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Cádiz

La puerta amarilla

Recorremos un camino de puertas que se abren y se cierran. Una trayectoria de portones de entradas y salidas, donde algunos chirrían y otros huelen intensamente a barniz. Álvaro Cervera ha recogido las cosas para marcharse, pero ha dejado a sus espaldas un legado inconmensurable. El de dos ascensos para lograr bailar en Primera, permanecer en ella y vencer a las sombras de Goliat. Imposible llevarse eso en la maleta, porque nunca lo sintió de su propiedad. Ya lo decía la pasada temporada sobre qué quería el Cádiz: «Nosotros queremos salvarnos para que el año que viene, si es posible, a este partido venga la gente».

Todo va más allá del planteamiento y el intervencionismo. De las transiciones, las coberturas, la presión o el abanico de jugadas ensayadas. También va de personalidad, de carácter. Que si no te pitan a favor, aunque sea clamoroso y exista el VAR, sepas gestionar tu ira. De que en pocos minutos tienes que tener el discurso preparado para arropar a los tuyos. Va de tirar de las orejas de la manera adecuada y en su justa medida. De identidad y carisma. De que lo que aportas a tus jugadores no solo rodee al balón. De calar tan hondo en las gradas que el día que te vayas sientan que eres un trocito del escudo.

A pesar de que logres cumplir a la perfección con todos los requisitos, los resultados mandan. El Cádiz no conoce la victoria en Liga desde principios de noviembre y solo ha podido hacerse con ella en dos ocasiones. Los números no salen ni dan para sobrevivir. Cuando la tendencia es tan negativa, la balanza no inclina hacia el rendimiento que has logrado con esta plantilla. El tiempo apremia y exige decisiones que implican el riesgo del acierto y el error. El mismo que hace perder la memoria y que, probablemente, no permita ser justo. Es el lado oscuro, aquel que sabes que, en alguna ocasión, se asoma por la puerta. 

Adoras el fútbol, y a veces se te atraganta. Más de alguna noche debió dejarte sin dormir a pierna suelta, porque el bucle de pensamientos acorrala e inquieta al descanso sin ninguna clemencia. Pero le gana, por goleada, toda esa sensación divina e indescriptible. La del festejo, el sacrificio, la satisfacción, la de una lucha que no se negocia.

Hay puertas que siempre quedan entreabiertas. No pueden cerrarse del todo. El Gafa es historia del cadismo, de pintarse la cara de amarillo. Su presencia es intrínseca en cada asiento del mítico Carranza (Nuevo Mirandilla). En los gritos, abrazos y lágrimas. Su gente se pregunta cómo devolverle tanto, mientras se le abre una herida. Sienten que es leyenda, y le arropan como tal en su despedida. “Gracias, Cádiz, por todo lo que me has dado. Vivan los cadistas, vivan sus cojones. Sois gente de Primera. Siempre vuestro”. Siempre del fútbol. Que la próxima puerta le sonría.

Imagen de cabecera: @Cadiz_CF

Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos

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