En algún
momento de nuestras vidas todos nos hemos preguntado por qué en Estados
Unidos hacen sonar el himno nacional antes de cada evento deportivo. Se
trata de algo tan ‘de ellos’ que algunos incluso lo ven con incredulidad,
porque ni en Inglaterra se escucha el God Save the Queen antes de un
partido de la Premier League, ni en Italia se pone el Fratelli d’Italia
antes de un encuentro de la Serie A. Culturalmente eso no está extendido en
Europa ni en ningún país del mundo, casi. Los Estados Unidos de América son
únicos en este sentido. Pero ¿por qué? ¿Cuál es el motivo por el que suena The
Star-Spangled Banner al comienzo de cada evento?
Todo nació con
el pasatiempo americano por antonomasia, el béisbol. Y la respuesta se
remonta a la Serie Mundial de 1918 que jugaron los Boston Red Sox y los Chicago
Cubs.
Aún así, retrocedamos un siglo más atrás. A septiembre de 1814, concretamente, cuando el poeta Francis Scott Key escribió un poema mientras presenciaba el ataque de la Marina Real Británica al puerto de Baltimore en la guerra angloestadounidense. A lo que simplemente era un borrador, le añadió una melodía y acabó tomando ritmo. Luego, en mayo de 1862, en mitad de la Guerra de Secesión; aquello sonó de forma imprevista antes de un partido de béisbol en Nueva York. Es la primera actuación documentada en un ball-park, pero pasó mucho tiempo hasta la siguiente. Del olvido la rescató la Armada de Estados Unidos en 1889 para darle uso en sus actos oficiales. Pero pasó más tiempo, se entró en el siglo XX y se volvió a periodos de conflictos, con la Unión Americana a punto de entrar en la Gran Guerra en el bando aliado.
En medio de aquel
escenario, el gobierno empezó a hacer sus primeras campañas de publicidad
utilizando la personificación nacional del Tío Sam, que preguntaba “¿Qué
estás haciendo para prepararte?” en vistas de reclutar hombres para el
ejército. La utilización de aquel cartel –del que se llegaron a imprimir más de
cinco millones de copias entre 1916 y 1918– coincidió justo con la contundente
declaración nacional del 28º presidente Woodrow Wilson: The Star-Spangled
Banner pasaría a ser el himno nacional estadounidense a partir de ese mismo
instante. Decisión suya.
La dicotomía del trabajo o la guerra
Volvamos
ahora, eso sí, a nuestro origen, a la Serie Mundial de 1918. Era 5 de
septiembre, el primer partido de la serie y el ambiente que se respiraba era
desolador. La Major League Baseball había adelantado el evento al mes de
septiembre por una orden del presidente Wilson: “Work or fight”. Trabaja
o combate. Y es que aquellos fueron años duros para los estadounidenses: el
país estaba en medio de la Gran Guerra, se había destinado a más del 4% de la
población al conflicto bélico y muchos juegos de la MLB habían tenido marchas
militares y elementos patrióticos para alentar a los combatientes desde la
distancia. La sociedad estaba apática y los ánimos por los suelos. Por eso, en
mitad de la séptima entrada del primer partido, los Chicago Cubs hicieron sonar
el himno para animar a los espectadores que llenaban las tribunas de
Comiskey Park: ‘Todos en pie, suena el himno’. Y los 19.274 asistentes se
levantaron, adoptaron la postura militar para escucharlo, con la mano derecha
en el corazón, y honraron las más de 100.000 vidas americanas que se había
cobrado la guerra hasta ese momento.
La crónica
del New York Times reflejó aquel instante del himno en sus páginas: “En ese
momentoJackie Fred Thomas, de la Marina de los EE. UU. [y que había
recibido un permiso especial para jugar la Serie Mundial], se giró y
permaneció erguido, atento y con los ojos fijados en la bandera ondeante
haciendo el saludo militar. El resto de los jugadores le acompañó y unos pocos
asistentes cantaron la canción. Luego se unieron unos cuantos más y cuando
llegaron las notas finales toda la multitud estaba entonándola en el estadio
[…] Los espectadores estallaron en aplausos atronadores y marcaron el punto más
alto de entusiasmo ese día”.
Aquello fue
un éxito rotundo de los Cubs, que, eso sí, perdieron el primer juego 1-0:
la carrera que anotó Dave Shean al hit de Stuffy McInnis dio una ventaja parcial a Boston.
La
iniciativa la repitieron los ‘cachorros’ en los dos siguientes juegos en
Comiskey y le dio un margen de tiempo suficiente al propietario de los Red Sox,
Harry Frazee, para contratar a una banda que interpretara el himno en los
siguientes partidos en Fenway Park. Allí, ante su público, acabaron ganando
el que sería su quinto Clásico de Otoño en 16 años –pese a tener el
promedio de bateo más bajo de la historia de un campeón–. (Fue, eso sí, la
última Serie Mundial que ganaron los ‘medias rojas’ hasta 2004 y la última que
ganaron jugando el partido decisivo de locales en Fenway hasta 2013. Un siglo
maldito).
El himno de América
A partir de
entonces la MLB adoptó la tradición de hacer sonar el himno en ocasiones especiales
como el opening day, la celebración del 4 de julio y las series
mundiales. Y el 3 de marzo de 1931 la resolución del Congreso aprobó The
Star-Spangled Banner como himno oficial, firmado por Herbert Hoovert, el
31º presidente de los Estados Unidos. Pero el panorama cambió por completo a
raíz de la Segunda Guerra Mundial.
“Durante la IIGM, los juegos de béisbol se volvieron a convertir en
lugares para exhibiciones de patriotismo a gran escala” –explicó el
periodista Matt Soniak. “El himno se puso antes de los juegos durante
el transcurso de la guerra y, para cuando terminó, eso ya se había consolidado
como un ritual del béisbol”. Luego se extendió a otros deportes: “No debemos abandonarlo
simplemente porque la guerra haya terminado” –expresó con rotundidad el
comisionado de la NFL, Elmer Layden, en 1945. Además, el ejecutivo puntualizó
que “nunca debemos olvidar lo que esto representa”, por lo que la liga
de football americano se sumaba al ritual a partir de 1946. E inmediatamente les
siguió la NBA, la NHL, luego la NASL (el tiempo que duró) y más tarde la MLS. “Los
ejecutivos originales no tenían más remedio” – dijo Dan Courtemanche, un
portavoz de la MLS al New york Times en 2016. “Esto se ha convertido en
parte de la tradición de jugar un evento deportivo en los Estados Unidos”,
por eso tuvieron que adoptarlo.
Y en esas
últimas palabras reside la clave: “en Estados Unidos”. En Francia, por
ejemplo, tampoco se escucha La Marseillaise antes de un partido de
rugby. Quizá porque este país –junto a España, Italia o el Reino Unido– sí se
erigió en base a una cultura, plataforma o religión común; a diferencia de EE.
UU. Allí el himno es lo que une a la gente y, de alguna forma, lo que últimamente
desune también: “Muchos solados pensaban que iban al extranjero a
sacrificarse por la libertad y la democracia”, dijo el veterano de guerra
Rory Flanning, “pero ahora están viendo como esos ideales no se practican en
nuestro país”. A lo que hacía referencia con sus palabras era a las
crecientes agresiones racistas que estaba viviendo la población negra
estadounidense. Por eso muchos deportistas de las grandes ligas han empezado a
dar la espalda al himno en señal de protesta.
Para otro
capítulo da esta historia. Mientras tanto, el deporte americano parecerá una
guerra sin sangre siempre que suene el himno. Y todos en pie, que suena.
BONUS TRACK.- Os dejamos alguna de las mejores interpretaciones del The Star-Spangled Banner en cada una de las cinco grandes ligas de los Estados Unidos.