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Fútbol femenino

YOKO TANAKA, una nipona enamorada de España

El Sporting de Huelva es un clásico del fútbol femenino español que vive, como otros clubes sin una estructura de club grande detrás, una situación contradictoria. Mantenerse a toda costa en Primera División es el objetivo prioritario sabiendo que cada año es más difícil que el anterior. Que Antonio Toledo, el técnico con más partidos de la historia de la categoría, dejara el banquillo tras cuatro derrotas en las cuatro primeras jornadas no fue un síntoma del todo halagüeño, pero Jenni Benítez supo tomas las riendas y enderezar el rumbo.

Desde que arrancó el 2021, el conjunto onubense ha sumado más de la mitad de los puntos que atesora (13 de 24) y ha logrado victorias importantes ante rivales de peso como el Atlético y el UDG Tenerife. Gran parte del mérito recae en las botas de una futbolista que desde su llegada había pasado un tanto desapercibida a pesar de lo mediático de su fichaje. Yoko Tanaka (Japón, 1993) se ha convertido en el faro del ataque gracias a su agilidad, su visión de juego y su notable disparo desde media distancia. En un equipo donde cada gol vale oro (con 16 tantos es el segundo menos anotador, solo por detrás del Santa Teresa) Yoko se ha vuelto imprescindible. 

“Me encuentro bien. Me alegra mucho jugar tantos partidos y recuperar la confianza”, nos cuenta la jugadora nipona desde Huelva. Su incorporación fue todo un boom, pero las lesiones y la falta de continuidad lastraron su rendimiento el pasado curso. Justo cuando parecía recuperarse allá por el mes de marzo, se suspendió la temporada por culpa de la pandemia. “Jugué muy poco entre septiembre y enero, fue una temporada difícil”, reconoce Yoko, que poco a poco se ha convertido en indiscutible para Benítez. Ha jugado casi todos los minutos posibles desde finales de febrero y ha sido clave con goles (el que salvo un punto en Lezama) y asistencias (dio los dos pases de gol en el triunfo por 2-1 ante el Granadilla). 

El sueño de jugar en España

Yoko Tanaka se formó en la Academia de la AJF (Asociación Japonesa de fútbol), una de las más prestigiosas del mundo por su disciplina y por la capacidad de surtir numerosas futbolistas de nivel a la selección nipona, cuya filosofía reside en la posesión de pelota y en las virtudes técnicas de las jugadoras. Precisamente, la sede de la Academia se encontraba en Fukushima, ciudad devastada por el tsunami que provocó un accidente nuclear en 2011. Afortunadamente, tanto Yoko como sus compañeras se encontraban en Rusia en ese momento para la disputa de un partido amistoso.

La actual jugadora del Sporting de Huelva comenzó a dar muestras de su gran potencial en el Mundial sub-20 que se celebró en la tierra del sol naciente. Tanaka asumió la responsabilidad de suplir a la estrella del combinado nipón, Mai Kyokawa, lesionada de gravedad poco antes de la cita. Respondió con creces: anotó seis goles, repartió dos asistencias y lideró a Japón hacia un spectacular tercer puesto. Entonces fichó por el INAC Kobe Leonessa, uno de los clubes más importantes del país (contaba con hasta siete campeonas del mundo). Aunque le sirvió mucho como aprendizaje, allí no disfrutó de los minutos que le habría gustado. Su decisión de firmar por un equipo de Segunda División a sus 20 años fue tan sorprendente como acertada. En el humilde Stella se convirtió en un ídolo, logrando el ascenso en 2016 y alcanzando un histórico tercer puesto en 2018. Ganó tantos adeptos que aún hoy recibe cartas de fans procedentes de Japón.

Pero jugar en Segunda le llevó a no ser convocada con las Nadeshiko, con quien tuvo la oportunidad de ser internacional en cuatro ocasiones a lo largo de 2013. No ha vuelto a recibir una llamada con la absoluta desde entonces. “Ahora es difícil entrar en el equipo. Si no consigo muchos goles o muchos asistencias no tendré la oportunidad de que me vean. Mi sueño es disputar los Juegos Olímpicos”, señala Yoko. Precisamente la aspiración de estar en Tokio 2020 fue uno de los motivos por los que decidió dar el salto a Europa y jugar en la Primera Iberdrola. Con Andrés Iniesta como modelo a seguir, Tanaka reconoce que desde joven soñaba con jugar en nuestro país, y que a pesar de que echa de menos Japón, su objetivo es “seguir jugando en España muchos años. Me encanta la gente, la comida, el clima… no puedo elegir solo una cosa”.

La menuda centrocampista asegura que tuvo varias ofertas de equipos europeos, pero que el Sporting de Huelva le impresionó desde el primer momento. “Decidí de inmediato firmar mi contrato con el Sporting porque sentí que confiaban en mí y yo quería responder a esa confianza”. Y eso que la adaptación a otro país, otra cultura y otro modo de vida no fue precisamente un camino de rosas. “Fue muy difícil al principio. Pero mis compañeras me ayudaron mucho, me hablaban en español todos los días y así lograba entender el idioma un poco mejor cada día”. Yoko vive en un piso compartido con las estadounidenses Anna Buhigas y Mikela Waldman, las futbolistas de la plantilla con las que más ha congeniado además de las jóvenes Paula García y Cristina Gey. Sobre el césped, asegura que la brasileña Dany Helena es con la que mejor se entiende.

Ya asentada en Primera Iberdrola, Yoko puede comparar el torneo español con el japonés. “Aquí se utilizan los pases largos mucho más que en Japón. Hay muchas situaciones de uno contra uno y se ven muchos más goles con centros al área”. Es el Sporting de Huelva uno de los equipos que domina mejor este estilo de juego: contragolpes y aprovechar las acciones a balón parado además de una defensa férrea. Así le ganaron al Atlético en La Orden hace poco más de 10 días. 

A cuatro puntos de distancia con el descenso, el Sporting se agarra en Yoko Tanaka para alcanzar una salvación que se ha puesto carísima. De lograrlo, el próximo año cumpliría su 14º año en la élite. Casi nada.


Imagen de cabecera: ImagoImages

Contenido patrocinado por Iberdrola

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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