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Diario de una Copa: un rookie en el paraíso

Cuando Jacobo Correa, socio y amigo, me
propuso hacer un diario resumiendo,
de un modo algo particular, nuestras vivencias en la competición más bonita del
baloncesto patrio, no pude negarme. Es más, acepté con gusto. Acreditado por
esta santa casa, la NBA sirvió de puente nocturno hasta la hora programada para
partir hacia el madrileño aeropuerto de Barajas. El insomnio crónico con el que
convivo desde hace años se vio paliado con la segunda victoria seguida de los
nuevos Cavaliers, cuarta en total de
forma consecutiva para la franquicia de Ohio antes del parón por el All-Star.

Claro que todo viaje
oceánico siempre debe tener alguna traba
para empezar bien. En mi caso, una peculiar limpieza del avión retrasó hasta en
cuarenta minutos la hora de embarque.
Una vez sentado, ni una nueva y maravillosa edición de ‘El Reverso’ pudo contener
todo mi sueño acumulado. Como por arte de magia, las turbulencias propias del
aterrizaje me despertaron tras poco más de dos horas de vuelo. Gran Canaria esperaba.

Al
buscar la salida del aeropuerto, una figura emergió de
entre la multitud. Jacobo Correa Plasencia. Al fin, tras casi dos años de
amistad y un libro entre medias, el veterano de Guamasa y el novato de Vallecas
se encontraban de forma corpórea. El abrazo fue tan sincero como improvisado.
No hacían falta presentaciones, parecía que nos conocíamos desde hace dos
vidas. Thank you, NBA.

Un SEAT León con tres lustros de servicio aguardaba fiel nuestra
llegada. No, no era la tercera temporada de ‘True Detective’, ni tan siquiera
una versión minimalista de ‘La Isla Mínima’, tan sólo dos fulanos foráneos
tratando de atinar con el primer destino propuesto en nuestra mañana de
turisteo: Las Dunas de Maspalomas.
Un impresionante montante de arena y orografía que todo aquel que pise la isla
merece visitar. De allí, a Playa del Inglés. Y de ahí, a otro sinfín de lugares
paradisiacos.

Como no podíamos
recoger las acreditaciones hasta
bien entrada la tarde, tocó calmar el apetito y la sed. Lo bueno del deporte
isleño, es que tiene sus dos principales núcleos prácticamente juntos. El majestuoso
Gran Canaria Arena colinda con el
legendario Estadio de Gran Canaria, tapete de juego de la UD Las Palmas. Al fin, a eso de las 17.00 hora local, Jacobo y yo
nos colgábamos al cuello la ansiada acreditación.

Había que reconocer el
terreno, así que nos internamos en el pabellón y fuimos, puerta por puerta,
hasta llegar al parqué, donde el Valencia
Basket, vigente campeón de Liga y primer equipo junto al CB Canarias en
abrir la Copa este jueves, se encontraba desarrollando la típica sesión de tiro. Algunos saludos, un
café que derretiría el empaste de un dragón
y de vuelta al coche, nuestra segunda vivienda del día. La primera, por cierto,
una maravilla.

Nos encanta el
baloncesto, pero la Champions League
pedía paso desde el Santiago Bernabéu, donde Real Madrid y PSG medían ambiciones
en los primeros 90 minutos de la eliminatoria. Sin ocultar nuestras afinidades,
asistimos a una nueva edición de ‘Atrapado
en el tiempo’. Un equipo soñador que llegaba al recinto más respetado de
Europa con la intención de hacer estallar la Estrella de la Muerte, pero que al
final sufría el habitual bofetón de realidad que aplican los blancos en estas
fechas tan señaladas.

Aprovechando la tan
inusual hora de menos de la que gozan las islas, cerramos el primer día viendo
(oh, qué sorpresa) el encuentro entre los Utah Jazz y Phoenix Suns. La toma de
contacto se había saldado con nota, dejando lo mejor de esta mágica semana para
los días venideros. ¡Viva el baloncesto!
¡Viva la Copa!

Te toca mover ficha, J.

Periodismo. Hablo de baloncesto casi todo el tiempo. He visto jugar a Stockton, Navarro y LeBron, poco más le puedo pedir a la vida. Balonmano, fútbol, boxeo y ajedrez completan mi existencia.

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