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Diario de una copa: Lunes de resaca

No puedo con este muchacho. Y mira que lo intento, pero me
es imposible. Abandono antes que Iván. Ya no soy capaz de llevar dignamente
tantos días de sueño acumulado. Toca madrugar y volveremos a dormir menos de lo
justo. Él sigue en una nube. Le entrego las llaves del piso y le digo que
disfrute.

Oigo movimiento en el piso. ¡Es imposible que ya haya
amanecido! El otro Iván, Méndez, ha puesto la alarma a las 7:30. Debe estar en
Agaete, puerto situado al norte de la isla, antes de las diez, hora de salida
de su ferry. Me incorporo a duras penas. El ‘Limón y Miel’ está de camino, así
que propongo repetir desayuno. Apuesto sobre caballo ganador tratando de
compensar el fallo eligiendo restaurante para almorzar el día anterior. Aunque
haya acertado en la cena de la noche, no me parece suficiente. Las chicas de la
cafetería lo clavan de nuevo y salimos de ahí con el estómago lleno y el
corazón contento, que dicen las abuelas.

Despedimos a mi socio en Pasión Deportiva Radio y se me
ocurre enseñarle a Iván «el nuestro» Arucas y Firgas, dos pueblos
dignos de visitar. Hablamos de baloncesto. Nos llegan fotos de la final. En
algunas vemos a Iván. Le resulta todo más mágico aún. Seguimos hablando de
baloncesto. Como el aeropuerto está cerca se me ocurre visitar Guayadeque y sus
conocidos restaurantes en cuevas. El local escogido es muy bonito. Con la
comida no atinamos. (Nota mental: consultar antes en TripAdvisor). Nos
acercamos a Arinaga, zona costera con un paseo en la playa donde tomamos un
último café. Hacemos balance. 

Llegamos al aeropuerto. Mi única preocupación es que este
chico no se me quede dormido esperando para embarcar. Me dice que lo tiene todo
controlado y que me despreocupe. Nos despedimos con la intención de repetir el
año que viene. ¡Cómo hemos disfrutado! Vuelvo a la capital para ver a mi
ahijada. Apenas he tenido tiempo. Cuando llego todavía duerme. Al cabo se
despereza y muy lentamente (es nuestro ritual) entramos en confianza. Esto de
verla tan de cuando en cuando es lo que tiene. Una vez superada esa fase me da
tiempo para jugar algo, tener una conversación profunda sobre juguetes y
enamorarme un poco más de sus hoyuelos. 

De nuevo en Agaete. Es sentarme en el ferry y dejarme
vencer por Morfeo. De pronto, estamos atracando en Tenerife. Unos mensajes de
confirmación de llegada y otros de agradecimiento, que la gente en la isla
vecina me trata demasiado bien. Mis perras me reciben por todo lo alto. Estoy
en casa.

Han sido unos días maravillosos. El baloncesto es una de
las cosas más hermosas del mundo, probablemente el deporte más bonito que
existe. La Copa lo concentra todo. Ocho aficiones, siete partidos, seis
capítulos de un diario, cinco noches de poco descanso, cuatro días de
adrenalina, tres victorias contra pronóstico, dos madrugones de los buenos
y un nuevo campeón. El año que viene, repetimos. 

Ahora toca descanso.

Tenerife. Estudié sociología aunque siempre he estado vinculado al mundo de la comunicación, sobre todo haciendo radio. Deporte en general y baloncesto más a fondo.

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