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Política con deporte

Navegando por Internet, buscando una noticia con la que llenar esta humilde columna, me he encontrado con varias cosas sorprendentes. La primera, sinceramente, creía que era clickbait de manual, pero es bastante cierto: un cohete chino está retrasando una parte del tráfico aéreo español. Menos mal que hoy no tenía que viajar porque si no ya estaría con el corazón en la boca.

El caso es que la información del día que finalmente copará gran parte de estas pocas líneas es la preocupación de Infantino por el Mundial de Catar. Es, por cierto, un testimonio que recoge Sky Sports. El mandatario, al parecer, está inquieto con la obsesión de algunos futbolistas por denunciar las condiciones en las que han trabajado algunos obreros y en las dudas que levanta Catar como país democrático. Estos jugadores se quejan ya por cualquier cosa. Qué vergüenza.

Por ello, ha decidido mandar una carta a todas las selecciones para que “se centren en jugar al fútbol”. Remata la misiva con una frase típica: “Por favor, no permitan que el fútbol se vea arrastrado por batallas ideológicas o por política». El presidente de la FIFA quiere dejarnos caer que los jugadores son máquinas. Es decir: ellos no tienen una conciencia social, no votan, no piensan. Simplemente pegan patadas al balón.

Claro que política y fútbol chocan. Muchos futboleros, estoy seguro, conocen la situación del país de Oriente Medio por su pasión balompédica. Ambos estamentos se aprovechan, el uno del otro, para sacar su propio rédito. Tengo un conocido que una vez, en un examen de Geografía, aseguró que Steaua era la capital de Rumanía. Sí, se equivocó, pero si no llega a ser un gran fan del balompié no habría respondido. Algo es algo.

El altavoz de un jugador es mucho más ruidoso que el de casi cualquiera. Esperemos que sean valientes y digan lo que vean. Lo que sientan. El deporte posee el poder de cambiar situaciones que parecían inmutables. Un ejemplo, a bote pronto, es el de Didier Drogba. El costamarfileño fue capaz de parar una guerra en su país. Y eso Infantino lo sabe perfectamente. Que no juegue con fuego.

Imagen de cabecera: Getty Images

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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