El Villarreal ha perdido seis de los últimos ocho partidos oficiales. Dos de ellos le han costado la eliminación de la Europa League. Los otros cuatro, perder la quinta plaza, el colchón con sus perseguidores y prácticamente cualquier opción de disputar la Champions el próximo curso.
Tras sumar solo cuatro de los últimos 18 puntos en juego, el equipo amarillo está obligado a reaccionar si no quiere quedar fuera de Europa por primera vez desde el ascenso. ¿Cómo ha cambiado tanto un equipo que ganó en el Santiago Bernabéu a principios de año? Estas pueden ser algunas de las razones:
La falta de gol. El Villarreal solo ha marcado cuatro goles en las seis últimas jornadas, un bagaje muy pobre. El Submarino vive una situación anómala: Por primera vez, ninguno de sus delanteros está enchufado. Esta plantilla siempre ha contado con cuatro atacantes de primer nivel, que han aportado siempre al equipo (Gio, Perbet, Jonathan Pereira, Gerard Moreno, Vietto, Uche, Soldado, Adrián, Leo Baptistao, Bakambú…). Ahora, el cuadro de Calleja cuenta con Carlos Bacca, que no marca desde hace un mes, Enes Ünal, cuya mejoría va a un ritmo excesivamente lento, Nicola Sansone, lesionado desde diciembre, y Roger Martínez, que apenas ha tenido minutos.
Un mercado nefasto. Precisamente el fichaje de Roger ha sido uno de los más polémicos. La salida de Bakambú rumbo a China (nueve goles en 15 partidos de Liga esta temporada) requería un sustituto de garantías para afrontar los meses más trascendentales. Sonaron Gerard Moreno y Sandro Ramírez. Llegó un jugador sin experiencia en Europa y fuera de forma. Las otras incorporaciones fueron Javi Fuego (para cubrir la eterna baja de Bruno) y un qatarí llamado Salem, que todavía no ha jugado un solo minuto ni tiene vistas de hacerlo.
La Cerámica no asusta. Siempre ha sido uno de los estadios más complicados para el rival y donde se han cimentado muchos de los éxitos del Submarino. Pero esta es la segunda peor temporada como local de la historia del Villarreal, con cuatro derrotas (Sevilla, Barcelona, Alavés y Girona) a estas alturas. Hacía 15 años que la grada amarilla no veía caer tanto a su equipo hasta la jornada 27.
Limitaciones claras. El Villarreal siempre ha contado con una plantilla amplia, donde cualquier jugador podía ser titular en cualquier momento. No es el caso en esta campaña, y se puede comprobar en todas las líneas: Asenjo es insustituible, desde su vuelta lo ha jugado todo. Barbosa está varios escalones por debajo y no transmite ni mucho menos la misma seguridad. Andrés Fernández sí es un portero de garantías, pero se rompió el ligamento y sigue lesionado. En defensa, los laterales no tienen rival. Rukavina y Adrián Marín están a años luz de Mario y Jaume Costa. Víctor Ruiz y Álvaro se han consolidado, pero se pierden muchos partidos y sus suplentes son Bonera (36 años) y Rubén Semedo, lesionado y apartado por indisciplina (dejémoslo ahí). Con Bruno fuera de combate, la dupla Rodri-Trigueros ha disputado casi todos los minutos, ahora con más ayuda gracias a Fuego. Si Fornals o Castillejo descansan, futbolistas como Cheryshev o Roberto Soriano no dan el nivel que mostraron en epocas pasadas. Es un canterano, Dani Raba, el que con su desparpajo da algo de vida al ataque amarillo. Y de la delantera ya hemos hablado suficiente.
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