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El contratiempo del muro: Jan Oblak

A nadie se le escapa que la portería del Atlético de Madrid empezaba a gozar de un muro cada vez más y más infranqueable. Un muro que la temporada pasada alcanzó cifras de récord, ya que tan sólo fueron capaces de derribarlo 18 veces en Liga, y que en la presente campaña venía firmando excelentes actuaciones que lo han llevado incluso a formar parte del once ideal de la fase de grupos de la Champions League. La realidad de un muro, que para encontrarse entre algodones, cómo decían algunos a principios de temporada, no ha hecho nada más que crecer y crecer hasta que el pasado lunes sufriese un desperfecto en forma de lesión en el hombro que lo va a tener en reparación al menos 3 meses. El muro esloveno Jan Oblak.

El guardameta rojiblanco empezaba a ser una de las principales piezas de la columna vertebral del equipo, algo que para nada fue fácil tratándose de un jovencísimo futbolista para muchos desconocido cuando recaló en las filas rojiblancas en la temporada 2014-2015. Tenía 21 años, y su debut contra el Olympiacos en la primera jornada de la Champions se pudo decir que no fue el soñado, puesto que el Atlético, con Oblak como titular, cayó derrotado por 3-2 en Grecia.

Lo cierto es que, cómo es normal, la falta de adaptación le acabó relegando al banquillo como suplente del hombre que ahora vuelve a tomar el testigo en la portería colchonera, Miguel Ángel Moyá.  Pero todo cambió en el partido de vuelta de los octavos de esa misma Champions, cuando la lesión del meta balear propició la entrada de un Oblak cuya actuación en la tanda de penaltis resultaría definitiva para dar el pase a los suyos. Todo ante un rival que, curiosamente, volverá  a verse las caras contra el conjunto español allá por febrero en la misma ronda europea, aunque esta vez con la presencia bajo palos del mejor sustituto posible, el hombre que dio entrada al esloveno el día de su consagración y que ahora se encarga de reemplazarlo ante su paso por el quirófano, su compañero y amigo Moyá.

Ya está siendo notable, cómo no podía ser de otra manera, la reacción del mundo del fútbol ante la duradera baja de un portero de un grandísimo nivel, una ausencia que seguro será también muy sentida en un Vicente Calderón cuyas gradas se encargarán de apoyarle entonando el ya famoso «Obi Oblak cada día te quiero más». La mejor manera de reformar un muro que trabajará para volver tanto o más fortificado de lo que había demostrado estar hasta ahora.

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