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Caben pocas dudas al respecto: el futbolista revelación de la Serie A 2019/2020, al menos de la primera mitad del campeonato, no es otro que Dejan Kulusevski. El jugador sueco de origen macedonio está siendo fundamental para dotar de capacidad productiva al sistema de repliegue y contragolpe del Parma de Roberto D’Aversa y lo está haciendo a través de la gran cantidad de recursos y movimientos que es capaz de manejar y dibujar para enriquecer la transición ofensiva de su equipo. Aún propiedad de la Atalanta, que lo compró de la cantera del Brommapojkarna de su país con su habitual ojo clínico y con la que disputó el pasado campeonato Primavera, llegando incluso a debutar con el primer equipo, es más que posible que no vuelva a pisar Bérgamo ante el enorme y lógico interés que su rendimiento ha suscitado entre los clubes con mayor poder económico del Calcio. De hecho, solo Jadon Sancho ha producido más goles que él, sumando tantos y asistencias, entre todos los futbolistas sub-20 de las cinco grandes ligas. Palabras mayores.

Kulusevski, que ha generado ya once goles –cuatro dianas y siete pases de gol– a pesar del limitado bagaje en cuanto a número de acciones ofensivas y de la baja densidad de efectivos en fase atacante de su equipo, es un jugador con la polivalencia necesaria y el motor completamente adaptado a las vicisitudes del alto ritmo que exige el fútbol contemporáneo. El sueco sabe participar del juego a muchas alturas diferentes: abriendo su posición cerca de la línea medular en plena zona de gestación, explotando los pasillos interiores a través de la conducción o incluso pisando zonas de remate en la frontal para finalizar los ataques siempre verticales de su equipo. Sin embargo, el arte en el que más está destacando en este punto de su carrera es, sin duda, en el último pase filtrado, donde se ha erigido en uno de los grandes especialistas del envío raso y vertical hacia el tercio final de todo el Calcio, ya que es el segundo máximo asistente de la Serie A y el séptimo jugador con más key passes –pases que preceden a un remate– por partido.

El sueco ve el fútbol siempre hacia delante y lo hace de una forma muy nítida. Además, posee un físico poderoso que le ha permitido adaptarse de una forma fulgurante al primerísimo nivel sin la necesidad de tener que quemar ningún tipo de etapa previa, es ágil para batir líneas y marcas por pura potencia y tiene una zancada muy dominante y con una vocación absolutamente vertical una vez ha lanzado la carrera. Gracias a ello, es capaz de ser un jugador con una más que interesante y efectiva capacidad regateadora (top-15 del Calcio por dribblings totales y exitosos por encuentro), a pesar de que no es ciertamente un gran prodigio técnico, de que seguramente debe todavía mejorar –y ya lo está haciendo respecto al inicio de la temporada– su capacidad asociativa con el pase en corto y de que cuanto más se reducen los espacios a su alrededor menos decisivos se vuelven sus mejores atributos. 

Un cúmulo de características que su técnico ha sabido explotar al máximo en el primer curso del sueco al completo ya no en la Serie A, sino directamente en la élite, a través de una idea que tiene su gran fortaleza en la solidez de su bloque bajo y en la amenaza a muchos metros del arco que personifica a la perfección Gervinho. En este sentido, activar la diagonal de fuera hacia dentro que dibuja desde la izquierda el africano es una de las tareas que está llevando a cabo de mejor manera un Kulusevski cuyo talento es, por otro lado, muy adaptable. La sensación del Parma es capaz de jugar como interior adelantado, volante, extremo derecho con libertad de movimientos hacia dentro para activar su zurda, mediapunta, segundo punta o incluso como un falso nueve de un amplísimo radio de acción y encargo casi permanente de rellenar los costados para estirar a su equipo, tal y como hizo en el último encuentro de los crociati ante el Brescia.

Más allá de sus destacadas dotes para dividir por dentro a pesar de partir como el teórico extremo derecho del equipo, para dominar desde la amenaza en carrera y el pase al hueco, para despejar el panorama ofensivo del Parma por toda la mitad rival y, como consecuencia, para liberar el costado para las subidas de Matteo Darmian, Kulusevski está haciendo un trabajo sin balón tan complejo como encomiable dentro de una estructura que solo puede permitirse dejar sin responsabilidades defensivas a Gervinho. El particularmente reactivo 4-3-3 de D’Aversa, que tan bien funciona ante equipos dominadores que buscan elevar muchos metros la altura de su zaga, se convierte rápidamente en un 4-4-2 cuando no tiene la posesión, lo que conduce al sueco a la posición de volante para cerrar el costado con un destacado compromiso táctico, ya que tiene que alternar esta disposición en repliegue con su participación en la primera presión. Sus 1,2 duelos defensivos ganados y sus 0,8 robos por encuentro son una muestra evidente de su responsabilidad y de su importancia también en este aspecto del juego.

Es, por lo tanto, un jugador aún por definir a nivel posicional, aunque está lejos de suponer ahora mismo un problema para su fútbol, más bien al contrario. El escandinavo es uno de esos perfiles tremendamente completos y modernos, una suerte de eslabón intermedio a nivel estilístico entre Fabián Ruiz y Nicolò Zaniolo, con mucho menos tacto asociativo que el primero y mucha menos capacidad de finalización que el segundo, pero con una visión de juego para filtrar pases verticales similar a la del español y una capacidad para explotar espacios en conducción en recorridos largos tan peligrosa como la del italiano. Muy móvil y dinámico, busca participar asiduamente en cuanto el esférico cruza la divisoria para, desde ahí, abandonando su posición de partida en una banda que apenas pisa con el balón controlado, ofrecerse constantemente de la mano de su buen posicionamiento y de su mejor timing, para ayudar a progresar y transitar a un Parma que es el equipo de la Serie A que menos tiempo pasa en los últimos treinta metros del campo, pero que tiene en el sueco a una forma de atacar en sí misma.

La habitual etiqueta de ‘todocampista’ se queda incluso corta para él. Kulusevski, cuya explosión no ha podido ser más meteórica, está siendo más bien un ‘todofutbolista’ en este Parma para el que su mezcla compuesta de despliegue físico, flexibilidad y compromiso a nivel táctico, adaptación a ritmos elevados, verticalidad en vena y una excelente capacidad para hilvanar, enganchar, avivar contragolpes y batir líneas en conducción individual o a través de la calidad de esos maravillosos últimos pases que logra ejecutar a toda velocidad está suponiendo auténtico oro. Si logra añadir paulatinamente una cierta capacidad de giro en los espacios más reducidos, una mejor protección del cuero en distancias cortas con la que inyectar un poco de pausa a su juego y así poder superar líneas de una forma más compleja y si es capaz de encontrar una acción de remate a puerta continuada que aumente su amenaza goleadora y dote de colmillo a su notable capacidad de inserción hacia la media luna desde el pasillo interior derecho, el ‘44’ del Parma, a sus 19 años, puede convertirse en un futbolista aún mucho más completo y demoledor de lo que ya es.

Sevilla. Periodista | #FVCG | Calcio en @SpheraSports | @ug_football | De portero melenudo, defensa leñero, trequartista de clase y delantero canchero

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