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Babe Ruth, el niño bonito de Nueva York

Los diez
objetos más caros de la historia del béisbol suman un valor de 16.319.250
dólares. Siete de ellos están relacionados con el mismo jugador y acumulan un
precio de 9.869.250 dólares. Ese pelotero
respondía al nombre de Babe Ruth. Su dimensión era tal que cuando los New York
Yankees inauguraron su mítico Yankee Stadium se dijo que era para satisfacer la
demanda que había para verle batear.

Da igual el
nivel de conocimiento que se tenga sobre el béisbol: prácticamente todo el
mundo ha oído hablar de él alguna vez, sobre todo en los numerosos programas
que hay centrados en el mundo de las subastas y el coleccionismo. Cualquier
bate, cromo, firma, camiseta o lo que sea relacionado con Babe Ruth es sinónimo
de mucho dinero. No es para menos. Estamos hablando de un bateador que ostentó
infinidad de récords de la MLB durante mucho tiempo.

La historia
personal de George Herman (su verdadero nombre) no es un cuento de hadas, ni
mucho menos. Para empezar, nació en Baltimore. La ciudad de Maryland hoy día no
es precisamente el paraíso. A finales del siglo XIX, tampoco. Y como tantos
niños de la época, Ruth provenía de una familia de origen no estadounidense. Su
infancia estuvo marcada por la indisciplina: desatendido en casa, casi nunca
iba clase, bebía a escondidas de su padre… con sólo siete años acabó internado
en un reformatorio.

Los libros
no eran lo suyo, pero había algo que sí se le daba muy bien: jugar al béisbol.
A saber cuántas ventanas acabaron con los cristales rotos por culpa del pequeño
Ruth. El caso es que en el St. Mary’s Industrial School for Boys se le veían
maneras de futuro jugador profesional. Con diecinueve años iba a dar el salto a
las Ligas Menores: los Baltimore Orioles (nada que ver con el equipo actual) le
ofrecieron un contrato. Era una apuesta personal del dueño y manager del
equipo, Jack Dunn. Por eso, los veteranos empezaron a llamarle “el bebé de Dunnie”. Había nacido el
nombre más famoso de la historia del béisbol: Babe Ruth.

El talento
de Babe, tanto para lanzar como para batear, no pasó desapercibido para los
equipos de las Grandes Ligas. Philadelphia Athletics, Cincinnati Reds y New
York Giants preguntaron por él, pero quienes se llevaron el gato al agua fueron
los Boston Red Sox. En aquel lejano 1914, los bostonianos pagaron unos 25.000
dólares por el traspaso. Nada mal para la época. El Bambino (otro de sus
apodos) ganó tres World Series en seis años con los bostonianos y empezó a
mostrarse como un excelente bateador. Y llegamos a 1920. El año que cambiaría
la historia del béisbol.

En aquel
entonces los New York Yankees no eran nada. No sabían lo que era disputar una
serie por el título y vivían a la sombra de sus vecinos Giants y Dodgers. ¿Qué
necesitaban para ganar? Miller Huggins, manager del equipo, lo tenía claro. “Trae a Babe Ruth de Boston” fue lo que le
dijo al dueño de los Yankees, Jacob Ruppert.

Ruppert
sabía que propietario de los Red Sox, Harry Frazee, producía musicales en
Broadway. Y realizar esos musicales costaba mucho dinero. Fue entonces cuando
se selló una de peores operaciones de la historia del deporte. O una de las
mejores, si se mira desde el punto de vista de los New York Yankees. El 3 de
enero de 1920, Babe fue vendido al conjunto neoyorquino por unos 125.000
dólares, récord histórico de la MLB. Nadie no sabía entonces, pero los Boston
Red Sox, campeones en 1918, no iban a volver a ganar una Serie Mundial hasta
2004. 86 años que pasaron a la historia como La Maldición del Bambino.

Para los
New York Yankees fue el inicio de la dinastía: cuatro World Series y tres
subcampeonatos en los catorce años que Ruth estuvo en el equipo. Una tiranía
que consolidaron en las décadas de los treinta, cuarenta y cincuenta.
Abrumados, Dodgers y Giants hicieron las maletas rumbo a California. Si hoy los
fans de los Yankees pudiesen hablar con El Bambino, le dirían eso de “Contigo empezó todo”.

Pero Ruth
no sólo cambió el destino de todo un equipo, cambió el juego. Las dos primeras
décadas del siglo XX son conocidas como La
Era de la Pelota Muerta
(Dead-ball
Era
), unos años de anotaciones bajas, porcentaje de slugging bajo y muy
pocos home runs. Babe Ruth puso fin a esa era. Desde que llegó a los Yankees
pulverizó año tras año los mejores registros de HR, retirándose con la mejor
marca de todos los tiempos: 714. Sólo Barry Bonds (762) y Hank Aaron (755) han
sido capaces de superarle en la clasificación histórica de esta categoría.

Tras dos años de evidente declive,
colgó el bate en 1935. A sus 40 años, quería probar suerte en los banquillos.
Pero la indisciplina que le acompañó durante toda su carrera como jugador
echaba para atrás a los dueños de los equipos. Ruth siempre tuvo un carácter
muy complicado que sufrieron familiares, entrenadores y compañeros. Esa poca
profesionalidad y constantes roces públicos con el mánager Joe McCarthy fueron
los causantes de su famosa mala relación con la otra estrella de los Yankees:
Lou Gehrig.

Fuera de los terrenos de juego
siguió siendo una estrella. Fue parte de la clase que estrenó el Salón de la
Fama del Béisbol en 1936 y pasó sus últimos años como portavoz del gobierno
estadounidense en favor del esfuerzo militar durante la Segunda Guerra Mundial.

Babe nos dejó en 1948, víctima de
un cáncer de esófago que padecía desde hacía un par de años. Tenía 53 años. Dos
meses antes de fallecer recibió un último baño de masas de la que había sido su
afición durante catorce años. Y como en sus mejores años de bateador, cerca de 77.000
personas fueron a despedirse de él en la capilla ardiente que se instaló en el
Yankee Stadium. La casa que él mismo construyó.

Periodismo UCM. NBA en @SpheraSports y Sporting en La Voz de Asturias (@sporting1905).

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