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Real Valladolid

Su lugar en la historia

“Nuestra ilusión no es estar todos los días vendiendo. Nuestra ilusión es que el Real Valladolid empiece a recuperar el lugar que ha ocupado a lo largo de su historia”. Es una declaración de intenciones y su autor no es otro que Miguel Ángel Gómez, director deportivo del equipo pucelano. Un equipo que hace tres jornadas era el último clasificado de la Liga Santander.

Pero, ¿cuál es ese lugar? El Valladolid ha disputado los mismo años en Primera (45) que en Segunda B y Tercera conjuntamente (45). Ha disputado tres veces competición europea (dos veces la UEFA y una la Recopa) y ha sido subcampeón de la Copa del Rey en dos ocasiones. En el puesto nº13 de la clasificación histórica de la Liga (y el décimo si contamos los que se encuentran en la máxima categoría en la actualidad), todo indica a que lo quiere señalar Miguel Ángel Gómez es que el Valladolid debe dejar de ser un equipo ascensor e instalarse en la élite de forma permanente. Entre 1980 y 2004, el club militó una sola temporada en Segunda (92-93) y logró una estabilidad que se perdió a comienzos de siglo, bajo el mandato de Carlos Suárez (tres descensos y tres ascensos).

Un club puede ser ambicioso cuando en su despacho figura uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol. El legendario Ronaldo Nazario es el máximo accionista y presidente del consejo de administración desde el verano de 2018 y de sus palabras solo se desprende afán de éxito. “Contamos con los mejores mimbres para cumplir nuestros objetivos, objetivos que no se van a quedar aquí porque queremos crecer hasta donde nuestras ilusiones nos lo permitan”, dijo en su primer acto oficial en el Ayuntamiento de Valladolid. En febrero de este año, confesó que el objetivo a largo plazo era ver al equipo blanquivioleta en competición europea. En el quinto año, para ser exactos. Lograr la salvación durante más de tres años de forma consecutiva implica un importante ingreso por televisión, clave a la hora de sanear económicamente las arcas del club, que antes de la llegada del brasileño contaba con una deuda de 25 millones de euros.

En la actualidad el Valladolid ha pagado la mayor parte de esa deuda, principal obstáculo para su crecimiento ante la falta de cash para maniobrar en el mercado de fichajes. Bajo la dirección de Javier Díez y Matthieu Fenaert en el plano económico se ha conseguido sobrevivir al impacto del coronavirus e incluso ampliar el límite salarial impuesto por la Liga en un 42%, el que más después del Granada (49%) y sin contar a los recién ascendidos, cuyo aumento viene dado en su mayor parte por el ascenso de categoría. Demostrada la viabilidad, el mayor enemigo del club es la alta competitividad de la Primera División. El cuadro pucelano es el cuarto por la cola en cuanto a valor de mercado (vía Transfermarkt) y el mal inicio de campaña (ocho partidos sin ganar) empezaba a preocupar.

Las victorias ante Athletic y Granada han apagado momentáneamente las alarmas. Pudo ser uno más de no ser por penalti transformado por Campaña en el 83’ el pasado viernes ante el Levante. En el tercer año con Ronaldo a los mandos, el Valladolid volverá a pelear por no descender, pero contará con mejores armas. Por lo pronto, dos millones de euros a invertir en el próximo mercado de invierno. Y más importante todavía: poder asegurar la continuidad de algunos de sus mejores futbolistas, sobre todo de un Marcos André que sale a gol por partido en las tres últimas jornadas. “No contemplamos su venta. Lo que contemplamos es que siga aquí muchos años y que triunfe junto a sus compañeros Guardiola y Weissman”, remarcó hace unos días el director deportivo, dejando claro el cambio de visión.

Salvarse este año supone un doble beneficio, mucho más que los anteriores: mantener la estabilidad deportiva y económica primero, y asegurar un colchón después, de cara a construir un equipo que pueda pelear por estar en la Europa League y recordar aquellos días en los que el club más importante de Castilla y León ponía contra las cuerdas al Mónaco de Arsène Wenger y George Weah en el Louis II, cayendo con honor en una fatídica tanda de penaltis y quedando a un paso de las semifinales de la antigua Recopa. Si Ronaldo sueña, Pucela sueña.

Imagen de cabecera: Angel Martinez/Getty Images

Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).

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