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Villarreal, especialista de la compraventa

En el mundo del fútbol, cada vez cuesta más encontrar gangas. El mercado se infla, los precios suben a una velocidad endiablada y se pagan auténticas millonadas por jugadores que todavía no han debutado en Primera División. Sin embargo, hay equipos que consiguen, con bastante frecuencia, fichar barato y vender caro. A veces, muy caro. Uno de ellos es el Villarreal.

El club marillo, que hace tan solo cuatro años que volvió a la Liga, ha pasado de tener un presupuesto de 30 millones (en Segunda) a uno de 103. Todo ello gracias a una gestión inmaculada de la directiva encabezada por Fernando Roig y que tiene en la ‘compraventa’ una de su mayor fuente de ingresos.

 

 

Y es que, solo en los dos últimos años, el Submarino ha vendido cuatro jugadores que costaron una media de 4,3 millones de euros por un montante total de 91 millones. Una cifra realmente escandalosa. Esos cuatro jugadores apenas duraron en la plantilla: Gabriel Paulista y Eric Bailly solo jugaron una temporada y media, Luciano Vietto una temporada y Alexandre Pato, el último en irse, apenas media temporada. Bastaron 24 partidos para que el brasileño dejara en las arcas amarillas 18 millones de euros. Costó tres.

Estas cuatro ventas en apenas dos años figuran entre las siete más beneficiosas para el Villarreal en su historia (Cazorla, Forlán y Martín Cáceres completan la lista) y le convierten en un especialista en la materia. Ahora, tiene el poder y el derecho de competir por jugadores por los que antes era imposible. En Italia hablan de una oferta por Gio Simeone de 18 millones, o una dura pelea con el Liverpool por el iraní Azmoun.

 

Fuente: Transfermarkt

 

Y es que, también en los dos últimos años, el Villarreal ha incorporado a tres de los cinco fichajes más caros de su historia: Roberto Soldado (16), Roberto Soriano (14,1) y Nicola Sansone (13). Los tres han dado un rendimiento notable desde que pisaron la ciudad castellonense y su valor, como no podía ser de otra forma, ha aumentado con creces. Es lo que tiene ser un especialista.

 

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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