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Territorio neutral

Nadie puede negar que ese estadio de Bucarest vacío, donde el Atlético de Madrid fue muy pero que muy feliz, era simplemente un síntoma más de los tiempos que estamos viviendo. Nos dijeron que era la Champions League porque vimos su marcador y sonó su himno, solemne y fino, antes de que la pelota rodara por una trinchera en la que nadie quería estar. Ingleses y españoles calcaron prácticamente sus esquemas para que el partido de ida fuera un mero trámite en un territorio neutral. Pero Olivier Giroud destrozó, con un toque de genialidad, todas las crónicas. Lo positivo para los madrileños es que ahora solo pueden hacer una cosa para la vuelta y lo saben con mucho tiempo: atacar.

Podía ocurrir: igual que uno arriesga quitando un central del sistema para poner un delantero más; lo de defenderse muy cerca de tu portero tampoco te asegura la felicidad. Ojalá todo fuera tan fácil. Es cierto que el cuadro de Diego Pablo Simeone se ha sentido y se sentirá más seguro cuando su zaga esté arropada en un bloque muy bajo y con Jan Oblak como último guardián. Y así fue hasta el tanto del francés. Después de ello, vimos a un conjunto desnortado, cuajando cambios ofensivos sin encontrar la pista para desenmascarar un misterio que bien podría haber escrito Agatha Christie. Sin embargo, simplemente este fue otro de los caprichos de una competición ignota y malvada. Esto es la Champions, trofeo injusto por antonomasia.

La racha actual de los colchoneros invita a pensar que la remontada es compleja. Aunque, en esto del fútbol, la memoria es muy frágil. Hace justo una semana la dinámica de los atléticos era espectacular, digna de los campeones que solo existen en las tertulias de medios de comunicación y en nuestras cabezas: los que levantan campeonatos en febrero. Dentro de un mes esta espiral negativa puede ser cosa, perfectamente, de un pasado que ya hemos olvidado. Como siempre en este deporte. Toca una machada en Stamford Bridge. Si algo nos ha demostrado la entidad madrileña con el técnico argentino es que los imposibles son palabras ajenas al vocabulario de la plantilla. Veremos si vuelve a suceder en Inglaterra lo que ocurrió en Anfield antes de que nuestras vidas cambiaran para siempre. Son capaces.

Imagen de cabecera: DANIEL MIHAILESCU/AFP via Getty Images

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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