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Betis

El nueve esperado

Era una asignatura pendiente del Betis desde hacía varias temporadas. Desde el apagón del unidimensional Sergio León, desde la aparición de Loren desde la cantera, desde las entradas y salidas a destiempo de Tonny Sanabria, desde el parche flash de Jesé, desde las rachas guadianescas de un Borja Iglesias que disfruta más atacando espacios amplios en transición que combinando de espaldas al arco, desde que Rubén Castro fuese el último delantero verdiblanco capaz de sobrepasar la docena de goles en una misma campaña liguera.

El cuadro de Manuel Pellegrini, para colmo, venía caracterizándose de manera un tanto peligrosa durante el inicio de la presente temporada como un equipo al que le costaba convertir el número de goles acorde al sobresaliente caudal ofensivo que generaba (y sigue generando) en forma de ocasiones en cada partido. De hecho, con los mismos registros que el Real Madrid, es el equipo que más remates ha acumulado en lo que llevamos de campeonato.

Y entonces apareció la figura de Willian José, justo el tipo de nueve que el Betis había anhelado, el ideal por características para capitalizar el juego coral en el último tercio del campo, para darle soluciones de continuidad desde sus apoyos y descargas de primer nivel a un equipo que vive especialmente de la técnica y la fluidez asociativa. Un nueve para poner de cara a la importantísima línea de mediapuntas o para caer a un costado y enfatizar aún más las rotaciones posicionales verdiblancas en la mitad opuesta. Para imponerse también desde lo combinativo y darle así más cadencia a la maniobra ofensiva. Para sumar en todos los frentes. Para ser la referencia en el área y el comodín de la baraja lejos de ella.

Su soberbio juego de espaldas limpia marcas y fomenta los pasillos para que Fekir o Canales o Rodri se inserten en conducción, filtren o suelten la pierna desde fuera; favorece la aparición de espacios por detrás de los centrales rivales, a quienes fija lejos de su guarida o saca de zona, y que deben ser aprovechados por un Juanmi que en el camino, con su excompañero en San Sebastián, debe erigirse en la segunda gran fuente goleadora del equipo gracias a su olfato en área, nacido de su clásica diagonal fuera-dentro desde la izquierda hasta el corazón del gol.

Jugadores del Betis celebrando los goles de Willian José frente al Getafe. (Real Betis Balompié)

Un atributo, quizá el más destacado de todo su muestrario, que también le permite habilitar directamente desde esa posición volteada cualquier tipo de desmarque vertical con su técnica a un solo toque o abrir a los costados para volcar rápidamente el juego, que se profundice por fuera de manera sencilla tras haber juntado efectivos por dentro y cargar el área con rematadores a muchas alturas, donde la línea defensiva rival, a menudo, se verá sorprendida reculando hacia su propio arco al tener que volver a toda prisa a guardar la posición dentro del área desde la zona del señuelo tirado por Willian José, varios metros lejos de la frontal.

Un lugar, el área, la residencia habitual del killer, en el que Willian José, que es un delantero centro que sabe ser causa y consecuencia, también está más que preparado para imponerse. El brasileño (todavía elegible con España, atención, porque la selección no va precisamente sobrada de nueves), más allá de ser un punta mucho más dinamizador dentro del contexto de habitual dominio interior e intercambios que plantea este Betis, posee una facilidad rematadora tanto allí dentro, con sus remates de primeras y su notable juego aéreo, como fuera, con un potente disparo desde media distancia.

El ex de la Real es, por lo tanto, un nueve muy completo, que puede mezclar de maravilla con todo el reparto ofensivo del Betis y, aunque nunca ha sido un supergoleador (su pico son los 15 goles que marcó en Liga con los txuriurdin en la 2017/2018) y muy probablemente nunca lo será, su talento para combinar apoyos y rupturas, presencia y desmarque, combinación y definición puede encontrar el caldo de cultivo perfecto de la mano del fútbol ofensivo, dominante, líquido, creativo y equilibrado de Pellegrini en este momento de madurez de su carrera. Es más, su alto rendimiento podría ser incluso una buena noticia para reenganchar al gol al propio Borja Iglesias, en una competencia de la que ambos, y por supuesto el equipo, se retroalimenten y salgan beneficiados.

El puesto de delantero centro ha sido, con diferencia, el más exigente de cada estructura táctica que el Betis ha puesto en liza durante los últimos años, el que mayor cantidad de atributos futbolísticos distintos ha requerido y ha exigido de su ocupante debido a la propia concepción de la plantilla y de las propias intenciones del estilo de juego, cargado de peso interior y casi siempre necesitado de la participación asidua, circunspecta, acertada, agresiva o facilitadora en función de cada acción concreta y de resultado provechoso para el resto de compañeros por parte de su número nueve. Y por razones obvias, también ha sido una de las demarcaciones más decisivas de cara al rendimiento global en el corto y en el largo plazo.

Una posición en la que todos sus recientes ocupantes anteriores han terminado, quien más quien menos, por quedarse cortos por algún lado —ya fuese en cifras, en riqueza de movimientos lejos del área, en desmarques y amenaza al espacio, en cintura para girar, en juego de espaldas, en compromiso sin balón, en calidad técnica, en poderío rematador, etc.—, y en la que Willian José, si se mantiene motivado, tiene todos los condicionantes para cerrar un capítulo demasiado largo, dar un salto de calidad al colectivo y convertirse en el nueve que por virtudes ya es, es decir, en el nueve que el Betis ha estado esperando todo este tiempo.

Imagen de cabecera: Real Betis Balompié

Sevilla. Periodista | #FVCG | Calcio en @SpheraSports | @ug_football | De portero melenudo, defensa leñero, trequartista de clase y delantero canchero

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