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El caso Lemos

A lo mejor no hay más caso que una simple cuestión de meritocracia –ya conocemos a Setién y su ética de trabajo-. Pero la verdad es que la suplencia –no podemos hablar de ostracismo por los escasos 208 minutos que ha disputado- de Mauricio Lemos en esta Unión Deportiva pasa por ser una situación marcada por un interrogante del tamaño de la casa de Bertín Osborne.

Su renovación fue uno de los affaires que más tinta derramo el pasado verano en los medios deportivos locales: el imberbe central uruguayo con aires (y pelos) de David Luiz estaba marcado en rojo en la agenda de varios monstruos del fútbol europeo. Barcelona, Madrid y otras potencias del Calcio y la Premier tocaron a los representantes del club canario para saber el precio de una de sus joyas de la corona, valorada actualmente por Transfermarkt en 7,5 millones de euros. La respuesta fue tan clara y pronunciada con tanta vehemencia que probablemente más de uno pensó que se trataba de un farol. Tardaron poco en darse cuenta de que no: si quieres a Lemos, paga por la proyección que apunta a tener en unos años.

Finalmente el ex del Rubin Kazan firmó con la Unión Deportiva sabedor de que si mantenía el nivel acabaría aspirando a cotas más altas en no demasiado. Él y Bigas estaban llamados a echar el cerrojo en una defensa otrora débil e inconstante. No sabemos a ciencia cierta si en los planes de Mauricio estaba que un chaval de 35 años, de la casa y muy lejos de tener el potencial que atesoraba él le desplazara del once hasta el punto de convertirse en inamovible. La gran temporada de David García en el lateral derecho le había valido como argumento para optar a una plaza que parecía tener nombre propio, y no precisamente el suyo. El capitán amarillo ni se inmutó: tiró de typex y escribió con fuerza sus siglas en el centro de la defensa.

Aún así, méritos innegables del veterano central aparte, muchos se siguen preguntando qué fue del central contundente, con personalidad y criterio que asombró a media Europa hace tan sólo unos meses. Más teniendo en cuenta el estilo de Quique, que acostumbra a asumir tantos riesgos a la espalda de los centrales y que exige tanta sangre fría en la salida. A lo segundo hay que reconocer que David se ha ido adaptando, sin alardes pero con eficacia. Lo de jugar con 40 metros a tu espalda y de cara a los delanteros rivales es otra cosa. Ahí pesan la edad y sus propias condiciones: no tiene la explosividad ni la potencia en carrera que sí ofrece Lemos. En partidos como el último contra el Celta, con un rival con veneno arriba y un planteamiento de repliegue y contragolpe es cuando más se hace notar estas carencias. Aún así el capitán está de dulce, y compensa su lentitud a la hora de reaccionar con veteranía y carácter. Se rehízo de una mala tarde en fase defensiva erigiéndose a ratos como un sorprendente llegador. Más por alma que por otra cosa, pero igualmente valioso.

En cualquier caso el debate sigue abierto para todos menos para el entrenador: ¿debe seguir David o merece Lemos la alternativa en base a unas condiciones individuales objetivamente mejores? Una situación similar –aunque con más sentido para los que la vemos desde fuera- que la que está dándose en la portería amarilla, con la reciente titularidad de Raúl en detrimento de Javi Varas. El próximo encuentro ante el Eibar nos dará la respuesta.

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