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Yo me pido a Aleix Espargaró

Cuando tenemos que elegir un jugador favorito de pequeños, una decisión tan inevitable como trascendental por lo que significa, tendemos a elegir al jugador bonito de ver. En mi caso no me costó mucho decidirme por Riquelme. Medias bajas, con el ‘10’, buen trato de balón, gran golpeo y, por supuesto, derrochaba carisma. La celebración, el trote cochinero que me representaba bastante, por otro lado, y ese don para los caños pisados. Reconozco que eso último fue lo que me enamoró de Román, como a todos.

Era más difícil ser de Thiago Motta. De hecho, no recuerdo ningún niño en el patio que fuera de Thiago Motta, lógicamente. De mi infancia también recuerdo a la perfección mi graduación de infantil. Recuerdo la típica parafernalia de obra de teatro que los niños odiábamos, especialmente, por no aguantar a nuestros padres. Por suerte hace 20 años no había smartphones y mi madre nos enseña de vez en cuando en comidas familiares una foto desenfocada donde salgo disfrazado de pastorcillo. Que ya ves tú, lo difícil que es hacer una sacar mal con un Iphone de 500 euros y no la hará recta, no. No te preocupes. Total, que en la graduación de infantil teníamos que elegir a qué nos dedicaríamos de mayor. Yo siempre me pedía astronauta y, si estaba cogido, bombero. Albañil no me apetecía, por lo que fuera.

A lo que voy es que acostumbramos a priorizar el talento por encima del trabajo. El don natural tiene mejor cartel que el sacrificio y la constancia. ¿Acaso no es eso uno de los mayores talentos que existe? ¿Por qué en el colegio nos reímos del que estudia más que el resto? ¿Por qué en la oficina miramos raro al que no hace pausa para el café ni sale cinco minutos antes los viernes? ¿Por qué criticamos al deportista que se queda una hora más en el entrenamiento? ¿Y al que llega el primero y se va el último del gimnasio? ¿Y al que prefiere volver a ver sus carreras para analizar dónde puede mejorar la trazada y no se duerme con Netflix? ¿Por qué no vemos el trabajo como un talento?

No lo sé, pero lo hacemos todos. Y cada temporada quedamos retratados de nuevo, por supuesto. Desconozco si hay un piloto que trabaje más duro que Aleix Espargaró, pero no creo que haya muchos. Y el pasado domingo, en el Circuito de Termas de Río Hondo nos dejó retratados, una vez más. El ‘41’ era el único de los 24 pilotos de la parrilla de MotoGP que no había logrado una victoria y uno de los pocos que no es campeón del mundo en ninguna categoría. Tardó 94 grandes premios hasta que logró su primer podio y ha tardado 284 en conseguir su primera victoria en el Campeonato del Mundo, a sus 32 años, la primera en la historia de Aprilia en la categoría reina y la que le sirve para situarse como líder del Mundial.

Aleix apostó por dar el salto a MotoGP tras solo una temporada en la categoría intermedia y ha sido una pieza fundamental en la extinta ART y en el desarrollo de Suzuki -una marca que ya ha sido Campeona del Mundo- y, sin duda, el protagonista del crecimiento de Aprilia desde su fichaje por la montura italiana en el año 2017. A sus 32 años no pierde la ilusión y su regularidad será clave en una temporada 2022 que se prevé más igualada que nunca. Se machaca en el gimnasio, es un enfermo de la bicicleta y sueña con disfrutar de muchas más victorias junto a su mujer y sus hijos en una situación nueva para él: ahora ya está en las quinielas para ser Campeón del Mundo. A base de trabajo y constancia, lo que no quita que también le sobre talento.

Ahora me lo pensaré dos veces antes de querer ser astronauta, ahora espero que miremos más allá de los Márquez o Acosta y asumamos que no todo el mundo puede ganar desde que es un adolescente, ahora seguro que ya no miramos tan raro al que estudia más que el resto ni al que prefiere terminar un balance en lugar de tomar un café; ahora Aleix Espargaró merece ser considerado entre los mejores pilotos del mundo, pero, a lo que me niego rotundamente, bajo ningún concepto, es a que haya niños que en el patio se pidan a Thiago Motta. Por ahí sí que no paso.

1994. Tanos, Cantabria. Estudiante de periodismo. @SpheraSports y @FCBsphera “Esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al fin del partido”.

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