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Premier League

Un lunes de FA Cup

Un
partido de FA Cup en lunes es como tomarse unas judías verdes sin mayonesa y
sin huevo duro. La competición más añeja de la historia también ha caído en las
garras de los súper Mondays, por desgracia. Que se le va a hacer. Sin embargo,
al final, el cartel del encuentro obligaba a sentarse al amante del fútbol
delante del televisor, o del stream de YouTube, con una pizca de enfado. La
vida del futbolero.

El
Manchester United, en el proceso de José Mourinho a Ole Gunnar
Solskjaer, ha dejado de leer necrológicas para
disfrutar del mejor Miguel de Cervantes. El Don Quijote del técnico noruego es
aquel francés del cual el portugués no quería recordar su nombre. Paul Pogba ha
pasado de contar kilómetros y robos a enumerar y engrosar la lista de goles y
asistencias. Contó una de cada en la estrellada noche de Londres, un cielo al
que le siguen faltando estrellas para exponer todas las razones de porqué debe
acabar otro proyecto en la zona blue. Roman Abramovich vuelve a apuntar con su
arpón. Y no suele fallar.

El
Chelsea salió con su clásico 4-3-3, aquel que pierde gasolina por las esquinas,
con su típico trivote: Jorginho, Ngolo Kante y Mateo Kovacic. El primero hizo
un arranque de curso de ensueño hasta que el resto de Inglaterra se cercioró
que ponerle una marca era la kriptonita del vigente campeón de copa. El segundo
trata de realizar todo lo que sabe más lo que desconoce, acabando perdido, y al
tercero le faltan espacios para sus famosas conducciones. Sin un centro del
campo que funcione, el sistema de Maurizio Sarri es un flan de marca blanca.

El
United, por su parte, saltó al Bridge con un rombo, deteniendo el ritmo
altísimo que el Chelsea quería proponer desde el inicio. Eden Hazard era el
mayor peligro, pero volvió a jugar para sí mismo en vez de para los demás. Así,
los londinenses no encontraban la manera de romper el entramando de los Red Devils,
que variaba a un 4-4-2 en línea cuando no tenían el cuero. Cada robo en el
centro, especialmente de los lugartenientes de Pogba, Ander Herrera y Nemanja
Matic, se convertía en una tortura para los de Sarri, que se fueron al descanso
con un 0-2 durísimo.

En
el segundo acto, los londinenses trataron de dar un paso adelante con la misma
historia de siempre. Los cambios de toda la vida dieron el efecto de toda la
vida. Poquísimo. Los aficionados, incluso, saben los retoques que va a hacer el
técnico italiano en el transcurso de los envites. Por ello, tan solo pudieron
ilusionarse con una posible expulsión de Matic, que tuvo media hora de propina
tras hacer dos faltas cuando ya tenía tarjeta. Ni siquiera apretaron a un
Sergio Romero muy tranquilo.

En
su día ya lo escribió William Shakespeare. Romeo y Julieta quisieron morir
juntos, con nadie más. Sarri puede que haya cavado su propia tumba con los
suyos. Si su idea principal se deshace, como un helado en verano, prefiere
dejarlo al sol, a ver qué sucede. Él sabía que la muerte acabaría aterrizando
si no trataba de hacer algo diferente. Ella, ha acabado sentada en la mesa,
tomando el menú del día. Quizás, en Carabao Cup, tenga la última oportunidad de
abrir la nevera y postergar un proyecto muy herido, antes de que le pidan el
postre, café o helado.  

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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