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Déjà vu copero

Todas las competiciones tienen su encanto. La Primera Iberdrola premia la regularidad, coronando a un equipo que ha sido capaz de mantener un nivel altísimo a lo largo de 30 jornadas. En la UWCL el margen de error es mucho más escueto, con lo que el torneo aumenta en emoción. Y es que claro, un par de días malos en la fase de grupos o una tarde gris en los cruces pueden mandarte para casa antes de tiempo. Pero es en la Copa donde la adrenalina fluye de manera desmesurada. Los clubes que parten como favoritos sienten el nerviosismo que genera jugarse el todo por el todo en tan solo 90 minutos. Mientras que los más humildes son conscientes de que tienen la oportunidad de dejar en la cuneta a un rival con mejor plantilla y más presupuesto, disfrazándose de David para acabar tumbando a Goliat.

Es así. El torneo del KO gana adeptos año tras año. Es la competición del pueblo, de los humildes, donde por mucho dinero que pueda tener el equipo que tienes enfrente, las fuerzas, por una vez, se acaban igualando. Y de eso sabe mucho el Sporting Huelva. Un cuadro onubense que se ha convertido en la revelación de la edición de este año. No solo por plantarse en semifinales a base de pundonor, sino por hacerlo tras eliminar a dos rivales de bulto como Atlético y Madrid CFF.

Primero se deshizo del conjunto colchonero en la ronda de octavos, donde se enfrentaba a uno de los favoritos para llegar a la final. Dos tantos de Hannah Keane y Mayra Ramírez neutralizaron el anotado por Bárbara Latorre, firmando una de las sorpresas de esta edición de la Copa de la Reina. Y semanas después obtuvo el pasaporte a semis superando al equipo dirigido por Maria Pry, con un gol de Anita Marcos en el tiempo añadido de la prórroga que provocó el éxtasis más desmesurado entre los aficionados del cuadro andaluz.

Pero ojo, esto no es algo nuevo. Lo que estamos viviendo este año recuerda y mucho a lo sucedido en la campaña 2014/15. En aquella ocasión el Sporting Huelva logró finalizar la Primera Iberdrola en una meritoria octava posición, la última que otorgaba un pasaporte para disputar una Copa de la Reina que, en el anterior formato, tan solo tenía cabida para ocho aspirantes a levantar el trofeo. Los favoritos eran los de casi siempre, un Barça que acababa de arrasar en la competición doméstica, un Atlético que seguía mostrando una prometedora evolución y un Athletic Club que se mantenía entre las grandes potencias de nuestro futfem.

Lo que sucede es que en la Copa no hay guion escrito, por eso resulta tan atractiva. El pensamiento racional deja de serlo y con frecuencia el pez pequeño se come al grande. Así fue como sucedió. El conjunto dirigido por Antonio Toledo se deshizo del Rayo Vallecano en cuartos gracias un contundente resultado de 4 a 2, se vio las caras con el conjunto colchonero en semis y lo derrotó contra todo pronóstico en una emocionante tanda de penaltis, para plantarse de manera heroica en una final que disputaría por primera vez en su historia.

Tan solo el Valencia se interponía entre el Sporting Huelva y la gloria, un conjunto ‘che’ dirigido por Cristian Toro que había eliminado al todopoderoso Barça en la otra semifinal. No eran quizás los equipos que se esperaban en un principio en la finalísima, pero eran sin duda los que más se merecían haber llegado a ella. Ningún aficionado del cuadro onubense podrá olvidar jamás aquel encuentro, al igual que una futbolista en concreto que resultó la gran protagonista de aquellos 90 minutos.

Cristina Martín Prieto vive un presente brillante en las filas del Granadilla Tenerife Egatesa, y también gozó de un pasado muy especial como jugadora del conjunto andaluz. Formó parte del equipo cuatro temporadas, en las que se metió a la afición en el bolsillo gracias a una puesta en escena basada en la intensidad. Delantera física, agresiva y sobre todo autosuficiente, de aquellas que reciben encantadas el envío de balones largos, con suma facilidad para hacerlos suyos y generar acciones de peligro sin la ayuda de nadie más. La delantera sevillana fue una de las sensaciones de aquella copa, anotando dos goles en la final que resultarían definitivos para que el trofeo lo festejaran las albiazules, firmando uno de los días más importantes de la historia del club.

Y de ahí la sensación de déjà vu, de estar viviendo algo que nos parece que ya hemos vivido. El Sporting Huelva es el equipo revelación de esta Copa de la Reina, y esa sensación ya la experimentamos no hace tanto tiempo. Lo ha logrado además dejando en el camino a dos rivales madrileños, algo que también guarda total similitud con lo sucedido hace ocho temporadas. Y puede que lo que suceda en semifinales acabe por romper ese embrujo, puesto que la entidad de los rivales es brutal, pero si algo ha demostrado el conjunto onubense hasta la fecha es que a partido único es capaz de mirarle a los ojos a cualquiera. La emoción está servida, con déjà vu copero o sin él.

Contenido patrocinado por Iberdrola

Imagen de cabecera: Sporting Club Huelva

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