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Yulema Corres y la resurrección del Athletic

El Athletic vive una temporada atípica. Instalado entre los mejores de la Primera Iberdrola prácticamente desde la fundación de la sección femenina, el cuadro bilbaíno ha llegado a estar muy cerca de los puestos de descenso durante gran parte del curso. Tres victorias en las tres últimas jornadas han supuesto un colchón importante de cara a un objetivo que no estaba previsto: la permanencia.

“Hay temporadas y temporadas. Siempre estamos ahí arriba dando guerra. Pero no han salido las cosas como esperábamos. Pasamos una época en la que perdimos muchos puntos y nos veíamos ahí abajo. Todavía ahora no respiramos con toda la tranquilidad del mundo. Hay que seguir trabajando como lo hacemos en Lezama todos los días. La intensidad que tenemos nosotras la tienen pocos equipos. Y todas somos de aquí o de cerca. No puede venir nadie como en otros equipos, que te lo solucionan rápido. Hay que estar juntas en las buenas y en las malas”. Las palabras son de Yulema Corres (Vitoria, 1992), una de las futbolistas con mayor trayectoria dentro del club. Aterrizó en Lezama procedente del Aurrera en 2014, cumpliendo un sueño de niña. En los últimos siete años ha vivido de todo, desde el título de Liga en 2016 hasta los récords de asistencia en San Mamés, pasando por una dura lesión que le llevó a plantearse la retirada o la situación de hace unos meses, con el equipo sumido en una espiral negativa de lo más inesperada.

“Acusas muchas cosas, se van juntando muchos factores. Nos falta la gente en el campo, que a nosotras nos lleva a remontar y a animarnos más. El protocolo (sanitario), no poder estar juntas. El perder tres partidos y empezar las alarmas… Pero hemos sabido darle la vuelta y en ello estamos, porque todavía queda mucho y seguro nos tocará alguna otra racha mala”, señala Yulema. Cuando hasta nueve equipos estaban apretados en la parte baja peleando por la salvación, el Athletic era el único que se había proclamado campeón en el pasado y que se había caracterizado por pelear por objetivos muchos más altos. En estos casos, el estado mental cuenta casi más que el físico. “Es que nunca habíamos vivido esta situación. La cabeza afecta mucho. Teníamos muchas oportunidades pero no nos entraba nada. Es una situación bastante jodida. Es remar todas juntas y decir: en algún momento se tiene que cortar esta racha. No puede ser posible que con lo que trabajamos, con lo que luchamos y lo que hacemos estemos ahí. Estábamos convencidas de que si había que dejarse los dientes para luchar por no descender, lo íbamos a hacer. También ahora, porque no estamos matemáticamente salvadas. Cada partido ahora es una final para nosotras”.

Twitter @AthleticClubFem

Es el Athletic un club muy familiar, donde las futbolistas son una piña y comulgan con la afición como es raro ver en otros equipos. Quizá los protocolos sanitarios han afectado más a esta plantilla que a ninguna otra. “Es verdad que somos muy familiares, como la cuadrilla como se dice. Se nota muchísimo porque al final solo vamos, entrenamos y nos marchamos con muchas medidas. Pero bueno, somos conscientes de que nos llegará el momento de disfrutar de ello y ahora hay que cuidarse en salud, que es lo más importante”.

El efecto Iraia

Le costó al Athletic darle la vuelta a la tortilla. Ni siquiera la llegada de Iraia Iturregi procedente del ‘B’ mejoró la situación de inmediato. Ahora con el equipo más estabilizado, Yulema tiene claro que su llegada en sustitución de Ángel Villacampa resultó clave para remontar el vuelo.

“El cambio es evidente. Iraia tiene mucha cercanía, ha sido compañera de algunas de nosotras. Para bueno y para lo malo beneficia al equipo. Nos conoce, te puede ayudar mucho, tenemos la confianza para asumir las cosas malas que te pueda decir… Hubo mucho cambio y estamos muy contentas con ella”, señala Yulema, que jugó codo con codo con ella durante tres temporadas. ¿Se hace raro ser dirigida por una excompañera? “Es verdad que estuvo con nosotras de preparadora física, y hay que saber diferenciar cuando puedes echar unas risas y cuando hay que entrenar. A mí que me gustaba hacer alguna broma, pero a veces digo: ‘igual me la guardo no sea que…’ (risas).

Iraia tiene 36 años, pero dirige a futbolistas como Vanesa Gimbert (41) y Erika Vázquez (38), también sus compañeras durante mucho tiempo. El caso de la primera ha causado admiración en toda la Primera Iberdrola por su espectacular rendimiento a pesar de sobrepasar los cuarenta. “Lo de Vane lo hablábamos el otro día algunas jugadoras, es algo impresionante. Yo que tengo 29 años y me cuesta recuperarme… Y a ella parece que no le cuesta. Obviamente es trabajo suyo, que se cuida en todos los sentidos. Es algo que se aprende con los años, y Vane sabe cómo es su cuerpo. Es un ejemplo para muchas jóvenes. Y Erika, que ha estado lesionada esta temporada, espero que tenga esa continuidad para poder ayudar al equipo. Las necesitamos a todas las jugadoras. Gente con tanta experiencia ayuda mucho”, cuenta Yulema.

Cuenta el Athletic con veteranía pero también rebosa juventud. Andrea Sierra, Naroa Uriarte, Oihane Valdezate, Oihane Hernández, Irene Ogiza, Ane Azcona, Lucía García… ninguna sobrepasa los 22 años. “El equipo se ha rejuvenecido mucho, hay jugadoras con ficha del ‘B’ que esperamos que al año que viene sean del primer equipo. De algunas repetimos la edad y nos asusta (risas). Las mayores tratan de dar esa experiencia, y las jóvenes a veces te sorprenden, porque tienen muchos minutos en las patas. Oihane Hernández lleva casi toda la Liga jugada y tiene 20 años. Esa gente hay que aprovecharla, porque es joven, se recuperan bien… En el vestuario se nota poco la diferencia de edad, echamos muchas risas. Tenemos el humor igual”, señala la delantera vitoriana, que menciona a las ‘cachorras’ que más le han impresionado. “Oihane Hernández parece que lleva siete años jugando en Primera, juega casi todos los partidos y tiene experiencia para la poca edad que tiene. Valdezate, Ogiza que ha entrado este año y ya lleva más goles que yo (risas). Lucy también es muy joven pero ya lleva muchos años y tiene mucha experiencia”, añade.

Precisamente el pasado verano dejaron el Athletic dos de las futbolistas más prometedoras de Lezama, Damaris Egurrola (Everton y después Lyon) y Maite Oroz (Real Madrid), además de una Amaiur Sarriegi que ahora destaca con fuerza en la Real Sociedad. “Convivimos con ello. Está en cada una decidir si se quiere quedar o se quiere marchar. En el Athletic sabemos lo que hay, que solo podemos tener jugadoras de aquí y por eso se trabaja tanto la cantera. Se han ido las que has mencionado y han llegado otras. En el Athletic no es nadie imprescindible, pero todas juntas somos imprescindibles. Si se va una jugadora no podemos traer otra de otro equipo.  Hemos sufrido muchas bajas importantes durante muchos años pero nos refuerzan, tratamos de dar más las que estamos aquí”, explica.

Con el auge de la Primera Iberdrola, la llegada de numerosas futbolistas extranjeras y la inversión realizada por la mayoría de clubes, el nivel del torneo ha subido, algo que puede haber perjudicado a un club pionero en cuanto a profesionalidad y que ahora vive atado a sus limitaciones.

“Igual cuando llegué al Athletic no pensé que el fútbol femenino iba a llegar a este crecimiento, pero sí que es verdad que si se mete dinero, llegan jugadoras extranjeras que son muy buenas o nacionales que cambian de equipo y se invierte en el fútbol femenino, pues estamos limitadas. No es que nos pueda perjudicar, simplemente tenemos que pensar que tenemos que dar poco más. Lo que nos caracteriza es que siempre luchamos, en los chicos también se ve. Podemos no quedar primeras y es difícil estar arriba, pero esta temporada se acabará, esperemos lo mejor posible, y la que viene empezaremos desde cero con Iraia y vamos a trabajar para estar arriba. Sabemos que con nuestra filosofía estas cosas pueden pasar. Esperamos que lo que ha pasado esta temporada no vuelva a suceder, y si sucede que nadie dude de que vamos a darlo todo”.

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Volver con fuerza

El trago más amargo de la carrera de Yulema Corres fue en la campaña 18-19, cuando una rotura en el gemelo interno de su pierna derecha le dejó prácticamente todo el curso en el dique seco. La delantera alavesa nos cuenta que incluso llegó a pensar en colgar las botas y que necesitó la ayuda de una psicóloga. “Cuando me lesioné del gemelo y no me recuperaba, y volvía al campo con todas las ganas del mundo pero se volvía a romper… Desde ese momento estoy yendo a una psicóloga y me está ayudando muchísimo. En aquellos momentos te planteas cuánto te queda de fútbol, si  vuelvo o no vuelvo… tenía casi clarísimo que iba a dejar el fútbol. Fue justo el año que renové, pero me costó mucho decidirlo, porque aunque era joven pensaba: ‘igual es que mi cuerpo ha dicho hasta aquí’”, confiesa.

Hoy, Yulema ha dejado atrás esos problemas y vuelve a ser importante en el cuadro bilbaíno. Asegura que todavía trabaja mucho el apartado mental, y aconseja ir al psicólogo, el cuidado del cuerpo y una buena alimentación para seguir en forma y alargar la carrera lo máximo posible. Lo mejor: que hace tiempo que se acabó el miedo a volver a lesionarse. “Es algo que sí me pasaba al principio. Iba a entrenar y pensaba ‘no te lesiones, no te lesiones’. Era meterse mucha presión en la cabeza. Ahora he aprendido a pensarlo después. Perfecto, he acabado el partido, he hecho todo lo que podía, ahora a tratar de recuperarme y entrenar bien. Ha sido un trabajo que me ha costado muchísimo porque iba con mucho miedo. Ahora ese miedo se acabó pero pienso más en esa recuperación general para poder seguir ayudando cada día al equipo”, señala.

Acostumbrada a buenos registros goleadores (hay temporadas que ha superado la veintena), la ariete rojiblanca no se obsesiona demasiado con esa faceta. “No me torturo mucho con eso. No sé si tendría que pecar de ser más egoísta en ese sentido, pero no es algo que me afecte. Obviamente soy delantera, ojalá llevara 20 goles más porque el equipo sumaría 20 goles más. No por hacerlo individualmente. El otro día fallé una clarísima y todavía la tengo en la cabeza, pero ganó el equipo, así que ya está. Si hubiésemos empatado o perdido me habría martirizado más. Pero no me obsesiona porque jugadoras como Ogiza o Valdezate están metiendo goles y el equipo lo necesita. No quita a que tenga que exigirme y ayudar más al equipo en ese sentido”. Puestos a hablar de rachas, no hay mejor ejemplo que el de Esther González, pichichi de la Primera Iberdrola. “Esther no metió muchos el año pasado y éste casi no los puede ni contar. Ahora le ha llegado el momento que, entre comillas, le entran todas. Pero es parte de su trabajo, se lo habrá currado. En mi caso, sino lo meto yo y lo mete otra, pues gracias y ya está (risas)”.

A sus 29 años, el sueño de acabar su carrera en el Athletic sigue vivo. “Siempre lo he dicho, el Athletic me ha dado todo lo que tengo, y claramente me gustaría retirarme aquí. Pero tampoco sé lo que va a pasar dentro de unos años, no creo que llegue a lo de Vane o Erika (risas) pero los años que me quedan quiero disfrutarlos en el Athletic, en el caso de que ellos quieran lo mismo. Tampoco sabes si el club te va a querer siempre. Por mi parte, estoy muy feliz aquí y espero que siga siendo así”. Tiene claro que cuando cuelgue las botas no seguirá vinculada al fútbol y tratará de disfrutar de aquello que le ha hecho renunciar durante tantos años. “Son muchos años de dedicación y alejarte un poco de esto me vendría bien. Ahora pienso eso, igual a los dos años de dejarlo lo echo de menos (risas). Pero me gustaría disfrutar de una vida más ‘normal’. De irte de viaje un fin de semana, o de las cosas simples de la vida cotidiana… Será volverme a Vitoria, intentar trabajar en lo que sea y disfrutar de esas pequeñas cosas que ahora echas de menos jugando al fútbol”. Mientras tanto, nosotros seguiremos disfrutando de su fútbol.


Imagen de cabecera: https://www.athletic-club.eus/

Contenido patrocinado por Iberdrola

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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