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Fútbol

Un fútbol a balón parado

En el fútbol moderno ocurren más cosas con el balón parado que con el balón en movimiento.

Como una partida de ajedrez entre el árbitro y el cuatro árbitro, parando el tiempo y reanudando entre falta y falta. Entre VAR y VAR.

Siempre han ocurrido cosas en el fútbol cuando el balón no estaba en juego. Las clásicas pérdidas de tiempo cuando se va por delante en el marcador, protestas arbitrales, lesiones, expulsiones o las tan esperadas tanganas que alimentaban los diarios deportivos toda una semana. Pero con el paso de los años y la llegada del VAR esto ha ido en aumento. El VAR ha potenciado esta situación provocando la pérdida de minutos entre consulta y consulta. Entre que el colegiado juega al cambio y corto con sus colegas de la sala VOR o se decide en ir a comprobar las imágenes.

Pero lo preocupante es que en los últimos tiempos también en los aspectos más futbolísticos esto se está cumpliendo. Pasan muchas cosas, a veces demasiadas, a balón parado.

De córner, de falta o de pena máxima son el tipo de goles que empiezan a predominar en nuestra liga. Cada vez son más los equipos que dedican más tiempo en sus entrenamientos al balón parado. Y es lógico, porque ya no solo es la oportunidad de marcar gol, es también, la oportunidad de sacar petróleo de cualquier otra acción: segundas jugadas, posibles agarrones, manos, rebotes… En definitiva, con la presencia del VAR, una falta lateral o un córner es ahora aún más peligroso que antes.

En el pasado Mundial de Rusia más de un 30% de los goles se produjeron a través de jugadas a balón parado. Es solo un dato que demuestra la importancia que ha ganado con los años.

De esta forma también se puede explicar cómo han aparecido futbolistas poco frecuentes en las listas de máximos goleadores. El claro ejemplo es Sergio Ramos que suma cifras de atacante. Tras la marcha de Cristiano asumió el rol de lanzador de penaltis y faltas, esto, añadido a su ya alta cuota goleadora por remates de cabeza en corners y faltas laterales le ha convertido en un jugador letal en este aspecto.

Y es que estamos ante un fútbol muy físico y táctico donde el balón circula entre pases horizontales o se rifa de defensa en defensa en busca de segundas jugadas. Un fútbol donde puede más el miedo a perder que las ganas de ganar.

De hecho, algunos equipos tienen más matices, recursos y trabajo en las jugadas a balón parado que en su propio sistema de juego. Todo un abanico de movimientos y de instrucciones: engaños, señuelos, bloqueos, desmarques y barridos. En definitiva, otro partido distinto.

Está claro que el balón parado es un factor importantísimo que puede cambiar el transcurso del juego, pero si esto va en aumento un encuentro de fútbol acabará siendo como un partido de la NFL donde cada jugada es de tiza y pizarra. Con pausas y charlas tras cada pitido del árbitro y donde al lanzador se le llame ‘quarterback’.

¿Queremos un fútbol que se decida sin estar el balón en movimiento? Juzguen ustedes mismos.

Imagen de cabecera: Marcelo Hernandez/Getty Images

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