Estaba cantado. Tarde o temprano el Barça y Dorsey iban a acabar separando sus caminos. El bajo rendimiento, las acusaciones hacia los servicios médicos y el expediente del club eran una señal inequívoca de que la cosa no iba bien. Ahora ya es un hecho: es un despido, eso sí, disciplinario. Recordemos que el jugador había prolongado su contrato por dos temporadas más en agosto.
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Dorsey no ha estado a la altura y el equipo lo ha acusado, aunque tampoco ha sido el principal problema en un Barça sin identidad a día de hoy.