Una década da para muchos grandes
momentos. Muchos buenos y otros tantos no tan buenos. Y en las ligas
estadounidenses hay grandes historias prácticamente cada año, por lo que
quedarse con diez es una tarea complicada. Muchos momentazos tienen que quedarse
fuera del ranking de los mejores.
Las menciones especiales son para la
primera Serie Mundial de los Giants como equipo de San Francisco después de
casi medio siglo, el regreso de la Fórmula 1 a los Estados Unidos, los 60
puntos de Kobe Bryant en el último partido de su carrera como jugador de baloncesto,
la participación de un bicampeón de F1 como Fernando Alonso en las 500 Millas
de Indianápolis y el vergonzoso 0-16 de los Cleveland Browns en 2017.
El fútbol a.k.a. soccer no ha entrado en este top, pero
la MLS también ha vivido episodios históricos dignos de mención honorífica como
los llenazos de récord en el Mercedes-Benz Stadium del Atlanta United (más de
70.000 espectadores), la rivalidad entre los Seattle Sounders y el Toronto FC
(tres enfrentamientos en la MLS Cup) o la irrupción de un personaje (en el buen
sentido de la palabra) como Zlatan Ibrahimović en los Galaxy.
Este es el Top 10 de momentos de la
década en el deporte norteamericano.
10 – Kawhi Leonard, rey en el Norte
Kawhi Leonard fue desterrado a los
Toronto Raptors en el verano de 2018 por los San Antonio Spurs tras un año
surrealista en el que solamente jugó seis partidos por una extraña lesión en el
cuádriceps. El alero llegó a un equipo top del Este, pero deprimido tras
estrellarse una vez más en LeBron James. Además, Canadá se parece poco o nada a
su añorada Los Ángeles (el sitio en que quería jugar).
Hubo rumores que apuntaban a una
negativa de Leonard a jugar en Toronto, pero al final no fue así. Sin hacer mucho
ruido, los Raptors volvieron a proclamarse campeones de su división y fueron el
segundo mejor equipo de toda la NBA. Una vez en Playoffs, dieron cuenta de
Orlando Magic, Philadelphia 76ers (4-3 con un tiro sobre la bocina de Kawhi que
rebotó cuatro veces en el aro antes de entrar), Milwaukee Bucks (dando la
vuelta a un 0-2 en contra). Y en las Finales esperaba el coco: los Golden State
Warriors.
Los californianos buscaban
despedirse de Oakland con su tercer anillo seguido y el cuarto en cinco años.
Eran favoritos… pero con mucho problemas físicos. Y cuando los canadienses
pusieron el 3-1 a su favor, tuvieron que recurrir a un Kevin Durant que acabó
rompiéndose el tendón de Aquiles. Finalmente, los Raptors se llevaron el primer
título de su historia en el sexto partido y Kawhi Leonard fue nombrado MVP de
las Finales por segunda vez en su carrera. Ese mismo verano cumplió su deseo de
jugar en casa y fichó por Los Angeles Clippers. Su único año en Canadá es
historia de la NBA.
9 – El final de una era en El Bronx
Los New York Yankees disfrutaron de
una generación irrepetible de jugadores: Andy Pettitte, Jorge Posada, Mariano
Rivera y Derek Jeter formaron el núcleo (Core
Four) neoyorquino que logró un total de cinco Series Mundiales y dos
subcampeonatos entre finales de los noventa y principios de los 2000. Pero nada
es para siempre, y a lo largo de los años 2010 sus componentes fueron colgando
el bate y los guantes.
El primero en decir adiós fue
Posada, en 2011. La retirada del cátcher ponía fin a diecisiete años seguidos
junto a Rivera y Jeter, algo único en la amplísima historia de las Grandes
Ligas. Rivera y Pettitte lanzaron por última vez en 2013 y un año después le
llegó el turno a Jeter, quien se despidió del béisbol a lo grande. Primero, con
un walk-off decisivo en su adiós al Yankee Stadium y después con una larga ovación
del Fenway Park, la casa de los archienemigos Boston Red Sox, en el último
partido de su vida. Será muy difícil volver a ver algo parecido al Core Four/Key Three. En El Bronx desde
luego que les echan de menos.
8 – El estreno a lo grande de los Golden Knights
Los Vegas Golden Knights (NHL) se
convirtieron en el primer equipo profesional de las cuatro grandes ligas de los
Estados Unidos con sede en la ciudad de Las Vegas. Hicieron su estreno en la
temporada 2017-18. Como equipo de expansión configurado a base de las sobras de
los demás, lo normal era pensar que deambularían por la parte baja de la liga
durante sus primeros años de existencia.
Sin embargo, la franquicia de
Nevada desafió a la lógica y lo que comenzó como el mejor inicio de una
expansión de en la NHL se convirtió en título de división (ningún equipo lo
había hecho en su primer año de vida) y posteriormente, en pase a las Finales
de la Stanley Cup. Llevarse la copa a casa hubiese sido apoteósico, pero los
Washington Capitals de Alex Ovechkin no dieron casi ninguna opción a la que
hubiese sido posiblemente el momento más épico de la historia de la National
Hockey League.
7 – Los Detroit Red Wings, fuera de Playoffs
El 28 de marzo de 2017 los Detroit
Red Wings cayeron derrotados ante los Carolina Hurricanes y quedaron oficialmente
fuera de los Playoffs de la Stanley Cup de ese año. No fue una eliminación
cualquiera, ya que la de 2017 se convertía así en la primera postemporada de la
NHL sin presencia de la franquicia de Míchigan desde 1990. Toda una desgracia
para la ciudad de Detroit, también conocida como Hockeytown.
Los Red Wings venían de tres caídas
consecutivas en primera ronda y la 2016-17 puso fin a veinticinco campañas
seguidas en la fase final (no cuenta la 2004-05 en la que no hubo temporada),
la tercera mejor racha de toda la liga de hockey sobre hielo. No fue la mejor
despedida para el Joe Louis Arena, su pabellón desde 1979.
6 – Drew Brees, rey del pase
Drew Brees arrancó los años 2010
llevando a los históricamente tristes New Orleans Saints a conquistar la
primera Super Bowl de su historia. Pero lo más seguro es que la carrera del
quarterback sea recordada por los numerosos récords pulverizados a lo largo de
esta década relacionados con el pase.
En 2011 Brees se convirtió en el
primer QB con dos temporadas de más de 5000 yardas de pase en su haber. Terminará
la década con cinco y sigue sin haber nadie con más de una. En 2012 batió el
récord de Johnny Unitas de más partidos seguidos lanzando al menos para un touchdown.
Estaba en 47 y lo dejó en 54. Tres años más tarde dio siete pases de TD en un
partido, un registro que anteriormente sólo habían logrado siete QBs.
Brees, una máquina precisa de pasar
(sí, también es suyo el récord de porcentaje de pases completados tanto en una
temporada regular como a lo largo de una carrera), tarde o temprano tenía que
coronar las cimas más altas. En la segunda jornada de la temporada de 2018
superó la marca de Brett Favre de más pases completados y dos semanas después
adelantó a Peyton Manning y se convirtió en el jugador con más yardas de pase
de la historia de la NFL. El súmmum de los récords de los quarterbacks. La
guinda la puso en 2019, cuando se aupó al primer puesto de la clasificación de
más pases de touchdown. Lo dicho, una máquina pasadora que dejará el listón de
todos esos récords a la altura que él quiera.
5 – Y al fin, LeBron
LeBron James aterrizó en la NBA en
2003 directamente desde el instituto. Y lo hizo con la etiqueta de El Elegido. El de Akron estaba llamado a
dominar la liga y no tardó en convertirse en una superestrella de la liga… pero
nueve años después de su debut, su contador de anillos estaba a cero. La
derrota de sus Heat en las Finales de 2011 hizo que la grandeza de LeBron estuviese
más cuestionada que nunca. Todo eso cambió el 21 de junio de 2012.
Los Heat de LeBron repitieron
presidencia en las Finales. Esta vez se iban a enfrentar a los jóvenes y
talentosos Oklahoma City Thunder de Kevin Durant, Russell Westbrook, James
Harden, Serge Ibaka y compañía. Las alarmas volvieron a saltar cuando OKC se
llevó el primer partido de la serie.
Sin embargo, esta vez la imagen final
de la temporada de LBJ no sería yendo cabizbajo hacia los vestuarios mientras
otros levantaban el Trofeo Larry O’Brien. Los Heat le dieron la vuelta a la
tortilla con un LeBron inmenso. Sus saltos en el quinto y definitivo partido lo
decían todo. Adiós a esos memes con jugadores mediocres con más anillos él. Su
nombre ya no iba aparecer en las listas de leyendas que se retiraron sin la
joya más preciada. El Rey ya tenía corona.
4 – El efecto Kaepernick
La interpretación del himno
estadounidense es un momento muy emotivo y solemne. Por eso se lio la que se
lio cuando Colin Kaepernick decidió sentarse mientras sonaba The Star-Spangled Banner durante un
partido de pretemporada de la NFL. El QB de los San Francisco 49ers afirmó que
lo hizo como protesta ante los continuos episodios de abusos policiales contra
los afroamericanos.
Una semana después Kaepernick optó
por hincar la rodilla en lugar de permanecer sentado para mostrar más respeto
por el himno pero continuando con su protesta. Un gesto que fue tan apoyado
como criticado por la sociedad estadounidense (prensa, aficionados, militares,
políticos…) y que generó muchísimos debates sobre racismo, libertad de
expresión, respeto, etc.
Sin embargo, el boom de las protestas llegó gracias a
Donald Trump en 2017, con Kaepernick fuera de la liga pero con muchos jugadores
(negros en su mayoría) que seguían arrodillándose durante las notas del himno.
En una de sus numerosas perlas, el presidente estadounidense sugirió a los
dueños de los equipos que despidieran “a
esos hijos de puta [sic]” si se les ocurría faltar al respeto al himno.
Las palabras de Trump lograron el
efecto contrario. Si antes se arrodillaban cuatro o cinco jugadores por equipo,
ahora lo hacían prácticamente todos. Y los propietarios, incluidos republicanos
como Shad Khan, Robert Kraft (amigo de Trump) y el mismísimo Jerry Jones
(aunque a su manera, eso sí), se posicionaron a favor de sus chicos. Aunque los
arrodillamientos han ido cediendo con el paso del tiempo, lo que consiguió el
ex QB de los Niners (ganando una reclamación por colusión por el camino) le
hace digno de estar en el ranking de la década. Eso sí, no ha vuelto a
encontrar equipo.
3 – Jimmie Johnson logra su séptima Copa NASCAR
Jimmie Johnson es el gran piloto
estadounidense de este siglo. El californiano logró cinco títulos seguidos de
la Copa NASCAR entre 2006 y 2010, algo que no había hecho nadie más en toda la
historia de la competición. En 2013 ganó el sexto y en 2016, el séptimo. En
total, siete entorchados. Los mismos que Richard Petty y Dale Earnhardt, los
reyes de las carreras de coches de stock.
Si convertirse en uno de los tres
pilotos más laureados de la NASCAR ya es de por sí un hecho histórico, hacerlo
como lo hizo Johnson fue sencillamente increíble. El 48 de Hendrick Motorsports
era uno de los cuatro candidatos finales a llevarse la Sprint Cup en la última
carrera, la de Homestead (Florida). Para lograrla, Johnson sólo tenía que hacer una cosa: quedar por delante de los otros tres
aspirantes: Carl Edwards, Joey Logano y Kyle Busch. ¿El problema? Que partía
último en la parrilla de salida ya que la organización le sancionó por
irregularidades en su coche. La séptima dependía de que pasaran cosas. Y pasaron.
Johnson salió el último, pero tras
sólo 31 vueltas ya estaba noveno. Quince giros más tarde, se puso quinto. Así
aguantó gran parte de la carrera. Quedando diez vueltas para el final Edwards y
Logano chocaron y el primero se vio obligado a abandonar. A falta de únicamente
cinco vueltas, Johnson superó a Busch y se colocó segundo. Eso le valía para ser
campeón, pero no se conformó y en el penúltimo giro adelantó al que había sido
el líder indiscutible de la carrera: Kyle Larson. Las gradas del óvalo de
Florida enloquecieron: Jimmie Johnson era campeón de la NASCAR por séptima vez.
Desde ese final memorable, el de
California ha estado muy lejos de volver a ganar. Y 2020 será su última
oportunidad para obtener la octava corona que le haría rey en solitario del
palmarés de la principal competición automovilística Norteamérica.
2 – El 73-9 de los
Warriors
En 1996 los Chicago Bulls de
Michael Jordan establecieron la mejor marca de la historia de la NBA en temporada
regular: 72-10. Un registro que parecía inigualable… hasta que aparecieron los
Golden State Warriors de la 2015-16. Los Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond
Green y compañía venían de conquistar el primer campeonato de NBA para el
equipo de Oakland desde 1975 y partían como favoritos para volver a llevarse el
anillo.
La defensa del título comenzó con
un espectacular 24-0. Fue ahí cuando comenzó a hablarse de la posibilidad de que
Golden State fuese a por la marca de los Bulls del 96. El juego de los
californianos fue espectacular: aplastaban a sus rivales a base de triples,
velocidad y defensa. La caza del récord se notó en los partidos en los que
normalmente un equipo se deja llevar. Ellos no: aunque el encuentro se
torciera, irían a por él hasta el final, con el desgaste que eso suponía.
Así, los Warriors llegaron al parón
del All-Star con un 48-4 en el casillero. Una segunda mitad de campeonato igual
que la primera les daría el récord. Comenzado abril, la marca era 68-7. Pero el
día 1 perdieron en casa contra los Celtics y el día 5, contra los Timberwolves.
69-9. Nueve derrotas que llegaron en el Oracle Arena contra equipos de nivel
medio-bajo como Bucks, Lakers, Mavericks, Nuggets o Pistons. Quedaban cuatro
partidos, dos contra los Grizzlies y dos contra unos Spurs que estaban invictos
en San Antonio. El récord, al menos en solitario, corría serio peligro.
Finalmente, los chicos de Steve Kerr sobrevivieron y lograron ganar los cuatro
choques.
El 13 de abril de 2016 fue una
fiesta en el Oracle Arena. Una fecha que pasó a la historia como el día en el
que Kobe Bryant se despidió del baloncesto metiéndole 60 puntos a los Utah Jazz
y como el día en el que los Golden State Warriors ganaron por 125-104 a los
Memphis Grizzlies para batir el 72-10 de los Chicago Bulls de 1996 para dejar
el nuevo récord de temporada regular en 73-9. Una liga regular sencillamente
legendaria en la que Stephen Curry fue nombrado MVP de manera unánime. Sólo les
faltó una cosa para lograr la perfección.
1 – Las increíbles remontadas
de 2016
2016 será recordado como el mejor
año de su década y posiblemente también de toda la historia del deporte
estadounidense. Y es que va a ser muy difícil que en un mismo año se vuelvan a
producir los desenlaces que tuvieron tres de las cuatro ligas grandes del país
(NBA, MLB y NFL), además del de la NASCAR.
El primer final de infarto lo tuvo
la NBA. Todo estaba listo para que los Golden State Warriors culminaran su
histórica campaña 2015-16 con su segundo anillo consecutivo. Los de la Bahía
lideraban las Finales ante los Cleveland Cavaliers de LeBron James por 3-1, un
balance que nunca había sido remontado en toda la historia de la eliminatoria decisiva
por el título.
Golden State desperdició su primer matchball en el Quicken Loans Arena. Un
quinto partido que Draymond Green no jugó porque fue sancionado por una falta
técnica señalada después del cuarto juego por un rifirrafe con LeBron James.
Green volvió para el Game 6, pero no
pudo evitar una nueva derrota de su equipo. Y llegamos al séptimo partido, en
el Oracle. A falta de un minuto para el final, el marcador era 89-89… y el
total de las Finales, 699-699. Ahí apareció Kyrie Irving con un triplazo por
encima de Stephen Curry. Game over. Un
final increíble que certificó la mayor remontada de las Finales de la NBA y el
primer anillo de la historia de los Cavaliers. LeBron cumplió su misión.
En octubre, Cleveland vivió la otra
cara de la moneda con su equipo de béisbol. Los Cleveland Indians se
enfrentaron a los Chicago Cubs en la Serie Mundial. El último título de los
Indians databa de 1948. El de los Cubs, ¡de 1908! Una sequía prolongada iba a
llegar a su fin. Y esa parecía que iba a ser la de los de Ohio, que se pusieron
3-1. Pero al contrario que en la NBA, en la MLB sí que se habían remontado esa
desventaja. Los Cubs salvaron los muebles en el quinto y en el sexto partido. Por
lo tanto, habría Game 7 en Cleveland.
El séptimo partido tuvo de todo.
Los Cubs comenzaron ganando, pero los Indians empataron en la octava entrada.
No hubo anotaciones en la novena, por lo que hubo que recurrir a la décima. Y
comenzó a llover. Tanto, que hubo que parar el choque casi veinte minutos. Tras
la reanudación, los de Chicago anotaron dos carreras. La de Rajai Davis
(Cleveland) fue inútil. Michael Martínez fue eliminado y los Cubs ganaron la
Serie Mundial ciento ocho años después, la mayor sequía sin títulos de la
historia del deporte profesional norteamericano. La Maldición de Billy Goat era historia.
La guinda la pusieron los New
England Patriots en la Super Bowl LI. Sí, el partido se celebró en febrero de
2017, pero corresponde a la temporada de 2016. Atlanta Falcons contra New
England Patriots. La dupla Brady-Belichick contra el mejor ataque del año en la
NFL. Y el conjunto de Georgia fue un rodillo. Al descanso, 21-3. Y a falta de
poco más de dos minutos para el final del tercer cuarto, los Falcons ganaban
28-3.
Diez puntos era la mayor desventaja
remontada en la historia de la Super Bowl. Los autores, los Patriots dos años
antes ante los Seahawks. ¿Sería capaz Tom Brady de obrar el mayor milagro de su
carrera?
Los Falcons gestionaron muy mal el
reloj. Tal vez pensando en los veinticinco puntos de colchón que tenían, su
ataque permaneció muy poco sobre el césped. Eso permitió que los Pats tuviesen
muchas oportunidades para intentar remontar. La clave estuvo en dos jugadores:
el fumble forzado por Dont’a Hightower que recuperaron los Patriots y dio pie a
un touchdown de Danny Amendola y la milagrosa recepción de Julian Edelman que
dio pie a otra anotación de James White. Partido empatado y primera prórroga de
la historia de la gran final de la NFL.
La suerte sonrió a los Patriots
hasta en el lanzamiento de moneda. Comenzaron el tiempo extra atacando y no lo
desaprovecharon. Primer drive, touchdown para New England. Brady ya tenía su
ansiado quinto anillo y rompía su empate particular con Joe Montana. La mayor
remontada de la historia de la Super Bowl fue la guinda a un 2016 irrepetible.