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Betis

El día que entendí el 'manquepierda'

‘Viva el Betis manquepierda’. Este lema lo tiene sellado cualquier bético desde que nace. A la vez que vamos tomando conciencia de lo que representan las trece barras del escudo vamos interiorizando esta frase. Interpretada en el buen sentido, es magnífica. Los cantores de Híspalis la explican perfectamente en el himno que compusieron. “Si gana, que viva el Betis. Si pierde, que viva el Betis”. Pero, como dijo Luis del Sol, para que te ganen el otro ha tenido que correr. Hay que luchar hasta el final.

En mi casi cuarto de siglo de vida he visto a Su Majestad en muchos escenarios distintos. Algunas buenas épocas y otras rachas de muy malos resultados. Cuando los resultados no acompañaban, siempre estaba la cantinela de los aficionados del vecino a modo de burla: “Pero viva el Betis maquepierda, eh”. Y poco a poco, fui viendo como el ‘manquepierda’ se había convertido en un lema de conformismo en lugar de un luchar hasta que se haya acabado todo. Y lo que es peor aún, en una constante burla a la que era casi imposible hacer frente dada la situación del club.

Pasaban las temporadas y al final sentía que el ‘manquepierda’ era un: “Si no salen los resultados, es lo que hay. Esto es el Betis”. Y esto no me cuadraba. Obviamente, sabía el trasfondo del lema, pero la realidad lo difuminaba y me hacía pensar que ni en el club se tomaba en el buen sentido. Me daba la sensación de que hasta el propio equipo se había contagiado de este dañino y horrible conformismo.

Como comento, pensaba que sabía lo que es el ‘manquepierda’ en el buen sentido, pero me faltaba algo para terminar de comprenderlo. Un sello. Y ese día llegó en la temporada 2017/2018 en un partido en casa contra el Valencia al que me invitó mi tío.

El Real Betis estaba firmando un gran inicio de año. El famoso Betis de Setién que te aseguraba ver una goleada en cada partido. El problema es que este día nos cayó en contra. En el minuto 75 nos metieron el cuarto gol. 0-4 abajo ante el Valencia en casa. Un completo y absoluto despropósito. Ante esto, mi tío me miró y me dijo: “¿Nos vamos?” Domingo, 11 de la noche. Tenía que dejarme en mi pueblo, después él ir al suyo y al día siguiente madrugar para trabajar. Fríamente hablando, no le merecía la pena seguir viendo este esperpento y se ahorraba el atasco. Yo le dije que no, que me quedaba. E instantes después surgió la magia. Algo que nunca se me olvidará. El sello del ‘manquepierda’.

En un par de minutos el Real Betis marcó dos goles. El Benito Villamarín pasó de un silencio sepulcral a ser una caldera. No he visto cosa igual en mi vida. El estadio era todo ruido. Todos animando y dando porrazos a cualquier cosa que hubiera porque veíamos que nos podíamos comer al Valencia y remontar un cuatro abajo.

La locura se desató cuando marcamos el tercero. El Valencia estaba muerto y ya todos creíamos en la remontada. Lo que sentí en esos minutos fue indescriptible. La remontada seguramente se habría culminado de no ser porque Tello perdió un balón tontamente en el medio que le regaló el quinto a un Valencia que en esos minutos no sabía ni dónde estaba.

Finalmente, perdimos 3-6, pero para mí ese día la derrota fue lo de menos. Todo apuntaba que iba a ser un día más del ‘manquepierda’ conformista, pero ese día para mí lo cambió todo. A base de esfuerzo y corazón el Betis dejó de lado el conformismo para demostrar que el ‘manquepierda’ no era ser indiferente ante los resultados. Que el ‘manquepierda’ no podía ser simplemente una burla del otro equipo de la ciudad. Ese día vi con mis propios ojos que el ‘manquepierda’ es darlo todo vaya como vaya el partido. Sudar la camiseta cada minuto.

En estas últimas dos temporadas, de la mano de Manuel Pellegrini, estoy viendo que ese brote verde de recuperar el ‘manquepierda’ tras el partido que he contado sigue creciendo. El equipo es otro. La mentalidad es completamente distinta y se suda la camiseta hasta el último minuto. Hemos sido capaces de salir del yugo de la mediocridad para saber que los límites solo nos lo ponemos nosotros. Que el conformismo no es una opción.

Ahora, nos enfrentamos a una final de copa. 17 años después volvemos a este escenario. Será en nuestra ciudad y, curiosamente, frente al Valencia. En mi cabeza solo cabe un escenario. No lo voy a decir para no gafarla, pero te puedes imaginar cuál es. Lo que tengo claro es que la sombra de un Betis mediocre está desapareciendo. Lo daremos todo en la final. Tanto equipo como afición lo darán todo. Si al final se gana, pues viva el Betis. Si se pierde, pues viva el Betis también. VIVA EL BETIS MANQUEPIERDA.

Imagen de cabecera: Real Betis

Fórmula 1 | “En la vida hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creer que uno es el mejor”, Juan Manuel Fangio | Fui editor en The Best F1, me puedes leer en Twitter en @F1_Directo

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