Uno de los descubrimientos de los últimos meses en las redes ha sido el cómico Darren Farley, un imitador que hace impresiones de muchos entrenadores y jugadores de la máxima categoría inglesa. Me alegra encontrar en la niebla a gente brillante como él, que ilumina los días más grises. Uno de sus grandes personajes es Sean Dyche. Le imita tal y como le imagino: gritándole a Dominic Calvert-Lewin por su manera de vestir y por sus lesiones y reclamando a todos sus futbolistas que deben ser hombres de verdad, con una buena pelambrera en el pecho. Tom Davies, por ejemplo, se tiene que cortar el pelo.
El caso es que el Everton ha cambiado con la llegada del ex del Burnley. Cabe reconocer que cuando empecé en el mundo del periodismo me impresionaban los entrenadores que preferían ganar 5-4 antes que 1-0. Me maravillaban, por ejemplo, las declaraciones de Ian Holloway, que era el Paco Jémez inglés. Encima los dos son calvos. Él tenía como referencia al Brasil de Jairzinho, Pelé y compañía. Los tiempos cambian, imagino. Ahora me emocionan los conjuntos bien estructurados, los que tienen como principal objetivo no conceder. Los que quizás no te den un pase a 10 metros, pero que pelean cada segunda jugada como si la vida estuviera en juego.
El 4-1-4-1 del flamante mánager de los toffees no se convierte jamás en un 4-3-3. De hecho, con los saltos de los interiores se transforma en un 4-4-2. Cada vez que las cámaras enfocan a Dyche está como loco dando indicaciones. No puede estarse quieto. Suena populista, lo sé, pero la gente muchas veces necesita esto.
Solamente tiene un problema que, por supuesto, él conoce a la perfección: la entidad navega por un océano que solo me invita a ser pesimista. La directiva no pudo reemplazar a Richarlison -pese a que se le vendió hace medio año- y solo cuenta con Calvert-Lewin, siempre lesionado, y Maupay en la punta de ataque. El francés no es el perfil de ariete que necesita el equipo actualmente. En Anfield, por ejemplo, arrancó el envite Simms, un chaval que en diciembre jugaba en el Sunderland. No sé si el Everton podrá salvarse, pero tiene en sus filas al hombre adecuado para intentar evitar la vergüenza de caer al Championship. Veremos.
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