Zlatan Ibrahimović se retira a los 41 años y con su adiós se apaga el fuego en el hielo. Temperamental e iracundo, sí, pero un delantero de tronío. Huracán con pies de bailarina, asesino en serie con tutú. El sueco fue puro Tik Tok en época de Internet Explorer. Fue garantía de gol y fue lo imposible, narrativa para adultos. ¿El área? el sitio de su recreo que diría Antonio Vega.
‘Ibra’ desbordó carisma en cada gesto y talento en cada toque. Delantero brutal al que su ego seguramente le acabó acotando su potencial. Malmö, Ámsterdam, Turín, Milán, Barcelona, París, Mánchester, Los Ángeles y vuelta a Lombardia. Marinero del gol. Un truco, un golazo y una polémica en cada puerto. Un grande que siempre entendió el fútbol como una gran producción en la que no valía con ser actor secundario, y la vida como un constante ‘conmigo o contra mi’. Que un futbolista de su exquisitez, repertorio y voracidad se haya retirado sin ganar una Champions League es un tremendo fallo del sistema, un error en ‘Matrix’.
Desde su debut en Malmö (1999) hasta que llegó al Barça (2009) su juego total le construyeron el personaje. Tras salir del Camp Nou, el personaje le empezó a condicionar su juego. En cualquier caso hablamos de un delantero fetiche para muchos de nosotros y un jugador que marcó a toda una generación. Su dupla con Henrik Larsson en Suecia es el tándem atacante con más flow de toda la Europa de principios de siglo. Mitazo. Éramos felices y no lo sabíamos.
Su retirada del fútbol profesional en el día de ayer es la señal definitiva del inexorable y cruel paso del tiempo. ¿Sus lágrimas? la prueba que bajo la máscara, tras el hombre letal maestro en taekwondo, amado por muchos y temido por muchos más, siempre se escondió un niño con complejos, traumas, inseguridades y miedos. Como tú, como yo.