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Tenemos que hablar de Lodi

Simeone le llaman Renan, todos le conocen por Lodi, pero él aún no se ha decidido. ‘Renan Lodi’ luce su espalda, completo, para que no quepa ninguna duda. El caso del chico en el ostracismo, que tuvo oportunidades cuando llegó, que no dio la talla, que fue irregular y que, gracias a las lesiones y a bajas en la plantilla, tuvo que probar en demarcaciones más avanzadas, lejanas a la suya natural y donde encontró sitio. Podríamos hablar de Marcos Llorente, pero eso ya es agua pasada y consolidada. Ahora es la Llorentización de Renan Lodi. Dos goles y una asistencia en los dos partidos que ha jugado casi de extremo. Es decir, participación en todos los tantos del Atleti en estos últimos duelos. El chico que se fue llorando emocionado el sábado del césped del Metropolitano por el simple hecho de que la gente coreaba su nombre y entró a sala de prensa sin estar acostumbrado a ser el centro de los focos: “Me da vergüenza”, afirmaba, justo antes de ser sometido a las preguntas de los medios.

La realidad es que antes de estos dos últimos partidos, el presente de Lodi era harto complicado. En defensa de cinco, Carrasco le había ganado la partida y, con uno menos atrás, la llegada de Reinildo parecía cerrarle todas las puertas porque incluso Hermoso había jugado de lateral en línea de cuatro antes que él en alguna ocasión. En su tercera temporada, el brasileño ha ido de más a menos en minutaje y en importancia. De jugarlo casi todo en su primer curso a estar por detrás de Carrasco, Saúl e incluso ver cómo, estando él en el banquillo, se apostaba en ocasiones por Lemar para jugar en ese carril. Muy lejos quedaba ya su mejor partido, aquel marcaje a Salah en la 2019-2020, antes del parón por la pandemia, que pareció ilusionar al equipo rojiblanco con que ahí estaba el jugador por el que habían apostado ese verano.

Y es que su fichaje, entonces, generó ciertas sospechas. Tanto por los que le conocían como por los que no. Los que no le conocían eran escépticos y los que sí tenían ciertas referencias intuían que tendría difícil encaje en el Atleti como defensa. Se decía de él que se le fichaba para suplir la salida de Filipe Luis porque tenía muy buen pie centrando. La realidad, es que Lodi no destacaba tanto en el Athletico Paranaense, donde sí se permitía jugar muy adelantado, como para pensar en un salto directo a un equipo importante de Europa. Escamó mucho que Lodi llegara al Atlético con 21 años por algo más de 20 millones de euros, sin haber pisado nunca las categorías inferiores de la selección brasileña, y que de manera paralela el Atlético vendiera por 8 millones de euros a Caio Henrique, que se había destacado como lateral zurdo en equipos mejores que el de Lodi de Brasil (Gremio y Fluminense), que tenía solo un año más que Lodi, que había sido capitán de la selección Sub20 (como mediocentro) y que era el lateral zurdo titular de una Brasil Olímpica para la que Lodi ni siquiera había sido considerado. De hecho, nada más aterrizar Lodi en el Atlético, la Federación Brasileña convocó al jugador para que fuera la competencia de Caio en el Sub23, pero al no ser un torneo oficial FIFA, el Atlético se negó a dejarle marchar y la federación se atrevió a apostar por Lodi como un jugador de la absoluta.

Simeone vio las carencias defensivas de Lodi desde el primer día. Por eso, en su primera pretemporada, se hartó a decir que quería jugar como no lo había hecho nunca, con dos laterales que fueran casi extremos y se pasaran el partido centrando a los dos ‘9’ del equipo. Ese era su plan de partida, pero las lesiones arriba de Costa y Morata, sobre todo del primero, limitaron el plan de juego. El propio Trippier, que había jugado en el Tottenham, Manchester City o la selección, entre otros, confirmaba aquello: “Dicen que somos defensivos y estamos atrás encerrados, pero yo nunca he jugado tan adelantado ni tan arriba como en el Atleti con Simeone”.

El caso es que Lodi era una de cal y una de arena. Alternaba destellos con errores. Le dio por aparecer, eso sí, en momentos puntuales muy buenos. Gol a Osasuna en la penúltima jornada del curso pasado, sin ir más lejos. Pero de igual manera que no terminaba de cuajar con el Atleti, tampoco lo hacía en una Brasil que, ya sin Marcelo ni Filipe Luis, buscaba el relevo en el rojiblanco, en Alex Sandro o en Telles. La suplencia en el Manchester de este último hizo ganar enteros para que Lodi se repartiera la Copa América con el de la Juventus… Y jugara una final en la que salió señalado. “Correa nos decía que entrenaban juntos y que atacáramos por ahí, que a veces se despistaba la espalda”, le dijo Di María a los medios tras la final de la Copa América. Porque así fue como Argentina ganó el título. De Paul puso un balón a la espalda de Lodi, Di María le ganó en carrera y el Fideo le dio el título a Argentina ante su eterna rival. Ese, por cierto, es el último partido que ha jugado Lodi con la canarinha, que no le citó para las siguientes dos convocatorias, sí lo hizo para una tercera (donde fue suplente en ambos partidos) y tampoco le llamó en la última, aunque de querer haberlo hecho no habría podido porque no cumplía los criterios de vacunación.

Lodi ha sufrido mucho para llegar a tener un simple momento de reconocimiento. Y de ahí sus lágrimas en el fondo sur del Metropolitano el fin de semana pasado, cuando salió sustituido y no se creía que el respetable corease su nombre como el de un héroe. Bien lo merecía porque, jugando casi de extremo, cuajó un partido soberbio contra el Manchester United en detrimento de un Carrasco que estaba sancionado (y que era quizás el mejor jugador de la temporada del Atleti junto a Correa) y se ganó por méritos propios repetir en el XI días después en LaLiga, por mucho que el belga ya estuviera en condiciones de jugar.

Ante los ingleses, Lodi aprovechó que su par no era un lateral, sino un defensa central. Para sorpresa de todos, eso sí, le ganó casi cualquier balón aéreo a un tipo como Lindelof que se desenvuelve genial en esas lindes. En la primera que tuvo, le puso un centro tensísimo a su mejor socio dentro y fuera del campo, un João Félix que no dudó en rematar en plancha a gol. Sin la exigencia defensiva porque su espalda se la cubría Reinildo, Lodi se soltó en ataque y apoyó al mozambiqueño atrás. Rashford y Sancho no existieron, cambiándose de banda casi cada 10 minutos desesperados por encontrar un resquicio para el gol.

Ante el Celta, la película se repitió, con un Lodi incluso más punzante que dio un recital de controles. Se atrevió más, ganó ventajas, sacó de sitio a cada jugada a Hugo Mallo y rubricó su partidazo con dos goles. En el primer minuto del partido faltó un milímetro para que le hicieran un penalti. En la segunda que tuvo, controló y se sacó un zurdazo, casi sin ángulo y sin posibilidades, que se coló por el palo de Dituro. Lodi lo hace todo a mil revoluciones, y eso es tan bueno como malo. Tan imprevisible que sorprende. El segundo fue casi un calco. Igual que había sucedido en el primer tanto, centró Kondogbia en carrera, pero esta vez a Lodi no le dio tiempo a controlar, por lo que decidió golpear en carrera, de primeras, para colar el balón por debajo de las piernas de Dituro. Una doble actuación de redención, de calidad. Del chico que ha pasado de no contar demasiado a poner en un aprieto al entrenador si es que este es su nivel real y puede mantener este fútbol cada jornada.

Los había que ya veían el paralelismo con Llorente en todo, pues al primer párrafo de este artículo se le debe sumar que el rival era un equipo inglés en octavos de final de Champions League. En general, eso sí, sonaba a cachondeo. ¿Quién en su sano juicio pensaba que Llorente podía convertirse en un interior de 10-12 goles por temporada y quién en sus cabales puede intuir lo mismo del brasileño? La confianza en el brasileño se ha visto tan aumentada que incluso fue el encargado de sacar los córners ante los gallegos. Sea como sea, Simeone ha encontrado una solución a un jugador que cada día contaba menos y que ahora va a tener minutos cada partido, ya sea desde el banquillo o desde el inicio.

Imagen de cabecera: Óscar del Pozo / AFP

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