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Copa del Rey

Una noche de las de antes

El Real Zaragoza tiene un idilio especial con la Copa del Rey. Incluso ahora, tras superar uno de los peores momentos de su larga historia, está a punto de vivir otra noche de las que le recuerdan que su sitio es la Primera División, y que sus partidos deben ser ante gigantes.

El club maño es, pese a estar varios escalones por debajo respecto a los grandes, el sexto con más títulos de Copa, con seis. Solo le superan Barça, Athletic, Real Madrid, Atlético y Valencia. La mitad de ellos fueron en diez años, los que transcurrieron entre 1994 y 2004, tiempo en el que, pese al primer descenso en 24 años, se vivieron los mejores momentos de su historia, incluida la Recopa conquistada ante el Arsenal con aquel gol de Nayim desde el centro del campo.

Aquella década prodigiosa se inició con un año mágico, que acabó con el Zaragoza como colíder de la Liga tras 14 meses sin perder en casa y con espectaculares victorias ante Barça (6-3), Madrid (4-1) o Atlético (0-4) en la temporada anterior, acabando tercero y conquistando su cuarto título de Copa. Fue en el Vicente Calderón ante el Celta, en una final inédita que acabó 0-0 gracias a la gran actuación de los guardametas, Cañizares por el bando celtiña y Cedrún por el aragonés. En los lanzamientos desde el punto fatídico, el fallo de Alejo dio al equipo de Víctor Fernández (sí, el mismo que hoy entrena al Zaragoza) la Copa tan solo un año después de perder la final contra el Madrid.

Tuvieron que pasar siete años más para conquistar otro título copero. Por entonces, la situación era bien distinta para un equipo que se había acostumbrado a pelear por los puestos de Liga de Campeones. Tras salvarse del descenso en la última jornada con un empate ante el Celta, de nuevo sería el equipo vigués su rival en la final, esta vez en La Cartuja, y nada menos que con Víctor Fernández en el banquillo celtiña. Pese a adelantarse los vigueses con un gol de Mostovi a los cuatro minutos, el Zaragoza le dio la vuelta antes del descanso por medio de Xavi Aguado y Jamelli de penalti. Yordi redondeó la fiesta en el tiempo añadido (1-3). 

Fue un éxito que disfrazaba una temporada más que decepcionante, y que terminó por culminar en desastre un año después con el descenso de categoría, a pesar de una inversión colosal de hasta 25 millones en apenas tres jugadoras: Goran Drulić (que para colmo se lesionó de gravedad), Mate Bilić y Luciano Galletti. Este último, aunque no lo sabía, viviría en unos años su momento de gloria.

Porque un año después, el Zaragoza volvía a estar en Primera de la mano de Paco Flores, logrando un regreso de lo más sonado: el club acabó ganando de nuevo la Copa del Rey en una final de infarto ante el mismísimo Real Madrid de los galácticos, con Beckham, Zidane, Figo o Raúl en el once. Tras el 2-2 en el tiempo reglamentario, sería el propio Galletti, con un zapatazo que todavía hoy resuena en Montjuic, quien decantara el partido y el trofeo para los aragoneses en la prórroga. Jugadores como Gabi Milito (rechazado por el Madrid por una supuesta lesión) y David Villa (en su primer año en la élite) se convirtieron también en héroes para el zaragocismo.

Al club maño le quedaría por escribir otra página en la historia de su idilio con la Copa tan solo dos años después, aunque la hazaña no acabase con premio en las vitrinas. Con Víctor Muñoz como técnico, el cuadro aragonés logró eliminar al Barça en cuartos de final y al Real Madrid en semifinales, este último tras endosarle un espectacular 6-1 en la Romareda con cuatro goles de Diego Milito y dos de Ewerthon , dos arietes que formaron por entonces una de las parejas más desequilibrantes de la Liga. Tocó, sin embargo, sufrir en el Bernabéu: primero con un 4-0 (3-0 a los diez minutos) de los blancos que les dejó al borde del precipicio. Y después en la final ante un Espanyol que arrasó sin piedad (4-1).

Aquel fue el principio del fin para un Zaragoza que, de la mano de una gestión desastrosa de Agapito Iglesias, fue condenado a Segunda pese a contar con una de las mejores plantillas de la Liga, y allí sigue, prolongando su estancia hasta la mayor de su historia: van siete años en el pozo, alternando temporadas donde roza el retorno (se quedó a siete minutos en la final del play-off ante Las Palmas) con otras donde se hunde en la clasificación (fue 15º en 2019 y 16º en 2017).

Sumido en una crisis aguda en los despachos, las arcas y el césped, el club apostó por el sentimentalismo para recuperar a la afición y la autoestima: Víctor Fernández volvió 12 años después (aquel despido infame en enero que acabó en descenso a final de campaña) para tratar de levantar el vuelo a un equipo deprimido y en zona de descenso a Segunda B. No solo logró la permanencia, sino que ahora el equipo maño es cuarto, a solo tres puntos del ascenso directo, y tras superar tres eliminatorias de Copa afronta en La Romareda una noche de las de antes, un partido antes considerado de los mejores que se podían disfrutar en el fútbol español. Que el Real Madrid se ande con ojo, que Zaragoza y el torneo del K.O van de la mano.

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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