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Un viejo amigo

Inglaterra volvió a hacer, frente a Croacia, una elegante demostración de cómo ha cambiado su fútbol para acabar definiendo el choque con el recurso que mamaron desde que crearon este deporte: el juego a balón parado. Los ingleses consiguieron clasificarse para las semifinales de la Uefa Nations League escribiendo muy despacio y con buena letra hasta que llegó el momento de los bombardeos, casi a ciegas. Los de Gareth Southgate abrieron las puertas de su muralla y sacaron los fusiles, cuando supieron que el fútbol se había encaprichado en darle al aficionado neutral dos únicos posibles finales dignos de guion de telenovela: ser campeón de grupo o descender. Porque Andrej Kramaric -tras su vals en el área local- ya se había ocupado de hacer su parte, la de aterrorizar a uno de los olimpos más icónicos del planeta Tierra.

Los anfitriones cogieron el partido mucho mejor que los croatas, que notaron muchísimo la ausencia de Rakitic. Zlatko Dalic decidió dar entrada a un Nikola Vlasic que no leyó del todo bien su trabajo en defensa dándole muchísimo espacio a Eric Dier, todo lo contrario a lo que había pasado tres días atrás con el centro del campo de la roja. Los visitantes no podían juntar sus líneas, por lo que costaba utilizar una de sus armas más letales, llamada Ivan y apellidado Perisic, todo un puñal con espacios. Inglaterra, por su parte, empleaba a Harry Kane como conector de muchos de sus ataques, trazando desmarques a la espalda de los centrales e incluso del doble pivote, para jugar entre líneas. Lo del delantero del Tottenham es un ejemplo de superestrella mundial capaz de coser un huevo y freír un alfiler, dispuesto a hacer de todo para el conjunto. Y, encima, pese a que lleve una mala racha de goles, su juego siempre parece ajeno a todo gafe.

A pesar del dominio local Croacia consiguió mantenerse, aunque fuera de rodillas, en el partido. Cada día que pasa es más difícil dudar de esta selección, en la que cada futbolista está obligado a ser más intenso que el rival. Sin embargo, en el fragor de la batalla los de Southgate estuvieron más acertados, seguramente envalentonados con el calor de su público. Y a pesar de haber mejorado tácticamente, de volver a asustar lejos de su feudo y de querer tener la posesión, Inglaterra volvió a llamar a un viejo amigo para ser uno de los primeros cuatro semifinalistas de la Uefa Nations League. Primero fue con un saque de banda que acabó empujando Jesse Lingard y posteriormente una falta lateral que remató Kane, para salvar a su país del descenso y ser campeón de grupo. Un toque que lo cambió todo.  

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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