liga

Infierno. Jugó tanto con fuego… que se quemó. A falta de dos jornadas para el final, el Levante es oficialmente equipo de Segunda División. Lo es tras seis temporadas consecutivas en la máxima categoría, algo que no había logrado en su historia. Lo es tras firmar temporadas inolvidables: llegó a ser sexto, a jugar Europa League, a ser líder y a disponer algunos de los mejores goleadores del campeonato (Caicedo, Koné o Martins). Su derrota ante el Málaga (3-1) le sentenció definitivamente.

Penumbra. El Deportivo se complica de una forma insospechada. Solo ha ganado un partido de los últimos 20 y está a cuatro puntos del descenso con seis por jugarse. Sus rivales, dos de los cuatro mejores del campeonato: Villarreal y Real Madrid. Además, no podrá contar con Borges para visitar El Madrigal. Ya se habla de la no continuidad de Víctor Sánchez la próxima temporada.

Tormenta. La forma en la que el Valencia va a acabar la temporada es poco menos que desastrosa. Tras coquetear con el descenso, sufrir un 7-0 del Barcelona en Copa y caer eliminado en un grupo asequible de la Champions -y ante el Athletic en Europa League- lo único que faltaba era que el Villarreal, el vecino, con hasta diez suplentes, ganara en Mestalla y se clasificara en sus narices para la próxima edición de la Champions League. Esa competición de la que se han quedado a nada menos que 20 puntos. La última vez que se oirá el himno de la Liga de Campeones en el estadio valencianista durante el próximo año será en el radiocasete que los jugadores amarillos pusieron en el vestuario. Un bochorno.

El gatillazo. El Espanyol acabó ganando al Sevilla y con ello lograr tres puntos de oro para la salvación virtual. Sin embargo, sufrió lo que no está escrito para llevarse el triunfo, todo por culpa de una desafortunada puntería. Hasta tres veces remataron a los palos hasta que marcó Caicedo.

El ‘malo’ de la película. El Celta ganaba con autoridad y buen juego en San Mamés, hasta que Gustavo Cabral lo estropeó todo. Literal. Cometió un absurdo penalti por agarrón a Aduriz que propició el empate, y luego dejó a su equipo con diez levantando la pierna hasta la cara del propio delantero bilbaíno. Era la primera parte y al Athletic le dio tiempo a remontar y ganar el partido. Los de Berizzo se despidieron así del sueño de la Champions.

Silbato oxidado. El Levante es equipo de Liga Adelante por deméritos propios, pero el empujón definitivo lo sufrió en sus carnes esta misma jornada, cuando Morales marcaba el 1-2 que suponía la remontada y la esperanza. Pero el árbitro, Vicandi Garrido, no dio el gol por un fuera de juego inexistente. Minutos después, el Málaga se aprovechaba el desconcierto granota y firmaba dos tantos más. «No sé si él seguirá luego llorando en el vestuario», dijo Rubí tras el partido.

 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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